[:es]Para los formados en El periodista universal –el manual de periodismo de David Randall, presentado como “el mejor” en su edición española de Siglo XXI (1999)–, si desaparecieran de repente las secciones de opinión y los columnistas de los periódicos, no se perdería gran cosa.
“La lista de editoriales de prensa que sobrevivieron al número en que se publicaron no es larga”, escribía el exsubdirector del Observer y columnista del Independent. “Es muy difícil encontrar un solo caso en que los comentarios de un periódico hayan llegado a cambiar el mundo. El único que suele citarse, el famoso artículo de Émile Zola, ‘J’Accuse’, sobre el caso Dreyfus, publicado en el diario francés L’Aurore en enero de 1898, era en realidad una carta abierta al Gobierno y no un editorial (y solo tuvo un efecto limitado)”.
El otro caso fue producto de un error. Cuando, en abril de 1888, falleció Ludwig Nobel, el hermano mayor del inventor de la dinamita, un importante periódico francés leyó mal el comunicado y publicó la necrológica de Alfred. Pensando que el mundo le recordaría como “el mercader de la muerte”, se sintió tan mal que cambió su testamento para dedicar su fortuna, cuando muriese de verdad, al Premio Nobel de la Paz, la Literatura y las Ciencias.
Con los columnistas no era más generoso: “Poseo docenas de libros que son recopilaciones de columnas escritas por los grandes nombres del oficio. En el caso de la mayoría de estos trabajos, el paso del tiempo los convierte en absolutamente irrelevantes o desconcertadamente impenetrables”.
Seguir leyendo: Cuadernos de Periodistas[:ca]FELIPE SAHAGÚN
Para los formados en El periodista universal –el manual de periodismo de David Randall, presentado como “el mejor” en su edición española de Siglo XXI (1999)–, si desaparecieran de repente las secciones de opinión y los columnistas de los periódicos, no se perdería gran cosa.
“La lista de editoriales de prensa que sobrevivieron al número en que se publicaron no es larga”, escribía el exsubdirector del Observer y columnista del Independent. “Es muy difícil encontrar un solo caso en que los comentarios de un periódico hayan llegado a cambiar el mundo. El único que suele citarse, el famoso artículo de Émile Zola, ‘J’Accuse’, sobre el caso Dreyfus, publicado en el diario francés L’Aurore en enero de 1898, era en realidad una carta abierta al Gobierno y no un editorial (y solo tuvo un efecto limitado)”.
El otro caso fue producto de un error. Cuando, en abril de 1888, falleció Ludwig Nobel, el hermano mayor del inventor de la dinamita, un importante periódico francés leyó mal el comunicado y publicó la necrológica de Alfred. Pensando que el mundo le recordaría como “el mercader de la muerte”, se sintió tan mal que cambió su testamento para dedicar su fortuna, cuando muriese de verdad, al Premio Nobel de la Paz, la Literatura y las Ciencias.
Con los columnistas no era más generoso: “Poseo docenas de libros que son recopilaciones de columnas escritas por los grandes nombres del oficio. En el caso de la mayoría de estos trabajos, el paso del tiempo los convierte en absolutamente irrelevantes o desconcertadamente impenetrables”.
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