Internet, la autopista de la propaganda yihadista

 

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Autora: Amparo Huertas Bailén (InCom-UAB)

Rachid ElYounoussi lleva cinco años trabajando con jóvenes migrantes, mayoritariamente procedentes del Norte de África y con raíces musulmanas, dándoles el soporte necesario para su proceso de adaptación en Catalunya. Dirige la asociación Darna, situada en el barrio del Raval de Barcelona. Creada el año 2017, uno de sus principales objetivos es prevenir la radicalización yihadista. Desde el centro, se acompaña a jóvenes y familiares par ayudarles a enfrentarse a este problema y, además, también desarrolla un programa socio-deportivo con menores extranjeros no acompañados.

Rachid ElYounoussi es periodista especializado en el movimiento yihadista global y dirige la publicación digital infotalqual.net desde 2013. Conoce bien las estrategias comunicativas que se dan detrás de todo proceso de radicalización. Un proceso que él define como “aquel  que lleva a un individuo o a un grupo a creencias radicales y, finalmente, a conductas violentas”.

Rachid ElYounoussi es periodista especializado en el movimiento yihadista global y dirige la publicación digital infotalqual.net desde 2013. Conoce bien las estrategias comunicativas que se dan detrás de todo proceso de radicalización. Un proceso que él define como “aquel  que lleva a un individuo o a un grupo a creencias radicales y, finalmente, a conductas violentas”.

¿Nos podría explicar cómo desarrolla su investigación en torno a la propaganda yihadista?

A partir de un estudio realizado por expertos sobre un corpus de más de 1,9 millones de mensajes publicados en Twitter por unos 25 mil simpatizantes del ISIS (Estado Islámico de Irak y el Levante)  y de unos 20 grupos de WhatsApp y Telegram, analizados por nosotros en InfoTalQual, exploramos cómo ISIS hace uso de las redes sociales para difundir su propaganda y reclutar a militantes a nivel global, pero con especial énfasis en el mundo árabe. Distinguimos entre contenido sectario y contenido que impulsa a la violencia y, a partir de ahí, rastreamos la conexión entre la retórica en internet y eventos clave en el terreno. O sea, relacionamos lo on-line con lo off-line.

Gran parte de las investigaciones disponibles se centran en la propaganda del ISIS en inglés y francés, cuando este es un material que solo representa el 5% del total de la propaganda yihadista. Yo, en cambio, me he dedicado a analizar el contenido en lengua árabe, lo que nos permite descubrir nuevos e importantes patrones de conducta.

Hay que tener en cuenta que la mayoría de los simpatizantes del ISIS provienen del mundo árabe. Y, por ello, las publicaciones en árabe constituyen más del 95% de la actividad propagandística del ISIS. Sin embargo, son pocos los estudios que abarcan el contenido árabe debido, quizá, a los numerosos desafíos técnicos que ello implica – la tecnología está más pensada para manejarse en inglés-.  Ahora bien, también es cierto que el ISIS es el único grupo que ha podido publicar propaganda en muchos idiomas distintos al árabe: Inglés, francés, alemán, chino mandarín, turco, kurdo, ruso y hasta en dialectos africanos.

 ¿Qué papel tiene internet en la propaganda yihadista?

Los grupos militantes siempre han usado los medios de comunicación como vía de propaganda para reclutar a posibles seguidores. Pero, hasta la fecha, ningún grupo había sido tan inteligente como el ISIS, especialmente en lo que se refiere al uso de las redes sociales.

ISIS emplea un amplio abanico de plataformas para difundir su mensaje: Facebook, Instagram, Tumblr, Ask.fm, WhatsApp, Telegram y, la más destacada, Twitter. Las redes son básicas en la búsqueda de afiliados, aseguran el contacto y la creación de grupos basados en la confianza. Los grupos se autodefinen a partir de cuestiones morales y religiosas. Se posicionan  contra la injusticia global hacia el mundo musulmán y, en concreto, en lucha contra la discriminación de los musulmanes en tierras no musulmanas.

Otras investigaciones ya han demostrado que las redes sociales han jugado un papel muy importante en la creciente popularidad del ISIS, gracias al trabajo del llamado «mujtahidun al I·lam” («batallón en línea» o  “Yihadistas de comunicación”). Probablemente este sea un grupo en línea formado por entre unos 500  y 2 mil simpatizantes, que publican mensajes en las diferentes plataformas las 24 horas del día.

Al-Qaeda ya consideraba que gran parte de la lucha terrorista debía desarrollarse en el área de los medios de comunicación. Hoy, el Daesh todavía le da más importancia a la propaganda. Cada día, el Daesh y sus seguidores publican docenas de fotografías, videos, textos o clips de audio. Incluso, existe el término «califato virtual»  para referirse a la red tejida por la organización terrorista en Internet. Estructurados profesionalmente, los yihadistas tienen sus propias agencias de producciones multilingües y de revistas digitales. Secuestran códigos de comunicación populares para atraer a los jóvenes al contenido que producen y son muy ágiles en las redes sociales.

