Estrategias de Escritura en la formación

 

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Liliana Grigüelo reseña el libro “Estrategias de Escritura en la formación. La experiencia de enseñar escribiendo” de Daniel Brailovsky y Ángela Menchón (Noveduc. Buenos Aires, 2014).

La obra de Daniel Brailovsky y Ángela Menchón aborda el problema de la escritura en el proceso de la formación docente. Desde una perspectiva original, expone la idea de pensarla dentro de la comunidad académica como “lugar de experiencia”. No es el molde u ornamento pautado bajo la norma del “buen decir”, sino un lugar de rebelión y desorden, un espacio habitado que, en el ejercicio del hacer, se abre hacia nuevos horizontes: el “escribir” cede paso al “escribiendo” como instancia performativa.

Retoma la idea de diálogo y la pregunta pedagógica piagetiana en tanto estrategia de escritura que reparte y redistribuye la palabra en función de una educación liberadora.

El texto rastrea los presupuestos, sobreentendidos y representaciones que la comunidad académica (alumnos y profesores de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales) tiene sobre la escritura. Ésta se desenvuelve en un campo de tensiones discursivas que diferencian el “entender” asociado a la información, del “comprender” como lugar de reflexión y pensamiento. En este entramado de discursividades se dirime la escritura como alienación, petición o copia versus la escritura como conquista, deseo, creación y liberación.

Pero el libro no sólo elabora un cuadro exhaustivo, atento y crítico respecto de las representaciones académicas de la escritura en la enseñanza superior, sino que presenta además, en el capítulo cuarto, once propuestas didácticas para trabajar en el aula, signadas por la perspectiva de “aprender escribiendo”. En cada una de ellas se evalúan objetivos, metodología y dificultades, a la vez que se ejemplifica con casos tomados de situaciones de aula.

Finalmente, el texto ratifica su solidez científica, dando cuenta del sustento teórico de una investigación más profunda: un desafío que consistió en tomar aspectos de la metodología etnográfica y llevarlos al contexto del aula, a fin de desarrollar estrategias pedagógicas que optimicen el proceso de enseñanza aprendizaje. El trabajo de campo incorporó a la voz del docente, la voz del alumno como co-investigador.

Un epígrafe de la introducción, que retoma una voz ajena, acusa: “las palabras recogen vestiduras abandonadas y regresan después empujando el pensamiento”, así este texto propone repensar la escritura, atrapada por viejos moldes pedagógicos, y reinventar el “escribiendo” como apertura a un conocimiento soberano.

 

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