El estudio de las comunidades indígenas, a debate en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

 

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Autora: Alba Navarro Peribáñez (Estudiante de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona)

Reflexionar sobre cómo se está abordando la investigación de los pueblos originarios fue el objetivo del “Workshop interdisciplinar sobre comunidades indígenas: apuntes metodológicos», organizado por el Institut de la Comunicació de la Universitat Autònoma de Barcelona (InCom-UAB) en el marco de un proyecto de sensibilización financiado por la Fundació Autònoma Solidaria y dirigido por la investigadora Amparo Huertas Bailén, directora del InCom-UAB. En el encuentro se rindió homenaje al profesor José Carlos Sendín Gutiérrez (Universidad Rey Juan Carlos), impulsor de esta actividad académica, recientemente fallecido.

Fueron dos días intensos -el 15 y 16 de septiembre de 2016- en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAB, en los que especialistas del área de la comunicación y de la antropología – doctorandos e investigadores con larga trayectoria- aprovecharon para debatir sobre cuestiones metodológicas. El programa incluyó la participación de ponentes de diferentes países (Brasil, España, Méjico, Noruega, Suiza y Venezuela), quienes explicaron los trabajos que vienen realizando en América Latina. Se compartieron anécdotas, vivencias, recuerdos,… pues este tipo de trabajos acaban convirtiéndose en inolvidables experiencias de vida, dados los lazos amistosos que suelen acabar produciéndose.

Todas las ponencias mostraron reflexiones a partir de trabajos de campo propios. Por ejemplo, desde el área de la Comunicación, Rafael Franco Coelho, de la Universidad Federal de Goiás-Brasil y miembro del InCom-UAB, nos habló de “Aldea Digital», un proyecto de comunicación de los Xavante en el Brasil Central. Su investigación, núcleo central de su Tesis Doctoral realizada en el Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universitat Autònoma de Barcelona y dirigida por Amparo Huertas Bailén, le ha llevado a conocer muy de cerca los medios digitales creados en esta comunidad. Entre otros, cuenta con un blog y un perfil en Facebook. Franco Coelho explicó las numerosas reuniones que fueron necesarias para crear logotipos e imágenes de marca, pues la intención era que las comunidades siempre se reconocieran en sus proyectos mediáticos. Desde el área de la antropología, y también a título de ejemplo, podemos mencionar el trabajo de Mònica Martínez Mauri (Universitat de Barcelona). A partir de su estudio sobre las aves en la comarca de Gunayala (Panamá), se ha acabado produciendo un libro con ilustraciones explicativas que hoy en día se emplea en visitas turísticas guiadas.

Presentarse en una comunidad indígena: coparticipación

La investigadora Gemma Orobitg Canal, de la Universitat de Barcelona, expuso que la antropología es una disciplina que se ha ido modificando a lo largo de la historia, pues las metodología aplicadas han pasado de basarse en el exilio y en la soledad del antropólogo a fusionarse con una nueva cultura en la que las relaciones personales/comunitarias acaban teniendo un peso importante. En esta línea, Gemma Celigueta Comerma, de la Universitat de Barcelona, puntualizó que se ha de tener especial cuidado: como investigador, se ha de ser muy consciente de que se puede perjudicar a las comunidades y de que se ha de evitar la desunificación. De hecho, no todos los contextos ni personas son iguales, tampoco dentro de una misma comunidad y, como matizó Fernando Carías Pérez, del Centro de Estudios Amazónicos Guayana, las diferencias también pueden unir. Mireia Campanera, de la Universitat de Barcelona, hizo hincapié en las dinámicas propias de cada comunidad, cuando la antropología permite conocer la importancia de la diversidad cultural, del desarrollo, de la historia y de las políticas propias de cada una de ellas.

Una vez adentrado en las comunidades, el antropólogo se sumerge –o quizá deberíamos decir es sumergido- en un mundo nuevo, que tiene que entender para luego poderlo explicar. Según Rafael Franco Coelho, de alguna manera esto le otorga cierta autoridad al estudioso, ya que sus métodos funcionan como punto de encuentro entre los diferentes grupos de una comunidad y como herramienta de reconocimiento de sus costumbres y situaciones. En el trabajo de campo, se parte de la premisa de que es necesario comprender su estilo de vida, pero con la idea de que “se ha hablar con ellos, no de ellos». No se puede correr el riesgo, como apuntó Sebastián Gómez Ruiz, de la Universitat de Barcelona, de acabar creando otra realidad.

Por tanto, es evidente que adentrarse en una comunidad no es tarea fácil. Sabine Kradolfer, de la Universidad de Lausanne, fue todavía más allá y puso de manifiesto la necesidad de tener en cuenta el contexto para saber cómo actuar o qué tipo de material usar. Es más, en ocasiones, se han de hacer cosas dedicadas solamente a la comunidad, sin ninguna utilidad para el mundo científico. Tal como planteó Fernando Carías Pérez, la verdad es subjetiva y la verdad del antropólogo sobre la comunidad puede no ser la de la propia comunidad; por lo tanto, es primordial conocer los puntos de vista del otro, donde la verdad absoluta se construye conjuntamente.

