Cuando los desastres se convierten en noticia. Miradas sobre la cobertura periodística de desastres en Brasil, México y Portugal

 

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Marta Rizo, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, reseña “Periodismo y desastres. Múltiples miradas”, de Franz Amaral, Márcia y Lozano Ascencio, Carlos (coords.) (2019), Barcelona: Colección Atlántica, Editorial UOC e InCom-UAB.

Los desastres naturales ocurren a lo largo y ancho del planeta. Pero no tenemos conocimiento de todos. Parece que la importancia de los desastres se puede medir con base en la cobertura periodística que los medios, sobre todo la prensa y la televisión, hacen de ellos. Hace poco más de dos años me tocó vivir el sismo del 19 de septiembre de 2017 en la Ciudad de México. Lo viví en carne propia, tuve que cambiar de residencia y el miedo que sentí no puede narrarse con palabras. A lo largo de estos años he seguido de cerca las noticias que se continúan publicando sobre el sismo, sobre todo relacionadas con la falta de ayuda gubernamental para la reconstrucción de las zonas más afectadas y, curiosamente, he regresado a ver videos de esa fatídica fecha, los he visto varias veces y no me canso de hacerlo. Es como si ver el desastre en directo ayudara a paliar el miedo y trauma que queda después de un suceso como ese. Estos antecedentes personales me hacen particularmente sugerente reseñar la obra de Marcia Franz y Carlos Lozano. La he leído con mirada crítica y académica, pero también desde mi lugar de víctima de un desastre que, además, aparece tomado como objeto de estudio y reflexión en uno de los capítulos de este libro colectivo.

Como los propios coordinadores afirman, Periodismo y desastres. Múltiples miradas, es resultado del trabajo conjunto de dos grupos de investigación (en Brasil y en España) que comparten el interés por el papel que juegan la comunicación y el periodismo antes, durante y después de un desastre. Este esfuerzo académico interinstitucional se enriqueció, además, con la colaboración de trece investigadores de siete universidades de Brasil, España, México y Portugal.

La propuesta global del libro es la de un periodismo de calidad en el tratamiento informativo de los desastres. Para ello, los ocho capítulos que componen la obra “presentan lo que el periodismo hace con los desastres y lo que los desastres producen en el periodismo, buscando, por tanto, los límites y las capacidades de la actividad periodística” (p. 17).

Aunque los desastres que se abordan en el libro son muy distintos (incendios, terremotos, huracanes, derrumbes, etc.) y tuvieron efectos muy diferentes en los entornos en los que se produjeron, todos impusieron dificultades parecidas en la cobertura periodística. A decir de Franz y Lozano, “por una parte, son multicausales y conllevan aspectos inenarrables, y, por otra, están cargados de sentidos y relaciones que conviene poner de relieve, tensar y construir narrativamente” (p. 17).

Los desastres existen con o sin cobertura mediática, obviamente. Pero aquí se entiende que los medios son lugares importantes para la producción de sentidos y para la configuración de los sucesos, en este caso, los desastres. Lo que sabemos de ellos lo sabemos porque ha existido una cobertura periodística amplia, porque los medios los han atendido y los han colocado en la agenda pública.

A continuación, presentamos una síntesis escueta de cada uno de los capítulos que conforman esta obra colectiva, para posteriormente plantear algunas ideas que permitan seguir debatiendo el papel de los medios de comunicación en la difusión de información sobre los desastres, antes, durante y después de los sucesos.

El capítulo 1 lleva por título “Periodismo: de los desastres a las vulnerabilidades y los riesgos”. En él Márcia Franz aborda la configuración de las narraciones periodísticas acerca de acontecimientos calificados como desastres, y pone énfasis en un elemento que considera especialmente importante en la cobertura, el eje temporal. La autora recupera algunas ideas de Motta: “las noticias sobre un desastre, tanto vistas en secuencia como en conjunto, revelan fragmentos narrativos (historias, personajes, tragedias, conflictos, aspectos morales y éticos), captados siempre por el lector. Las noticias van proponiendo encadenamientos narrativos, como si se tratara de intrigas con un principio, un nudo y un final (Motta, 2004)”. Los relatos periodísticos sobre desastres, entonces, hacen usos de ciertas convenciones narrativas para contar historias. Franz expone algunos ejemplos de narrativas como la exposición de la vida anterior de las víctimas, las historias de las personas comunes que se convierten en héroes al salvar la vida de otras personas que están en peligro o la idea de la venganza de la naturaleza. En la revisión documental que presenta este capítulo se da cuenta de la escasa presencia de lo que se puede denominar un periodismo de prevención, pues las narrativas periodísticas de los desastres suelen centrarse en el durante del suceso, y es precisamente este eje temporal el que permite ver, según la autora, las principales limitaciones del periodismo dedicado a la cobertura de estos hechos. Por ello es algo lógico que las principales fuentes utilizadas sean de corte testimonial: al periodista le interesa transmitir el aquí y ahora del desastre, y da la voz, sobre todo, a testimonios, a personas comunes que están viviendo el desastre, y en menor medida, a fuentes gubernamentales e institucionales.

