«Empecé a hormonarme con 13 años con el dinero que ganaba prostituyéndome»: así era ser mujer #trans en la España de #Franco

+ info: Vice

“El precio que tuve que pagar para conseguir una paga ridícula para poder vivir, fue el divorcio del hombre que más he querido y quiero en mi vida”. Así sentencia Marcela Rodríguez Acosta, de 65 años, cuando le pregunto hasta qué punto, como persona trans que vivió durante la dictadura, tiene consecuencias a día de hoy. La única forma que tuvo de acceder a una paga no contributiva -una ayuda de apenas unos 400 euros- fue renunciando a su matrimonio, pues no podía constar como casada para poder acceder a ella. “Lo quiero no, lo que le sigue. En cuanto tenga la oportunidad de poder valerme monetariamente por mí misma, o cuando la vida me sonría —yo no pierdo la esperanza de que me toque una primitiva— lo primero que voy a hacer es casarme de nuevo”, dice con contundencia.

Recuerda que cuando se casó en 2005, tuvieron una boda preciosa donde no faltó absolutamente de nada en la celebración. Un amigo suyo al que le había tocado el euromillón, se encargó de la celebración: “Todo lo que te cuente de ese día es poco. Pero mi ilusión es volver a hacerlo, poder estar casada con el hombre que quiero y con el que llevo 39 años, y volver a celebrarlo. Eso sería un triunfo para mí”.