¿Por qué se ha convertido el Babadook en un icono del orgullo gay?

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Seguramente (y con permiso de It Follows), Babadook fue la mayor sorpresa que el género de terror nos dio en 2014. La película de Jennifer Kent nos puso los pelos como escarpias apoyándose en un tema espinoso (sí: para muchas mujeres, ser madre es un sufrimiento) y, en general, se ganó múltiples alabanzas por su originalidad y su perspectiva femenina. Ahora bien, ¿a que nadie se esperaba que el monstruo titular se convirtiese en un icono del Orgullo Gay 2017? Pues eso es lo que ha ocurrido… más o menos.

Un bachillerato trans y con perspectiva de género

+ info: El País

Viviana González tenía ocho años cuando supo que era trans. Entonces, vivía con su hermana mayor y su mamá, que había llegado a Buenos Aires desde la provincia de Corrientes siendo muy joven. «Nos crió como madre soltera y como pudo. Crecimos de forma acelerada. A los 10 empecé a trabajar en verdulerías y mi hermana como empleada doméstica», recuerda González.

Bisexuales y pansexuales debaten sobre las etiquetas de género

+ info: Vice

Durante los últimos meses, el debate alrededor de la pansexualidad y la bisexualidad ha centrado la lucha LGBTQ. En un marco en el que cualquier persona con acceso a Twitter y un mínimo de información —un poquito woke, que diríamos— puede tener un mínimo grado de influencia, aunque sea en su círculo cercano, el colectivo parece estar más dividido que la izquierda de Madrid.

El caso de la pansexualidad es una clara muestra de esto. “No existe”, “bifobia”, “origen” o “es transfóbica” son algunas de las búsquedas automáticas que Google nos sugiere cuando introducimos en su buscador el término. Y, si ya de este sencillo experimento podemos inferir que el concepto no está exento de polémica, su tratamiento en el activismo LGTB —ya en redes, ya institucionalmente— se hace enormemente complejo, así que hablé con tres personas queer y activistas para intentar desentrañar la cuestión.