Constanza Michelson: “El lenguaje contemporáneo transforma todo en mercancía”

 

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La psicoanalista chilena, referencia regional, desnuda las contradicciones de los nuevos paradigmas, del padre deconstruido al egocentrismo que estimulan las redes.

Ines Hayes

Una cama deshecha, una mesita de luz que rebalsa de cosas: cigarrillos, lapiceras, pañuelitos, una botella de vidrio, blisters de remedios y en el piso, un perrito de peluche. Esa síntesis , un cinturón, una bombacha, papeles y más cigarrillos. En la tapa del libro Capitalismo del yo, ciudades sin deseo (Paidós), de la psicoanalista chilena Constanza Michelson, el marketing editorial supo condensar con astucia los vínculos y las tensiones de su singular universo, en el que la postulación académica no excluye la divulgación.

  • Capitalismo del yo, de Constanza MichelsonCapitalismo del yo, de Constanza Michelson

Michelson es una voz joven e influyente. Su experiencia clínica como psicoanalista compone una trama en la que se enlazan además sus sus columnas en medios chilenos y de la región, emisiones radiales y sus libros. Desde esos espacios, su mirada pone en comunión la presencia del feminismo, las tensiones del capitalismo, la precarización laboral, las encrucijadas de la juventud y la coyuntura de su país, Chile, zamarreado en los últimos años por una sed de cambio.

En este intercambio con Ñ, a través de una aplicación digital, Michelson se detiene en la construcción de la masculinidad, en las violencias postpatriarcales, el poliamor y las luchas contra el poder.

–“La masculinidad es la historia de un fracaso en el sentido de que debe ser demostrada”, decís en tu libro. ¿Por qué debe ser demostrada?

–No existe un equivalente de la ofensa “poco hombre” para las mujeres o en las disidencias. A las mujeres se las ha acusado de putas o locas y de otras cosas, pero no de tener que demostrar ser mujeres. Contrariamente, la masculinidad ha debido demostrar algo que supuestamente se debería poseer. Ahora bien, creo que hoy se les exige a los hombres otra cosa, que se deconstruyan, y tal ejercicio es muy interesante, especialmente cuando ocurre más allá de la voluntad. El problema es cuando las ideas, por buenas que sean, pasan por la licuadora implacable del lenguaje contemporáneo, capaz de transformar todo en un concepto o una mercancía, en una tendencia y un traje que se compra o se arrienda. Entonces, no se deconstruye nada, sino que se instaura una nueva jerarquía en torno a una moral. Espero que la deconstrucción cuide su potencial de preguntas existenciales y no se convierta en todo eso que hizo la lengua del management en los 90 con “la inteligencia emocional”. Lo que me interesa sobre estos asuntos es que las personas hemos sido despojadas de desposeer, es decir, de prescindir de poseer, el amor propio o lo que sea. A fin de cuentas, no hay nada menos propio que el amor. Como escribe la novelista brasilera Clarice Lispector en La pasión según G.H.: “Ahora no tomo tu mano para mí. Yo te doy la mano”.

Citás a Luigi Zoja cuando dice: “Es posible que en la historia psicológica de los sexos, lo femenino se presente como necesario y lo masculino, como contingente”. ¿Por qué te interesa esa imagen?

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La psicoanalista chilena, referencia regional, desnuda las contradicciones de los nuevos paradigmas, del padre deconstruido al egocentrismo que estimulan las redes.

Ines Hayes

Una cama deshecha, una mesita de luz que rebalsa de cosas: cigarrillos, lapiceras, pañuelitos, una botella de vidrio, blisters de remedios y en el piso, un perrito de peluche. Esa síntesis , un cinturón, una bombacha, papeles y más cigarrillos. En la tapa del libro Capitalismo del yo, ciudades sin deseo (Paidós),de la psicoanalista chilena Constanza Michelson, el marketing editorial supo condensar con astucia los vínculos y las tensiones de su singular universo, en el que la postulación académica no excluye la divulgación.

  • Capitalismo del yo, de Constanza MichelsonCapitalismo del yo, de Constanza Michelson

Michelson es una voz joven e influyente. Su experiencia clínica como psicoanalista compone una trama en la que se enlazan además sus sus columnas en medios chilenos y de la región, emisiones radiales y sus libros. Desde esos espacios, su mirada pone en comunión la presencia del feminismo, las tensiones del capitalismo, la precarización laboral, las encrucijadas de la juventud y la coyuntura de su país, Chile, zamarreado en los últimos años por una sed de cambio.

En este intercambio con Ñ, a través de una aplicación digital, Michelson se detiene en la construcción de la masculinidad, en las violencias postpatriarcales, el poliamor y las luchas contra el poder.

–“La masculinidad es la historia de un fracaso en el sentido de que debe ser demostrada”, decís en tu libro. ¿Por qué debe ser demostrada?

–No existe un equivalente de la ofensa “poco hombre” para las mujeres o en las disidencias. A las mujeres se las ha acusado de putas o locas y de otras cosas, pero no de tener que demostrar ser mujeres. Contrariamente, la masculinidad ha debido demostrar algo que supuestamente se debería poseer. Ahora bien, creo que hoy se les exige a los hombres otra cosa, que se deconstruyan, y tal ejercicio es muy interesante, especialmente cuando ocurre más allá de la voluntad. El problema es cuando las ideas, por buenas que sean, pasan por la licuadora implacable del lenguaje contemporáneo, capaz de transformar todo en un concepto o una mercancía, en una tendencia y un traje que se compra o se arrienda. Entonces, no se deconstruye nada, sino que se instaura una nueva jerarquía en torno a una moral. Espero que la deconstrucción cuide su potencial de preguntas existenciales y no se convierta en todo eso que hizo la lengua del management en los 90 con “la inteligencia emocional”. Lo que me interesa sobre estos asuntos es que las personas hemos sido despojadas de desposeer, es decir, de prescindir de poseer, el amor propio o lo que sea. A fin de cuentas, no hay nada menos propio que el amor. Como escribe la novelista brasilera Clarice Lispector en La pasión según G.H.: “Ahora no tomo tu mano para mí. Yo te doy la mano”.

Citás a Luigi Zoja cuando dice: “Es posible que en la historia psicológica de los sexos, lo femenino se presente como necesario y lo masculino, como contingente”. ¿Por qué te interesa esa imagen?

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