Las dificultades del testimonio fotográfico de los conflictos bélicos

 

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Por Redacción OCC InCom-UAB

Los fotoperiodistas Gervasio Sánchez y Sandra Balsells participaron en el encuentro organizado por la ONG Global Humanitaria el pasado junio en la Casa Convalecencia de Barcelona para hablar sobre el papel de la imagen en situación de vulneración de derechos humanos. El debate, titulado “Fotoperiodismo y  los derechos humanos”, fue moderado  por Juanjo Lecumberri, responsable de comunicación de la ONG organizadora.

Los veteranos fotoperiodistas relataron y narraron cómo han vivido los conflictos armados a lo largo de sus trayectorias profesionales. Gervasio Sánchez es reportero de guerra y periodista independiente especializado en conflictos armados. Sus trabajos se publican en el Heraldo de Aragón.  Es autor, entre otros libros, de “Vidas Minadas”, que fue presentado a finales del pasado agosto en Barcelona. Sandra Balsells, profesora universitaria, es autora del libro “Balkan in memoriam” (Blume) y coautora de los documentales “Dying for the Truth” (Channel 4) y “Retratos del ánima” (TVC).

Para Balsells, es un gran privilegio ser freelance independiente. Esto le ha permitido dos cosas básicas. Por un lado, poder escoger, poder decir sí o no a temas y propuestas y,  del otro, jugar con los tempos, es decir, poder hacer trabajos con plazos cómodos. “Somos privilegiados porque el oficio del día a día no va por aquí”, comentó. Uno de los grandes males del periodismo es la inmediatez, la falta de reflexión, las prisas y la competitividad. Poder trabajar a tu ritmo es un lujo, opina Balsells. Estar al margen de los medios de comunicación es otra forma de trabajar. Es más, Balsells llega a plantear que trabajar ya es todo un lujo, porque mucha gente se ha quedado en el camino. Para Balsells,  es como si no hubiera espacios ni huecos donde desarrollarte.

Más activismo y más alianzas

Balcells apuesta por el activismo y valora debates como este porque considera que este tipo de actos contribuyen a informar y poner de relieve cuestiones que cada vez quedan más ocultas. “Cada vez estamos menos presentes en los medios de comunicación y trabajando más con asociaciones humanitarias e instituciones preocupadas por la vulneración de derechos humanos”, explicó. Balsells defiende el periodismo que llega a pocas personas pero que remueve frente las grandes coberturas.

Sánchez explicó que vivimos en un mundo complejo, que pide que las asociaciones tengan un compromiso más crítico, sin contemplaciones, con lo que pasa a su alrededor. Sánchez defiende la alianza entre asociaciones para que las campañas sean efectivas y con impacto. Él afirma que cada vez es más difícil mostrar la información y que trabajar alrededor de un conflicto armado es muy complejo.

La incapacidad de los medios tradicionales para atraer a la gente joven

Sánchez tiene claro que se debe hablar del fracaso de los medios tradicionales y de la incapacidad de atraer a la gente joven: “la prensa ha fracasado, la radio ha fracaso y la televisión ha fracasado”. La mayoría de gente que tiene entre 14 y 30 años no se documenta a través de los medios tradicionales. Este grupo de población no se informa, o no se desinforma, a través de los medios tradicionales, ya que se sienten manipulados y engañados.

Esta es la mirada de Sánchez, quien opina que, si te diriges a este público, debes de buscar alternativa, que muchos y muchas jóvenes encuentran en YouTube. Sánchez, de manera irónica, y a la vez muy crítica, nos dice: “los jóvenes se informan, sí, pero no a través de panfletos, donde se hacen las entrevistas pactadas con políticos y se tratan temas según interesan o según de dónde venga la publicidad institucional”.

Balsells coincide con Sánchez en que la prensa tradicional como medio clásico de difusión del periodismo se ha desmembrado. Balsells observa como las formas de documentarse han evolucionado, como el ecosistema ha cambiado. Para ella, solo se puede abordar la mirada crítica si nos adaptamos a los cambios. “Si no, tenemos la batalla perdida”, nos dice.

