[:es]
Covid-19 y la migración forzada del zoomismo, Ariadna Estévez
La migración forzada no se va a detener por el confinamiento al que nos ha orillado la covid-19. Va a continuar porque la cuarentena global ha incrementado la pobreza y la desigualdad en países pobres y donde el conflicto no cesa. Sin embargo, la nueva pandemia va a estigmatizar la movilidad humana de la misma forma que el VIH/Sida estigmatizó el sexo. La clase, la raza y el género serán las variables que definirán qué grupos pueden ser el objeto de la estigmatización en la movilidad.
El VIH/Sida surgió a principios de los 1980s, afectando sobre todo a hombres que tienen sexo con otros hombres, hemofílicos y consumidores de drogas. A la fecha, el VIH/Sida ha matado a más de 35 millones de personas en todo el mundo, hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales. No obstante, a quien se ha estigmatizado es a los homosexuales, en principio para transferir a los afectados la responsabilidad en el contagio por prácticas sexuales no aceptadas en el heteropatriarcado; después para encarecer el tratamiento y obstaculizar el diagnóstico oportuno.
El virus SARS-CoV-2 y la enfermedad covid-19 recibieron estos nombres para evitar estigmatizaciones basadas en nacionalidad como ocurrió con la gripe española. El nuevo coronavirus surgió en la ciudad china de Wuhan, así que el vínculo entre el virus y las personas esa nacionalidad era probable. Los primeros en llevar el virus a Occidente fueron viajeros de clase media, gente adinerada de regreso de sus vacaciones y backpackers. Ya en Europa y Norteamérica, el virus migró a América Latina, Asia y África vía los migrantes que regresaban a sus países de para las vacaciones decembrinas, y los migrantes forzados ya en ruta. Aunque el SARS-CoV-2 se diseminó en el mundo siguiendo la ruta neocolonial de la migración, es muy posible que como en el VIH/Sida, la movilidad sea el nuevo “sexo sin protección”, pero ahora los sujetos de la estigmatización no serán los gays sino los migrantes pobres, los refugiados, y las subclases sociales generadas por la microeconomía del zoomismo. El zoomismo es un término que usé en un artículo publicado en nexos1 para llamar a la forma de producción económica del confinamiento y del uso intensivo y masivo de plataformas de teleconferencia, como Zoom, para no interrumpir el trabajo, los estudios o el esparcimiento –de allí el término zoomismo. Escribí ese artículo un mes después de iniciado el confinamiento en México –tres de su inicio global– así que mi comprensión de sus efectos sobre la migración era embriónica. En este nuevo artículo retomo la idea original para ofrecer un análisis prospectivo del posible impacto del zoomismo en la migración. Mi argumento es que el zoomismo va a intensificar las condiciones precarias de lo que Standing (2015) llama el “precariado”, creando nuevas subclases dentro de lo que Marx (2020) denominó las “poblaciones nómadas”. Estas subclases sociales son una masa creciente y pauperizada de teletrabajadores/as, y los migrantes cuyos cuerpos racializados serán vistos como inherentemente tóxicos por estar en movilidad continua. Estas nuevas subclases son el nómada zoomista y el desecho andante.
Seguir leyendo: Nexos
Ilustración: Estelí Meza[:ca]
Covid-19 y la migración forzada del zoomismo, Ariadna Estévez
La migración forzada no se va a detener por el confinamiento al que nos ha orillado la covid-19. Va a continuar porque la cuarentena global ha incrementado la pobreza y la desigualdad en países pobres y donde el conflicto no cesa. Sin embargo, la nueva pandemia va a estigmatizar la movilidad humana de la misma forma que el VIH/Sida estigmatizó el sexo. La clase, la raza y el género serán las variables que definirán qué grupos pueden ser el objeto de la estigmatización en la movilidad.
El VIH/Sida surgió a principios de los 1980s, afectando sobre todo a hombres que tienen sexo con otros hombres, hemofílicos y consumidores de drogas. A la fecha, el VIH/Sida ha matado a más de 35 millones de personas en todo el mundo, hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales. No obstante, a quien se ha estigmatizado es a los homosexuales, en principio para transferir a los afectados la responsabilidad en el contagio por prácticas sexuales no aceptadas en el heteropatriarcado; después para encarecer el tratamiento y obstaculizar el diagnóstico oportuno.
El virus SARS-CoV-2 y la enfermedad covid-19 recibieron estos nombres para evitar estigmatizaciones basadas en nacionalidad como ocurrió con la gripe española. El nuevo coronavirus surgió en la ciudad china de Wuhan, así que el vínculo entre el virus y las personas esa nacionalidad era probable. Los primeros en llevar el virus a Occidente fueron viajeros de clase media, gente adinerada de regreso de sus vacaciones y backpackers. Ya en Europa y Norteamérica, el virus migró a América Latina, Asia y África vía los migrantes que regresaban a sus países de para las vacaciones decembrinas, y los migrantes forzados ya en ruta. Aunque el SARS-CoV-2 se diseminó en el mundo siguiendo la ruta neocolonial de la migración, es muy posible que como en el VIH/Sida, la movilidad sea el nuevo “sexo sin protección”, pero ahora los sujetos de la estigmatización no serán los gays sino los migrantes pobres, los refugiados, y las subclases sociales generadas por la microeconomía del zoomismo. El zoomismo es un término que usé en un artículo publicado en nexos1 para llamar a la forma de producción económica del confinamiento y del uso intensivo y masivo de plataformas de teleconferencia, como Zoom, para no interrumpir el trabajo, los estudios o el esparcimiento –de allí el término zoomismo. Escribí ese artículo un mes después de iniciado el confinamiento en México –tres de su inicio global– así que mi comprensión de sus efectos sobre la migración era embriónica. En este nuevo artículo retomo la idea original para ofrecer un análisis prospectivo del posible impacto del zoomismo en la migración. Mi argumento es que el zoomismo va a intensificar las condiciones precarias de lo que Standing (2015) llama el “precariado”, creando nuevas subclases dentro de lo que Marx (2020) denominó las “poblaciones nómadas”. Estas subclases sociales son una masa creciente y pauperizada de teletrabajadores/as, y los migrantes cuyos cuerpos racializados serán vistos como inherentemente tóxicos por estar en movilidad continua. Estas nuevas subclases son el nómada zoomista y el desecho andante.
Seguir leyendo: Nexos
Ilustración: Estelí Meza
[:]