 ¿Cómo se crean cuentas en Twitter para la difusión de estos mensajes?

Hay cuentas que se autoidentifican, especialmente en WhatsApp y Telegram. En este caso, hablamos de cuentas sobre formación militar o de propaganda de material yihadista del ISIS. En cambio, otras son difíciles de identificar.

Estas últimas son las que forman la base para la captación. En este caso, se evita utilizar palabras y expresiones (tokens), como “Estado Islámico”, “Daesh”, “Yihad” o“matar”, por citar algunos ejemplos. Es la manera de pasar desapercibidos. Sin embargo, utilizan un contenido teológico y teórico radical, dirigido a captar a jóvenes musulmanes que se sienten o han sido tratados injustamente o de forma indiscriminada en algún momento.

 ¿Y cómo funcionan los grupos en Telegram y WhatsApp?

Los grupos en Telegram y WhatsApp pueden clasificarse según su función. Encontramos grupos que se concentran en la incitación a la violencia; otros, en  la cuestión teológica para justificar la violencia y convencer de la legitimidad de sus actos. Muchos grupos se dedican a demostrar la injusticia hacia los musulmanes en todo el mundo y, por último, están los especializados en formación militar, los que hablan por ejemplo sobre cómo fabricar bombas o cómo atacar y escapar.

 ¿Qué características tienen los mensajes de propaganda yihadista?

Sus mensajes no son violentos, siguen una línea argumental sencilla y pueden convencer fácilmente. Se basan especialmente en el sufrimiento de los musulmanes sunitas en territorios como Afganistán, Irak, Siria, China, Mali, etcétera… O también en la discriminación de los musulmanes sunitas en Occidente aprovechando cualquier incidente o declaración política.

Se trata de mensajes cortos acompañados o bien de material audiovisual que muestra imágenes de mujeres, niños y personas ancianas en situaciones catastróficas – por ejemplo, después de un bombardeo de la coalición- o bien de mensajes procedentes de medios de comunicación occidentales sobre algún hecho discriminatorio hacia los musulmanes.

¿Cuál es el público objetivo? 

Los simpatizantes del ISIS tienen como objetivo captar a todo joven que se pueda convertir en “soldado del Califato”, sea de donde sea, y, por eso, hablan principalmente sobre temas relacionados con la violencia, la teología islámica y la injusticia. Eso sí, siempre con un fuerte tono sectario.

La propaganda yihadista se dirige a diferentes destinatarios. De manera esquemática, se puede diferenciar entre las audiencias locales (en el Medio Oriente) y la audiencia internacional. A nivel local, el objetivo es lograr que las personas se sometan a la autoridad de grupos como Daesh o Al-Qaeda e incitar a los opositores de los yihadistas a abandonar la lucha. A nivel internacional, estos contenidos deben provocar vocaciones terroristas en los países occidentales. Uno de los métodos utilizados para convencer a  jóvenes franceses, alemanes o británicos es describir sus países como Estados en guerra contra el Islam. Y, en el caso español, el método utilizado es convencer de la necesidad de recuperar Al-Andalus como tierra del Islam.

¿Cómo se consigue llegar a ese público?

Es fácil llegar a la propaganda que circula en redes como Twitter o Facebook, tanto del Daesh como de Al-Qaeda. Mediante el uso de hashtags se puede llegar a estos grupos. Pero introducirse en grupos cerrados en Telegram o WhatsApp es complicado. Esto requiere mucha dedicación.

Hemos observado que Daesh utiliza el método de escalera en el acceso a grupos cerrados en Telegram y WhatsApp. Se dan varias etapas. En las primeras es posible ver todo el contenido, pero no se puede comentar. Esto último está restringido a los administradores. Para pasar al siguiente nivel, es decir, para pasar a entrar en grupos de debate y captación directa para realizar operaciones, participar en formación o ayudar en algún sentido, se les pide una declaración de lealtad a Abu Baker Al_Baghdadi  (líder del ISIS) y al Estado Islámico, grabada en un documento de audio.  Los grupos militantes saben muy bien que este audio es un delito de terrorismo en casi todos los países, pero la mayoría de jóvenes que aceptan enviarlo están convencidos del proyecto de la organización y se consideran preparados para actuar.
 
¿Qué perfil de personas es el más vulnerable frente a esta propaganda?  ¿Se puede hablar de algún perfil concreto en este sentido?

Se suele hablar de la pobreza, del aislamiento como factores desencadenantes. Pero también existe la hipótesis del desconocimiento de lo que es el islam unido a la necesidad de buscar una identidad en la que encontrar seguridad tras un proceso emigratorio.

