Hiroshima

 

Selección

[:es]Xavier Gómez Muñoz

Eran otros tiempos. Las primeras transmisiones de radio apenas habían empezado en 1920 y las de televisión en 1927. La humanidad no estaba expuesta a millones de bytes de información a toda hora, incluso las noticias importantes se tomaban su tiempo en llegar, nada estaba aún a un clic de distancia o velocidad y no había sido acuñada, en ese contexto, medio siglo después la tan apreciada viralidad. Era “Exactamente a las ocho y quince minutos de la mañana, hora japonesa, el 6 de agosto de 1945, en el momento en que la bomba atómica relampagueó sobre Hiroshima…”, escribió con precisión milimétrica el reportero —con esa oración inicia su relato— responsable de documentar el impacto de una de las bombas que Estados Unidos lanzó sobre Japón, con lo cual terminó oficialmente la Segunda Guerra Mundial.

A mediados del siglo anterior tampoco habían sido inventadas las etiquetas “nuevo periodismo” o “periodismo narrativo” —el término “crónica” es casi tan viejo como la escritura—, y, aunque cuando se publicó fue catalogado como reportaje, Hiroshima, de John Hersey, es considerado un referente de ese periodismo que insiste sobre todo en narrar, y, debido a su impacto en el mundo, se puede decir —cómo no— que fue viral.

Eran definitivamente otros tiempos, decía, en los que la información no conveniente e incómoda tenía que tomar otros caminos para superar la censura. Se habían enviado corresponsales de Estados Unidos y otras partes del mundo a Japón, se habían publicado reportajes, el mundo sabía lo sucedido en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, pero ningún reportero se había fijado en eso que ahora se llama el lado humano. Por pedido del editor ejecutivo de la revista The New Yorker, William Shawn, Hersey lo hizo, combinando la narración que había cultivado como novelista y sus habilidades de corresponsal y reportero. Hiroshima se publicó originalmente el 31 de agosto de 1946, un año después de que la bomba destruyera aquella ciudad japonesa, y pasó a la historia porque, como explicó el autor, su intención no fue escribir sobre edificios sino sobre personas.

El valor de la narración (y otros aciertos)

John Hersey

La historia personal del autor de Hiroshima no le pide favor a ninguna ficción. Hijo de misioneros cristianos, John Hersey nació en la ciudad china de Tianjin, en 1914, y vivió allí hasta que tuvo diez años. Regresó con su familia a Estados Unidos, estudió en la Universidad de Yale y después en Cambridge, Reino Unido; jugó fútbol americano; fue corresponsal para las revistas Time y The New Yorker, publicó novelas y ganó un Pulitzer en la categoría de ficción por ello. Reportó la Segunda Guerra Mundial desde Europa y Asia, y colaboró como camillero durante la cobertura de la batalla de Guadalcanal, en el llamado frente del Pacífico, lo que le valió una medalla en Estados Unidos.

Seguir Leyendo: Mundo DINERS[:ca]Xavier Gómez Muñoz

Eran otros tiempos. Las primeras transmisiones de radio apenas habían empezado en 1920 y las de televisión en 1927. La humanidad no estaba expuesta a millones de bytes de información a toda hora, incluso las noticias importantes se tomaban su tiempo en llegar, nada estaba aún a un clic de distancia o velocidad y no había sido acuñada, en ese contexto, medio siglo después la tan apreciada viralidad. Era “Exactamente a las ocho y quince minutos de la mañana, hora japonesa, el 6 de agosto de 1945, en el momento en que la bomba atómica relampagueó sobre Hiroshima…”, escribió con precisión milimétrica el reportero —con esa oración inicia su relato— responsable de documentar el impacto de una de las bombas que Estados Unidos lanzó sobre Japón, con lo cual terminó oficialmente la Segunda Guerra Mundial.

A mediados del siglo anterior tampoco habían sido inventadas las etiquetas “nuevo periodismo” o “periodismo narrativo” —el término “crónica” es casi tan viejo como la escritura—, y, aunque cuando se publicó fue catalogado como reportaje, Hiroshima, de John Hersey, es considerado un referente de ese periodismo que insiste sobre todo en narrar, y, debido a su impacto en el mundo, se puede decir —cómo no— que fue viral.

Eran definitivamente otros tiempos, decía, en los que la información no conveniente e incómoda tenía que tomar otros caminos para superar la censura. Se habían enviado corresponsales de Estados Unidos y otras partes del mundo a Japón, se habían publicado reportajes, el mundo sabía lo sucedido en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, pero ningún reportero se había fijado en eso que ahora se llama el lado humano. Por pedido del editor ejecutivo de la revista The New Yorker, William Shawn, Hersey lo hizo, combinando la narración que había cultivado como novelista y sus habilidades de corresponsal y reportero. Hiroshima se publicó originalmente el 31 de agosto de 1946, un año después de que la bomba destruyera aquella ciudad japonesa, y pasó a la historia porque, como explicó el autor, su intención no fue escribir sobre edificios sino sobre personas.

El valor de la narración (y otros aciertos)

John Hersey.

La historia personal del autor de Hiroshima no le pide favor a ninguna ficción. Hijo de misioneros cristianos, John Hersey nació en la ciudad china de Tianjin, en 1914, y vivió allí hasta que tuvo diez años. Regresó con su familia a Estados Unidos, estudió en la Universidad de Yale y después en Cambridge, Reino Unido; jugó fútbol americano; fue corresponsal para las revistas Time y The New Yorker, publicó novelas y ganó un Pulitzer en la categoría de ficción por ello. Reportó la Segunda Guerra Mundial desde Europa y Asia, y colaboró como camillero durante la cobertura de la batalla de Guadalcanal, en el llamado frente del Pacífico, lo que le valió una medalla en Estados Unidos.

Seguir Leyendo: Mundo DINERS[:]

Vistas:

205