Sobre el comportamiento de la juventud en relación al periodismo, Balsells comparte la idea de que ha cambiado la forma de informarse, pero hace énfasis en que “hay poco interés juvenil por todo aquello que no le sea muy próximo (…) no solo es que no se informen en medios tradicionales, sino que hay desinterés para todo aquello que les queda lejos y les molesta”. Más que como nos informamos y a través de qué medios, a la fotoperiodista le preocupa mucho esta cuestión, este girar la cara a los temas que no sienten como propios.

 Periodistas palestinos cubriendo su genocidio

“Sin periodistas, testimonios del horror, habrían más atrocidades”, comenta Sánchez. Pero ambos ponentes admiten que nunca cubrirían un conflicto bélico en su propio país.

Acerca de Gaza, Balsells habló del mérito que tienen los y las fotoperiodistas palestinos de cubrir la guerra, “es bestial (…) cubrirlo debe ser un horror”. “Tú no eres un informador que haces tú cobertura y te vas a un hotel, tú tienes tu familia atrapada allí, tus amigos. Tú has perdido tu casa. Un periodista palestino es una víctima más del conflicto. Hay muchas muertes con una impunidad absoluta. Como sociedad estamos legitimando estas matanzas terroríficas”, dice indignada. Sandra Balsells afirma de forma contundente que “lo que estamos viendo de Gaza es nada comparado con la magnitud del desastre”. Balsells explica abiertamente que hay un problema que no se está visibilizando, que es la hambruna de los niños. La población infantil en Gaza es altísima.

Sánchez opina que la cobertura que están haciendo los periodistas palestinos es de una gran profesionalidad. Según narró, los periodistas del país ya se habían preparado porque sabían que se cerrarían fronteras e insiste en que el trabajo que están haciendo es inmaculado, una cobertura fantástica. Se debe tener en cuenta que no hay periodistas internacionales y que esta falta no está afectando la calidad del trabajo, advierte.

El problema grave, para Sánchez, es que muchas imágenes están siendo censuradas porque son muy duras y brutales. Para Balsells, la ética es prioritaria a la hora de publicar imágenes y esto hace que solo se vea un porcentaje ínfimo de lo que está pasando. Pero, a la vez, Balsells también admite que ver esto incomoda, molesta a la opinión pública.

No se informa sobre los conflictos

Balsells critica que conflictos como los del Mediterráneo, muy cerca de casa, los cubran las ONGs y no, los medios de comunicación. Hay más de 50 conflictos abiertos en el mundo y prácticamente no se sabe nada. Los medios de comunicación no hacen nada. ¿Quién hace la cobertura del drama de la gente que intenta huir de países en guerra? Tenemos una gran falta de información sobre aquellos conflictos que no aparecen ni siquiera en la última línea de un periódico y a la vez, como sociedad, tampoco tenemos capacidad de absorción.

Sánchez, con 40 años de experiencia cubriendo conflictos diversos, piensa que cada vez que se produce un conflicto se esconden otros conflictos importantes. Ucrania ya ha pasado a un segundo plano, por ejemplo. Hay muchos conflictos y temas que no aparecen en los medios, a los que no se destinan recursos para cubrirlo. Por lo tanto, o tienes una beca o tienes ahorros para ir e invertir, apunta Sánchez. Es muy difícil que un medio de comunicación te lo pague.

Balsells, especializada en los Balcanes, todavía es más pesimista: “vas a un país en conflicto, lo cubres, lo publicas y,  ¿qué? Hay gente que hace esfuerzos importantes para documentarse pero después no hay ningún impacto. Estamos silenciando cataclismos que no se explican y que no se ven”.