En los últimos años, el foco de investigación se ha desplazado hacia los propios terroristas, y sobre todo a los islamistas militantes en Occidente en particular. A estos estudios les debemos mucho conocimiento y comprensión sobre este proceso que lleva a jóvenes a matar a personas inocentes. Sin embargo, desde un punto de vista más analítico, falta todavía un marco teórico que vincule y dé coherencia a todo lo que ya se sabe sobre ese extraño fenómeno terrorista ‘de cosecha propia’ en Occidente

Para comprender la complejidad de la situación de las diásporas, tenemos que analizar algunos factores como la largamente sostenida idea del sentimiento de pertenencia a un grupo étnico, basada en la distinción y la relación problemática con las sociedades de acogida. Todo ello deriva en la falta de aceptación o de cualquier sentimiento de empatía o solidaridad, incluso con personas con las que se comparten raíces culturales.

Las personas en diáspora se sienten pertenecer a varios países al mismo tiempo. Por un lado, se sienten atraídos por su distante país de origen. Esa atracción se produce en torno a un origen étnico o religioso común y también en torno a un recuerdo idealizado del pasado. Para los grupos yihadistas, esto es un caldo de cultivo muy útil. Sus mensajes se reciben muy bien entre los individuos que sienten estar entre dos mundos confrontados, aquel que conocen por la visión idealizada de sus padres y abuelos y aquel con el que tienen que lidiar cada día. Aunque los perfiles de los destinatarios varían según las circunstancias, creo que hay un patrón común: la frustración.
 
¿Y en relación a las mujeres?

Sabemos que una cuarta parte de las personas radicalizadas son mujeres. Este fenómeno plantea muchas preguntas y, en cierto modo, incomoda, como queda reflejado en el hecho de que las representaciones convencionales suelan excluir a las mujeres de estos movimientos. A menudo son percibidas desde el estereotipo que ahonda en una supuesta pasividad, y la realidad que observamos es muy distinta.

Existen unos mensajes especialmente dirigidos a las mujeres. En ellos, se les intenta atraer para que desarrollen un papel similar al de las actrices. De hecho, hemos detectado que han incorporado en sus contenidos referencias que ahondan en su deseo de ser actrices en un mundo idealizado donde los musulmanes ya no sufrirían ninguna discriminación. En la realización de este ideal, a las mujeres, «hermanas», se les asigna un papel esencial.
 
¿Hasta qué punto es correcto hablar de oratorios y mezquitas como espacios de radicalización?

En general la nueva forma de terrorismo del ISIS no se centra en ningún espacio en concreto. Aunque las mezquitas salafistas, las cárceles y el entorno social y familiar se pueden considerar como primer escalón hacia la radicalización, lo cierto es que yo creo que internet es el primer espacio para la radicalización y la captación de jóvenes. Hay millones de personas descontentas en el mundo y aunque solo unos pocos suban la escalera de la radicalización que lleva a la violencia y a cometer actos violentos, estos son suficientes. La radicalización no es algo nuevo, pero Internet hace que sea más rápida y fácil.

Es evidente que internet ha supuesto un cambio social y los movimientos militantes no iban a quedarse al margen. Internet es una gran puerta para la propaganda yihadista, una “cámara de eco” formidable que no necesita del contacto físico y que permite, incluso, la autorradicalización como si de un proceso autodidacta se tratara.

¿Qué herramientas comunicativas podemos dar a la juventud para que sepan responder a estos mensajes? ¿cómo podemos ayudarles a que elaboren contranarrativas?

Es imprescindible conocer la narrativa yihadista para elaborar una contranarrativa eficaz  que permita a actores asociativos e institucionales apoyar a la juventud en su salida de la radicalización. Es imprescindible el trabajo con jóvenes de 11 a 25 años y  sus familias. Es necesario escucharles, y luego informarles y guiarles. Pero también se tienen que  implementar acciones para prevenir la radicalización en escuelas. Se deben crear puntos de escucha juvenil y trabajar con estrategias individuales y colectivas. Se ha de luchar con las familias contra el abandono escolar y la marginación de los jóvenes vulnerables.

Hay tres tendencias clave en los esfuerzos actuales para abordar la propaganda terrorista. La primera opción es la interrupción de la distribución de propaganda, evitando así que llegue a su público objetivo. En particular, se trata de eliminar la propaganda de las redes sociales, pero también las cuentas ofensivas. El método de redireccionamiento es otra opción. En lugar de borrarse la propaganda, se redirigen las búsquedas de material yihadista hacia mensajes completamente opuestos. Y, por último, está el diseño de campañas y mensajes específicos para concienciar y poder actuar frente al problema. En este caso, se busca la manera de proporcionar información y habilidades a las  organizaciones de la sociedad civil para el desarrollo de campañas de comunicación positiva, con narrativas alternativas.

En resumen, hay propuestas que intentan detener la propaganda yihadista y enfoques  hacia el desarrollo de habilidades comunicativas de respuesta. No obstante, no se está apostando de manera clara por ninguna actuación, ni en Catalunya ni en España.



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