La tecnología y la cooperación, a través de las infraestructuras de telecomunicaciones y de Internet, se han convertido en nuestras armas más poderosas para luchar contra el coronavirus y unirnos como sociedad.
Uno de los mensajes que más se ha compartido en redes y medios digitales durante las semanas de confinamiento explica que la razón principal por la que las empresas han acelerado el proceso de digitalización ha sido la llegada de la COVID-19. Aunque es triste, esta afirmación es bastante cierta.
Numerosas empresas han implementado sistemas de trabajo en remoto en pocos días, algo que parecía que solo podía lograrse en años. Los gobiernos y administraciones públicas han tenido que aprender a usar medios digitales, como sistemas de videoconferencia o mensajería, y cambiar sus procesos para poder digitalizarlos. La pandemia de la COVID-19 es la primera crisis sanitaria global que vamos a superar con el apoyo de la tecnología digital. Por ello, no es una exageración decir que nuestras economías y sociedades se han digitalizado más en las últimas semanas que en los últimos cinco años.
Cooperación versus fragmentación
Internet, ese espacio global e interconectado que ha revolucionado por completo nuestros sistemas económicos y sociales, está siendo una pieza clave tanto para frenar el virus, como para mantenernos conectados en la distancia. La red nos está permitiendo acceder información a escala global para aprender, innovar y desarrollarnos más rápido que nunca. Es el Internet abierto e interconectado el que sustenta el libre flujo de datos mundial que facilita que podamos seguir la evolución del virus, compartir buenas prácticas que contribuyan a detenerlo y ayudar en la gestión de esta crisis global. Gracias a la red, hemos podido utilizar sistemas de impresión 3D para producir componentes de productos como respiradores o pantallas protectoras. Los superordenadores más potentes del mundo están trabajando juntos para encontrar soluciones contra el virus, conectados a la misma infraestructura global. Las cadenas de suministro internacionales, que se gestionan a través de Internet y que sustentan el comercio electrónico, nos ofrecen la posibilidad de seguir adquiriendo productos de primera necesidad, material sanitario y otros bienes, incluso en una situación de confinamiento y restricción de movimiento.
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