EUDEBA
"Este libro surge de las reflexiones provocadas por un nuevo marco normativo que existe en Argentina, desde el 2109, sobre las diferentes formas de discriminación de género en los medios de comunicación.
Si bien el «Capítulo J» de la Plataforma de Acción de Beijing (PAB) había establecido en 1995 las responsabilidades que cabían a los Estados en el logro de los dos objetivos estratégicos que se propuso –mejorar la imagen de las mujeres en los medios y el acceso democrático tanto a la estructura laboral como a los cargos directivos–, en la mayoría de los países del mundo, y de acuerdo a las revisiones que cada cinco años se hicieron de la PAB, se había avanzado muy poco sobre este tema.
El tiempo transcurrido desde el año 2009, así como la propia evidencia de los procesos de Argentina y países hermanos presentes en este libro, muestran que la redistribución de bienes simbólicos –y particularmente de los que tienen que ver con el sostenimiento de estructuras de poder patriarcales– no es sencilla y conlleva una profunda transformación cultural que las normas y políticas públicas pueden colaborar a implementar, sobre todo por su efecto simbólico, y que requiere de constancia y profundización. Dicho de otra forma: si los medios de comunicación nos impactan cada pocos segundos con imágenes estereotipadas de mujeres y varones heterosexuales, y de personas con identidades de género diversas, no bastará una campaña, una serie de capacitaciones o una sanción eventual, sino que se requiere de un potente compromiso de transformación para que la igualdad se logre y se perpetúe en el tiempo y vaya probando y generando nuevas estrategias de acción. Para eso hacen falta Estados comprometidos con los derechos humanos que tengan como norte el logro de la igualdad de género, y no sólo en los medios de comunicación.
Los artículos presentes en este libro muestran que si bien en América Latina está en debate en los últimos años el derecho a la comunicación –gritando al mundo que este derecho no « fracasó » cuando los países desarrollados rechazaron en 1980 en la UNESCO el Informe McBride –, el derecho a la comunicación de las mujeres, y la libertad de expresión de las mujeres –y mucho más el de las personas con identidades de género diversa– no son parte de esta agenda « grande » del debate comunicaciónal." (Chaher, en la introducción)
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