En definitiva, el debate dejó clara la idea de que es esencial el adentrarse y el descubrir nuevas formas de vida. Ahora bien, esto ha de responder a un proceso de coparticipación y retroalimentación compartido colectivamente, en el que se propicie una experiencia enriquecedora mutua, como insistieron Maria Luna, del InCom-UAB, y Montserrat Ventura i Oller, de la Universitat Autònoma de Barcelona.

Más allá de las dificultades que supone el experimentar la soledad inicial al sentirse como un “extraño», el antropólogo en ocasiones también se ve frenado por los límites y procesos de negociación que cada comunidad le plantea -normas en cuanto a acceso a espacios, a personas,…-, por tanto, y tal como expuso Gemma Celigueta Comerma, suele ser necesario buscar alianzas para realizar acciones.

Paralelamente, también están las limitaciones burocráticas. Los equipos de investigación deben hacer frente a una burocratización normalmente muy exigente, para lo que necesita conocer roles, jerarquías, prohibiciones, secretos, tensiones, disconformidades y las relaciones de poder existentes en los países, tal como apuntaron varios participantes del workshop. El tiempo que se requiere para realizar todas las negociaciones y obtener la documentación y permisos necesarios son factores clave en los procesos de investigación. De alguna manera, y tal y como dijo Daniela Ivars, de la Universidad NTNU de Trondheim en Noruega, quien nos explicó su aproximación a la comunidad mapuche en Chile, el antropólogo se ha de anticipar a todo lo que pueda encontrarse.

En otro momento del debate, también se habló de las dificultades para encajar este tipo de estudios en las convocatorias para obtener subvención. La exigencia de calendarios y presupuestos cerrados es una limitación para el trabajo con las comunidades indígenas, donde los ritmos son otros y donde, sin flexibilidad, es difícil avanzar.

En definitiva, nada que ver el mundo del antropólogo con aquel estereotipo del viaje a un lugar paradisiaco, donde las comunidades viven en plena paz y armonía. Tanto en el mundo visitado como en el propio hay jerarquías y ambiciones, y los equipos investigadores han de ser capaces de afrontarse a ambos contextos.

Dando voz a los conocimientos y luchas de las comunidades

Cuando se estudian las comunidades indígenas, se ha de dar una retroalimentación en positivo, útil para ambas partes. Por ello, y no en vano, las comunidades esperan ciertas acciones y respuestas por parte de los antropólogos y de la sociedad una vez “se dejan observar».

Gemma Orobitg Canal y Maria Luna lo plantearon del siguiente modo. Las comunidades indígenas quieren contar su verdad con la voluntad de ser escuchadas, teniendo como premisa que la sociedad sea consciente de sus vidas. A las comunidades les fascina el hecho de que el antropólogo, todo y no pertenecer completamente a ellas, pueda captar parte de su realidad. Además, agradecen la oportunidad de compartir el conocimiento y de ganarse la vida gracias a él. Como apuntó Mònica Martínez Mauri, quieren participar en los proyectos y dar a conocer sus costumbres, especificidades y estilos de vida.

Al mismo tiempo, también quieren que las investigaciones reflejen sus limitaciones, sus luchas, con la esperanza de que el mundo científico dé voz y la sociedad les conozca. Quieren que se vean sus cosmovisiones, sus amenazas más latentes y sus preocupaciones espirituales, ambientales, culturales y/o políticas, como remarcó Sebastián Gómez Ruiz. Diversos ponentes subrayaron su defensa de las tierras y del agua, así como sus denuncias, plenamente pacifistas, en contra de la violencia y la apuesta por una organización para la justicia social y medioambiental. Mireia Campanera lo expuso del siguiente modo, “hablan hacía el mundo» presentándose como guardianes de la selva para conseguir una gestión coherente con el desarrollo sostenible a fin de mejorar la calidad de vida de la población.

La presentación de Montserrat Ventura i Oller puso sobre la mesa la preservación de las lenguas minoritarias, muchas de ellas amenazadas o en peligro de extinción. Se plantearon los problemas que se derivan de la necesidad de hacerlas visibles en los entornos digitales, porque siempre se han de respetar los paradigmas de las comunidades indígenas que las emplean.

Ana Lucía Nunes de Sousa , de la Universidad Federal do Rio de Janeiro y miembro del InCom-UAB, subrayó la idea de que el investigador ha de ser consciente de que tiene que ofrecer algún beneficio a la comunidad que investiga. Según explicó Rafael Franco Coelho a partir de su trabajo en diversas comunidades brasileñas, las comunidades quieren que haya un compromiso en ese sentido y, por lo tanto, exigen conocer lo que se dice sobre ellas y que eso contribuya a favor de sus luchas.

El exponer sus vidas y luchas a veces puede ser interpretado como un deseo de que, desde la investigación, se contribuya a salvar sus mundos, como si el investigador fuera una autoridad de salvamento de sus manifestaciones y rituales. Pero, tal y como se concluyó en una de las discusiones que se generaron, ellos quieren cambiar su historia pero, sobre todo, ellos quieren ser sus propios productores culturales.

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