Sobre (in)visibilidades en la migración de personas LGBTIQ+

 

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Texto de Hadriel Theodoro (Doctorando en el Programa de Postgrado en Comunicación y Prácticas de Consumo, Escuela Superior de Propaganda y Marketing – São Paulo, Brasil)

Cuando abordamos la cuestión de la movilidad humana, es necesario considerar la diversidad de las experiencias de quienes migran, superando un sesgo meramente cuantitativo o economicista. Desde esta perspectiva, es posible la observación de sus causas "objetivas" (migraciones voluntarias, refugio, asilo, etc.), coyunturas materiales y desigualdades. Siendo así, tenemos que ponderar sobre los elementos de subjetividad implicados en las vivencias de cada migrante.
A pesar de que las orientaciones sexuales y las identidades de género forman parte de estos elementos, normalmente no son consideradas como un factor importante para comprender el fenómeno migratorio. Por ejemplo, durante mucho tiempo los estudios migratorios se han desarrollado de forma muy marcada por valores tradicionales y patriarcales, destacando continuamente cuestiones como la importancia de la figura masculina. Al tomar la trayectoria de los hombres migrantes como una norma, hubo (y sigue existiendo) un ocultamiento de la diversidad contenida en los flujos migratorios. Hay que esperar a la década de 1980, gracias a las contribuciones del movimiento feminista, para encontrar producciones científicas que articulen cuestiones de género y migración, evidenciando el hecho de que las experiencias migratorias de mujeres y hombres son vivenciadas de modos muy distintos.

Destapando oídos, abriendo ojos

El continuo silenciamiento e invisibilidad de las cuestiones de género que involucran a las mujeres migrantes se asemeja mucho al caso de migrantes LGTBQI+ (lesbianas, gays, travestis, transgéneros, transexuales, bisexuales, queer, intersexo y otras minorías sexuales y/o de género). Tenerlas en consideración significa reconocer que las experiencias migratorias generan impactos en los modos de vivir las orientaciones sexuales y las identidades de género, así como que las orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas se enfrentan a fronteras sociales, culturales y políticas en lo que se refiere a una normatización de cuerpos, deseos y formas de ser.
Teniendo en cuenta que la/el migrante es normalmente considerada/o como un sujeto que delimita distinciones, o incluso como una amenaza (estereotipos que suelen propagarse por discursos, políticas instituciones y por el imaginario social), las consecuencias de estas relaciones de poder para migrantes LGTBQI+ son aún más profundas. De acuerdo con la filósofa Judith Butler, los sujetos LGTBQI+ poseen una diferenciación sociocultural de carácter ontológico, que, en un sistema normativo que impone la cisgeneridad y la heterosexualidad como patrones, genera una serie de precariedades.
Para entender esta formulación, tenemos que contemplar las normatizaciones que inciden sobre las identidades de género y orientaciones sexuales. En toda sociedad existen ideales biopolíticos de feminidad y masculinidad que se imponen como esencias, produciendo estéticas de género, códigos normativos de reconocimiento y convicciones psicológicas que plantean al sujeto la necesidad de afirmarse como mujer u hombre, femenino o masculino, homosexual o heterosexual. Estas oposiciones binarias son reforzadas por la hegemonía de la heterosexualidad como orientación sexual considerada "normal" o "estándar", fundamental para el mantenimiento de una supuesta homogeneidad de cuerpos, deseos e identidades.
El gran problema de este sistema normativo es que todos los sujetos que no se adecuan a él acaban por sufrir, en un nivel u otro, la patologización de sus subjetividades e identidades, con constantes violencias (simbólicas y / o físicas) y con prácticas coercitivas de "corrección". Se añade a ello un modelo de invisibilizacióz y silenciamiento radical, y de una no-representación/representatividad en el espacio público. Por esa razón, cuando sujetos LGTBIQ+ migran, esas precariedades pueden ser aún más graves, sobre todo al asociarse a otros marcadores sociales de diferencia, como clase, etnia, raza, nacionalidad, religión, edad, etc. En algunos países tales precariedades son aceptadas como justificación válida para la concesión de refugio. Esta medida está pautada en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados (1951). Sin embargo, incluso si la/el migrante LGTBIQ+ no se encuentra en situación de refugio, los riesgos de discriminación, exclusión y violencias continúan penetrando en sus vivencias.

