Redes sociales descentralizadas: ¿más libertad de expresión o mismo perro con diferente collar?

 

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Vivimos en un momento en el que los escándalos que afectan a las grandes redes sociales —las injerencias en campañas electorales, las alertas de censura o los dudosos tratamiento de datos, por ejemplo— se suceden mientras aumentan su poder. Las plataformas descentralizadas prometen devolver el poder a los internautas, aunque a un precio.

PABLO ROMERO

Este año estamos viviendo un momento dorado para las llamadas redes sociales descentralizadas. A diferencia de Facebook o Twitter, que controlan y centralizan la información de miles de millones de usuarios, propuestas como BitClout aseguran que el uso de la tecnología de cadena de bloques (‘Blockchain’) aportará una descentralización de los procesos que podría evitar, entre otros problemas, la eliminación de contenidos en la red de manera unilateral.

Otras plataformas apuestan por redistribuir los servicios de ubicación —mediante tecnologías P2P, por ejemplo—, es decir, que no dependan de los servidores de una sola compañía, por lo que hacen sumamente difícil actuar contra la propagación de contenidos y, de alguna manera, refuerzan la libertad de expresión en la red. Así funcionan ActivityPub, el Proyecto Diaspora o Mastodon, entre otros.

La historia de BitClout es la más reciente y ciertamente una de las más notables; en una maniobra comunicativa diseñada a la perfección, un exingeniero de Google llamado Nader Al-Naji se dedicó en los últimos meses a desarrollar una aplicación llamada BitClout bajo el pseudónimo «Diamondhands» (un nombre que, además, corresponde una expresión del mundillo ‘ciber’ que describe a alguien dispuesto a mantener una posición para su objetivo final a pesar de los riesgos y pérdidas potenciales).

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