La segunda aportación que encontramos en el libro está firmada por Norma Valencio y lleva por título “Suelo traicionero: constructo periodístico de la topología sociopolítica de un desastre relacionado con deslizamientos de la tierra”. El texto se centra en un desastre ocurrido en 2010 en Morro do Bomba, en Río de Janeiro (Brasil), y analiza el contenido de diez noticias publicadas entre el 7 de abril de 2010 y el 7 de julio de 2017 en la prensa escrita sobre el desastre mencionado. Un hallazgo importante del análisis es que “la manera de elaborar las narrativas genera entre el público un efecto de distanciamiento, lo opuesto al involucramiento” (p. 45). La autora habla del involucramiento de las víctimas en las narraciones periodísticas, pero lo hace desde un punto de vista crítico: “La casi inmediata aparición del periodista en la escena de la catástrofe remodela el desastre, pues las personas, cuyo sufrimiento está en su punto álgido, difícilmente pueden alejarse de su papel como víctima. Para los medios, esta es una buena performance de su dolor” (p. 46). Al abarcar un periodo temporal de más de 7 años, tomando en cuenta las noticias que quedaron disponibles en internet, la autora percibe cómo los titulares se van modificando a lo largo del tiempo, yendo desde acusaciones de imprudencia a las personas que habían construido sus casas en el vertedero que se derrumbó hasta los recuerdos de las personas afectadas que vivieron en carne propia la catástrofe. Otros hallazgos son los siguientes: la fragmentación de las narrativas y la culpabilización de las víctimas muy por encima del llamado de atención a las autoridades. Esta última convierte al periodismo, al menos en este caso, en un potente legitimador de las desigualdades sociales que, en muchos casos de desastre, siempre afectan en mayor medida a las clases sociales más desprotegidas y vulnerables.

El tercer capítulo, de Juliana Motta y Márcia Franz, muestra las condiciones de producción del discurso periodístico en torno a un suceso particular: el incendio del club nocturno Kiss en Santa María, a sur de Brasil, que tuvo lugar en enero del año 2013 y en el que fallecieron 242 personas y más de 600 resultaron heridas. El texto lleva por título “Las condiciones de producción de la noticia y el papel de las fuentes en las primeras 72 horas después de la tragedia del club nocturno Kiss” y se centra en el tratamiento televisivo del fenómeno, a partir de un mapeo de las entradas en directo (en total analizan 44 retransmisiones) y de las fuentes empleadas en las narraciones periodísticas de la televisión brasileña Globo y su asociada en el sur del país, RBS TV. Para los periodistas es un desafío trabajar en situaciones de emergencia como las que implica un desastre de estas magnitudes. En este caso, según las autoras, “la incertidumbre, siempre presente en la cobertura de toda tragedia, gana peso en las transmisiones en vivo. Como no se dispone de tiempo para investigar, es frecuente la difusión de informaciones fragmentadas que se van complementando e incluso corrigiendo a lo largo de la cobertura” (p. 68). El análisis realizado por las autoras confirma que la cobertura televisiva del desastre hace que las audiencias tengan la sensación de estar participando de los acontecimientos mientras ocurren. Las principales fuentes observadas en las transmisiones analizadas son, casi a la par, autorizadas y de especialistas, y en menor medida, fuentes testimoniales. El equilibrio entre los tres tipos de fuentes se da de forma muy clara las primeras horas después del suceso, mientras que conforme avanza el tiempo, las fuentes testimoniales van perdiendo peso en favor de las fuentes de especialistas. Para las autoras el papel de las fuentes testimoniales se explica a partir de las siguientes nueve funciones: confirmación de que el hecho ocurrió, indicación de las causas de la tragedia, explicación de las consecuencias de la tragedia, aclaración de aspectos polémicos, dimensionar la tragedia, ilustración del sufrimiento, manifestación de revuelta, demostración de solidaridad y de gratitud y, por último, ilustración del impacto de la tragedia en la ciudad (pp. 75-77).