Una cuestión mediática

En este contexto, también es importante tener en cuenta el papel dinamizador e intercultural que los medios ejercen en el cotidiano del sujeto migrante. En su dimensión sociocultural, los medios permean la vida cotidiana y las interacciones sociales. Por lo tanto, los flujos migratorios son atravesados por usos, apropiaciones y mediaciones mediáticas que generan una oferta de representaciones sobre y de quien migra, el establecimiento de redes sociales (locales, nacionales, inter y transnacionales) y hasta demandas por el logro de derechos y ciudadanía. En cuanto movimiento social, las migraciones se relacionan fuertemente con los procesos mediáticos. Los medios de comunicación forman parte de las experiencias de vida de estos sujetos, componiendo dinámicas interactivas multinivel. Ellas son esenciales para la arquitectura de espacios estratégicos de ciudadanía en diferentes esferas, tales como la producción y mantenimiento de vínculos de sociabilidad transnacionales, las demandas de políticas públicas, activismos y en la cuestión de las (in)visibilidades.
Los medios se han consolidado como un elemento que influye directamente en la construcción simbólica y representacional tanto de los Estados nacionales como de las relaciones sociales que cada migrante establece en sus desplazamientos. En el plano micro o macrossocial, los migrantes se mueven por diferentes espacios mediáticos. En las producciones y consumos mediáticos – entendiendo el consumo como portador de sentidos -, el carácter comunicacional de los medios se convierte en una base esencial para la construcción de redes de sociabilidad. Para migrantes, incluyendo LGTBIQ+, los medios se vuelven sustanciales en la fundación de políticas relacionales, tanto a nivel individual (en el acceso a redes de sociabilidad que puedan auxiliar en el proyecto migratorio) como colectivo (en una coyuntura de compromisos para la promoción de derechos humanos y ciudadanía, ámbito muy importante a la dimensión sociocomunicacional de las (in)visibilidades). Pero esas demandas sólo pueden adquirir legitimidad a partir de su visibilización en el espacio público.
En el centro de este escenario mediático, las actuaciones de actores y movimientos sociales pasan por enfrentamientos relacionados con un tipo de visibilidad pública, profundamente permeada por los medios, en su espacio simbólico de embates y negociaciones de sentido. En el caso de inmigrantes y refugiadas/os LGTBIQ+, tenemos una situación paradójica: necesitan hacerse públicamente visibles para que sus reivindicaciones o su propia existencia sean aseguradas; pero, al mismo tiempo que esas visibilidades son producidas, quedan pasivos ante las precariedades que una identidad de género y/o orientación sexual no hegemónica pueden acarrear.
Otro factor que hace también compleja la cuestión, en lo que concierne a las vivencias de inmigrantes y refugiadas/os LGBTIQ+, es que los regímenes de visibilidad pueden ser empleados en sentido opuesto, es decir, como estrategias de invisibilidad. Como se ha señalado, "revelar" una identidad de género y/o orientación sexual "disidente" se convierte en una fuente de violencias, que puede acentuar aún más las precariedades de sus vidas. Para las/os refugiadas/os LGBTIQ+, la situación es aún más grave, ya que estas vienen acompañadas por el temor de sufrir represalias en el país de destino incluso por parte de compatriotas. Esto les lleva a menudo a hacer la solicitud de refugio alegando otros motivos diferentes a las discriminaciones sufridas por su identidad de género y/o orientación sexual, buscando ocultarlas.

Singularidades

Es indiscutible que las experiencias de inmigrantes lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgéneros, queer e intersexo ocurren de modo totalmente distinto, dado que sobre cada una de ellas recaen formas específicas de precariedad. Pero, en cualquier modo, esas (in)visibilidades siempre están presentes, actuando como políticas relacionales. La investigación de doctorado que desarrollo sobre la temática está evidenciando justamente eso. Un ejemplo emblemático es el de Antônia, una mujer lesbiana de Mozambique, de 34 años, que solicitó refugio en Brasil en el año 2013. En una entrevista realizada en abril de 2018, Antônia relata que sufría con una situación de persecuciones, discriminaciones y violencias por ser lesbiana. Según ella misma explica, ese cuadro estaba agravado por una coyuntura de silenciamiento e invisibilidad sobre el asunto, ya que poco se hablaba acerca de la homosexualidad. Fue a partir de las telenovelas brasileñas que Antônia comenzó a construir su proyecto migratorio, una vez que estas retrataban en sus narrativas personajes o parejas homosexuales. Ella decide, entonces, dejar a Maputo, la capital del país, y mudarse a São Paulo.
Al llegar al país, sin embargo, Antônia omite incluso a la Policía Federal (órgano responsable de la regularización de personas extranjeras en Brasil) el verdadero motivo de su migración. Sólo después de recibir asesoramiento jurídico por parte del Comité Nacional para los Refugiados (CONARE), donde fue atendida por una mujer, se atrevió a exponer la cuestión de su sexualidad y condición de vida en Mozambique.
Pero a pesar de estar en un entorno relativamente más receptivo a las personas LGBTIQ+, Antônia afirma que no se siente totalmente segura, e incluso evita frecuentar determinadas zonas de la ciudad por el riesgo de sufrir algún tipo de discriminación o violencia. Podemos percibir que el dilema entre visibilizarse o no es una constante para personas LGBTIQ+ migrantes, sea en la sociedad de origen o de destino, con relación a las instituciones o incluso en los espacios públicos de la ciudad.
De este modo, en un contexto cada vez más mediático, se plantea la necesidad de reflexionar no sólo sobre la configuración de la producción-circulación-consumo de las visibilidades, sino también con respecto a la dimensión del sujeto en ella contenida. Tales ponderaciones subrayan que, en lo que se refiere a las experiencias vitales de sujetos LGBTIQ+ migrantes, las precariedades en su cotidiano deben ser tenidas en cuenta. Esto es extremadamente relevante por dos razones: para que los movimientos migratorios no sean percibidos como una masa amorfa y para que se visibilicen los grupos representativos minoritarios que los integran. Por lo tanto, en medio de esas paradojas de la (in)visibilidad, pocas son las certezas y muchos los desafíos. Lo que, de hecho, se constata son las tensiones entre visibilizarse o no, cómo visibilizarse reduciendo los riesgos de una precarización que todavía puede ser más grave y cuándo y en qué lugares promover esa visibilidad de la diferencia.

Referencias

DE GENOVA Nicholas. The queer politics of migration: reflections on “illegality” and incorrigibility. Studies in Social Justice, v. 4, n. 2, p. 101-126, 2010.

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WESLING, Meg. Why queer diaspora? Feminist Review, v. 90, issue 1, p. 30–47, 2008.

 

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