Shoshana Zuboff: “Es Google el que nos usa a nosotros”

 

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La catedrática emérita de la Harvard Business School publica ‘La era del capitalismo de la vigilancia’

Es un libro monumental en tamaño y ambición y explica con pelos y señales, incluidas la Casa de los Sueños de Barbie o el videojuego Pokemon Go, cómo el capitalismo ha cambiado de época, cómo hemos entrado en lo que Shoshana Zuboff denomina La era del capitalismo de la vigilancia (Paidós). Si en el capitalismo industrial se explotaba al máximo la naturaleza y hoy vivimos una emergencia climática, el nuevo capitalismo de la vigilancia, creado por Google pero seguido por empresas digitales y no digitales, explota con afán la propia naturaleza humana para convertirla en predicciones sobre nuestra conducta que comercializar, señala Zuboff, catedrática emérita de la Harvard Business School y que a finales de los ochenta ya publicó La era de la máquina inteligente. Un proceso que nació en el caldo de cultivo del neoliberalismo, pero también de la crisis de las puntocom y del 11-S, y por el que Google comenzó a aprovechar los datos de las búsquedas no para mejorar su producto sino para vender ingente publicidad personalizada. Hoy, con la escala alcanzada y con la tecnología del 5G y el internet de las cosas ya aquí, cree que amenaza el futuro de la autonomía humana y la democracia. No sólo buscan nuestros datos, dice: escanean nuestras emociones y modifican nuestra conducta para su beneficio.

“Hubo un tiempo en el que buscábamos en Google. Ahora Google busca en nosotros”, denuncia en el libro.

Pensábamos que usábamos a Google y las redes sociales, y Google y esas redes nos usan a nosotros. Pensamos que sus servicios son gratis, pero esas compañías piensan que nosotros somos gratis. Pensamos que son compañías innovadoras que ocasionalmente cometen errores que violan la privacidad, cuando la realidad es que esos errores son las innovaciones. Pensamos que la web nos da acceso a todo tipo de conocimiento registrado, cuando de hecho esas empresas están extrayendo nuestra experiencia, convirtiendo nuestras vidas en datos y reclamando esas vidas como su conocimiento registrado. La mayor paradoja es que su retórica nos ha tratado de persuadir de que la privacidad es algo privado. Que decidimos cuánta información personal damos a Google o Amazon y podemos controlar ese intercambio. Pero el hecho real es que no es privada, es pública. Cada vez que doy a estas compañías algo de información personal, su interfaz les permite obtener tantos datos más de mi experiencia de los que no soy consciente… Hasta captar las microexpresiones de mi cara que predicen mis emociones y mi comportamiento, y así nutrir grandes sistemas de inteligencia artificial que son sistemas de conocimiento y poder desigual. Una sociedad que cuida su privacidad es muy distinta a una indiferente a ella o incluso que es agresiva en su deseo de eliminarla. La privacidad es pública, si la entregamos destruimos la sociedad y disminuye la democracia.

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