En “Ética periodística en la cobertura mediática del incendio de Pedrógão Grande (Portugal) el verano de 2017”, Marisa Torres, Carla Baptista y Jorge Souza reflexionan sobre los preceptos éticos y deontológicos que se pusieron en cuestión en el tratamiento periodístico del desastre mencionado en el título. Para ello, toman en cuenta la dimensión emocional de la cobertura periodística de las tragedias, y conciben a dicha cobertura como “un foco de reflexión ética y deontológica sobre las prácticas y condiciones de la producción periodística” (p. 84), a partir de aspectos como la invasión de la privacidad y el uso de imágenes para ilustrar dolor y muerte. En este cuarto texto, las autoras se basan en dos casos específicos: un reportaje televisivo emitido por la cadena privada TVI, en el que la periodista exhibió el cadáver calcinado de una mujer; y las portadas de tres periódicos portugueses dedicadas al supuesto encubrimiento del gobierno en este suceso catastrófico.

El quinto texto de Periodismo y desastres. Múltiples miradas lleva por título “Disputas numéricas en el periodismo brasileño: las dimensiones de la tragedia socioambiental en Mariana (Brasil) en diciembre de 2015”. Sus autoras, Julia Capovilla y Elise Souza abordan la cobertura de la rotura de una presa que provocó una fuga de millones de metros cúbicos de residuos minerales devastadores en Mariana, en el Estado de Minas Gerais, en Brasil. Concretamente, se centran en el análisis de 10 artículos publicados en sitios web y revistas y periódicos brasileños un año después de la tragedia. A partir del análisis, las autoras revelan una “discrepancia entre los datos divulgados por la compañía minera, el gobierno, las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), los ambientalistas y los investigadores (p. 100). A la par, desde la óptica del denominado periodismo de precisión, Capovilla y Souza reflexionan sobre “el rol, la validez y el estatuto de precisión de los datos numéricos utilizados en la elaboración de las noticias” (p. 100). Producto del análisis realizado, las autoras consideran que, si bien el incluir datos en las narraciones periodísticas facilita la comprensión del suceso que se está narrando, “la elección de las fuentes y de las palabras por parte de los periodistas condiciona el sentido que se da a un acontecimiento” (p. 115). Por tanto, en la cobertura mediática de esta tragedia, como en todas o casi todas, se observa una multiplicidad de fuentes que, sin lugar a dudas, no son neutrales y tienden a configurar ciertos sentidos en torno al desastre narrado.

Como sexta aportación, nos encontramos con el texto de Carlos Lozano y Florence Toussaint titulado “Las coberturas mediáticas del terremoto de México del 10 de septiembre de 2017”. En este capítulo, los autores analizan particularmente los esquemas narrativos y las coordenadas espacio-temporales que se observan en la cobertura periodística del último movimiento sísmico de gran magnitud en México. En su análisis, destacan que los periodistas están en el centro del propio acontecimiento que están narrando, por lo que puede hablarse de una simultaneidad espacio temporal en la cobertura noticiosa. En gran parte de la cobertura, destacan relatos periodísticos llamativos, que buscan espectacularizar más que proponer un análisis de los hechos. Cabe mencionar que Lozano y Toussaint toman en cuenta la cobertura televisiva y en prensa, y que en ambos casos destacan que los medios “se decantaron por dar la menor información posible (…) apostaron por lo emocional” (p. 128). Los autores concluyen que “las rutinas periodísticas en situaciones de catástrofe imponen sus narrativas y construyen socialmente las versiones oficiales de lo ocurrido. Es necesario, entonces, comenzar a cambiar esa percepción social de las catástrofes que describen los periodistas y se identifican por los receptores como uno de los principales y más espectaculares formatos de la actualidad” (p. 137-138).

En la séptima aportación del libro, Esther Puertas y Benito Gutiérrez analizan la cobertura periodística de tres huracanes, Harvey, Irma y María, sucedidos en el año 2017 en el Caribe y Florida. El capítulo, titulado precisamente “Los huracanes en Caribe y Florida”, sistematiza el tratamiento de los huracanes en la prensa española, concretamente en dos periódicos de alcance nacional: El País y El Mundo. La muestra de análisis está conformada por 92 artículos que hicieron referencia directa a los sucesos, y los autores tomaron como unidades de análisis los siguientes elementos: temática, fecha, localización geográfica, medio, sección, autor, lugar de emisión de la noticia, género informativo, extensión, fuentes, citas indirectas, referencia a actores involucrados, sesgos periodísticos, figuras literarias e inclusión de elementos audiovisuales. El análisis da cuenta de un predominio claro del enfoque negativo en el tratamiento de los hechos. El enfoque de la noticia adquiere tintes catastróficos en casi un tercio de los textos analizados. Y por el contrario, el encuadre menos usado es el de las soluciones a los sucesos, por un lado, y el de informaciones que tienden a la prevención de los hechos, por el otro. En el cierre del artículo, Puertas y Gutiérrez reflexionan sobre el papel del periodismo ambiental en las sociedades actuales, y concluyen que “la prensa constituye el canal más adecuado para visibilizar y acercar al lector las novedades o los puntos más relevantes de las últimas investigaciones sobre la materia, en un lenguaje más comprensible y accesible, pero se ha de evitar a simplificación y la descontextualización” (p. 161). Este apunte confirma que el periodismo ambiental enfrenta, hoy en día, muchos retos.

“Periodismo y reducción de riesgo de desastres: un paso más allá de la tragedia enunciada”, de Cilene Victor, es el último texto de esta obra colectiva. En él, la autora discute “la importancia del periodismo en la cobertura de las pautas para la reducción de riesgo de desastres (RRD) –cuando aún prevalece de forma clara la pauta de los desastres ya consumados-” (p. 166). Se trata de un texto de corte más teórico-conceptual, sin una muestra de análisis específica, aunque el contexto de reflexión de la autora es Brasil. El marco de reflexión lo conforma la comunicación de riesgos, cuyas particularidades expone la autora en la segunda parte de su texto. Desde ese lugar, presenta el modelo de comunicación de riesgos de desastres (CRD), concebido por la misma autora en 2008 y que incluye cuatro modelos: intrainstitucional, interinstitucional, mediático y comunitario (p. 171). Según la autora, en la prensa brasileña la cobertura de los desastres es mucho mayor a las pautas de reducción de los riesgos de desastres. Cilene Victor expone, como razones desde predominio, las siguientes: los criterios de noticiabilidad, la superposición del periodismo basado en el interés del público y no en el servicio público y la cultura del desastre (p. 176). Así, “es muy difícil escapar de la espectacularización y de sus impactos” (p. 176) y precisamente por ello, la autora plantea que el periodismo debe ser capaz de ver la reducción de riesgos de desastres (y no sólo la cobertura de los hechos en sí mismos) en toda su complejidad. Este periodismo, afirma Cilene Victor, aún no se vislumbra como una práctica fuerte y consolidada, al menos en el contexto brasileño.

Este repaso por los contenidos de los ocho capítulos que conforman la obra Periodismo y desastres. Múltiples miradas demuestra que, efectivamente, la relación entre las prácticas periodísticas y los desastres, sea donde sea que ocurran e independientemente de qué tipo de catástrofe sean, puede ser abordada desde miradas múltiples. Desde reflexiones teóricas que ponen el acento en la comunicación de riesgos y en la necesidad de un periodismo responsable y más humano, hasta los análisis minuciosos que se centran en las fuentes empleadas en la cobertura periodística y los encuadres espaciales y temporales de las noticias, escritas y/o audiovisuales, pasando por trabajos empíricos que toman como muestra los relatos periodísticos del durante del suceso o posteriores al mismo, son muchos los modos de mirar el papel del periodismo actual en las narrativas sobre los desastres que ocurren en varias latitudes de la tierra. En este libro, las y los autores nos comparten estudios y reflexiones encuadradas en espacios geográficos portugueses, brasileños y mexicanos. Todas las catástrofes referidas en la obra (incendios, terremotos, derrumbes, huracanes) tuvieron diferente grado de afectación e impacto en las poblaciones y todas fueron narradas periodísticamente con miradas particulares, en varios medios de comunicación y con diferente grado de complejidad e implicación de los periodistas. Los trabajos empíricos recogidos en este libro confirman que las narrativas periodísticas en las coberturas mediáticas de los desastres están más marcadas por la espectacularización que por el análisis, y que, en muchos casos, sobre todo cuando se atienden los desastres en vivo y en directo, en el durante de los sucesos, las principales fuentes son los testimonios de personas que están siendo víctimas del desastre. Parece que el periodismo sigue apelando más a la emocionalidad de los espectadores, busca implicarlos como si estuvieran ellos viviendo esa catástrofe, y en muchísima menor medida pretende narrar con elementos rigurosos y contrastados de qué manera pueden prevenirse los desastres y qué deben hacer los diferentes actores implicados (instituciones, gobiernos, ONGs, académicos, etc.) para contribuir a esa cultura de prevención.

Podemos decir, entonces, que el periodismo que atiende los desastres tiene el reto de devenir en una práctica más rigurosa, más humana, con más enfoque en la cultura de la prevención que en la propia visibilización espectacular, emotiva y llamativa de los sucesos catastróficos que –previsibles en algunos casos y menos previsibles en otros- acechan muchos países.

Periodismo y desastres. Múltiples miradas no sólo nos describe con rigor el tratamiento de periodístico de algunos desastres ocurridos en tiempos recientes en varias latitudes del continente americano y de Portugal, sino que también nos propone discusiones y debates sobre cómo el periodismo ambiental actual debe responder a la necesidad de ser un servicio público y no una pantalla para satisfacer lo que quiere ver/leer el público. Hacia allá debe caminar ese periodismo.

 

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