Balsells narra que los Balcanes “es un tema que la enganchó desde el principio, y hasta ahora, y estemos hablando de hace más de 30 años. Te identificas inmediatamente con la gente de allí”. Su trayectoria ilustra muy bien una idea que ella defiende, que es la necesidad de seguir pendiente de los conflictos. En relación a los Balcanes, ella nos dice: “cada vez que localizo a una persona después de 30 años a través de redes es una emoción indescriptible porque es una historia viva. Una cosa es lo que documenté en su momento pero estas vidas continúan”. Como periodista, Balsells piensa que darle continuidad es interesante y lo ve como una necesidad, pero a la vez también tiene muy presente que, para ella, “es muy vocacional y le interesa mucho”.

El ecosistema comunicativo actual es un caos

Balsells considera que “la base elemental del periodismo es la credibilidad de los informadores y de los medios”. Y, a la vez, es muy consciente de los cambios: “de la guerra de los Balcanes a la guerra de Ucrania ha habido muchos cambios: antes no existían los móviles y trabajábamos con analógico. La tecnología lo ha cambiado todo.

Ahora en Ucrania cada individuo puede documentar su guerra”. Pero, en la actualidad, el ecosistema comunicativo es muy preocupante: “Ahora hay medios, pseudo-medios, medios intoxicadores, personas en redes sociales que no se saben de dónde vienen ni a dónde van”. Es decir, antes las reglas del juego estaban más claras, resumiendo el pensamiento de Balsells.

Sánchez, para explicar esta realidad, apunta que “antes el relato lo controlaban los periodistas” y recuerda que en Sarajevo un minuto de satélite costaba de 20 a 30 dólares: para enviar una foto en blanco y negro tardábamos de 15 a 20 minutos y si era con color, multiplícalo por tres. Ahora, en Ucrania, ya no necesitamos periodistas, ellos ya se crean su propio relato propagandístico. El relato ya no lo podemos controlar y lo controlan censurando”. Dentro del mundo del periodismo siempre ha habido gente que ha mentido y que han hecho montajes, explica Sánchez quien continúa “pero la realidad ahora parece mucho más compleja”.

Fotoperiodismo e implicación personal

Sánchez cree que “la clave es tratar las víctimas como a ti te gustaría que te trataran, con el respeto que se merecen y con su permiso”. El fotoperiodista explicó su forma de trabajar: “les explico para que servirá mi trabajo y cuáles son los objetivos. Intento que sean protagonistas de las historias”. Así habló de Vides minadas, un proyecto que nace en 1995 y sigue la historias de las personas protagonistas. Sánchez narra que con un protagonista tiene una relación como de padre e hija. “Hay mañanas que tiraría la toalla”, dice Sánchez añadiendo que a su edad puede permitírselo, pero estas historias le hacen crecer como persona. Todas las vivencias que ha documentado le sirven para fortalecerse y creer en el periodismo, confiesa. “A veces haces viajes largos, durísimos, te sacrificas y estás mucho tiempo separado de tu familia pero al final sirve para cambiar las cosas”, explica.

La relación de Sandra Balcells con su profesión también es muy fuerte. El fotoperiodismo  es muy importante para ella. La acompaña en su vida desde hace más de 30 años y siempre ha sido la excusa para vivir historias en primera persona. Lo que le interesa de verdad es que la vida que fluye, los momentos que no son convencionales: “cuando cubres hechos no convencionales, como tragedias migratorias o desastres, la potencia es de tal magnitud que si no te enganchas, es que tienes un problema, no eres humano”. Para Balsells, esta es la gran gratificación que le da este oficio: “además de las imágenes, me interesan las historias profundas de la humanidad”. “Si te relaciones con respecto, con discreción y con educación, es mucho más fácil acceder. La gente es muy consciente de la importancia de la prensa y de la repercusión que puede tener esta difusión”, nos dice.

¿Qué hacemos con las imágenes que molestan?

Sánchez dice que “él lo fotografía todo, otra cosa es lo que se publica”. El fotoperiodista explica que actúa como forense. Él siente que actúa como testimonio que puede conseguir que los autores de aquella brutalidad puedan ser juzgados en algún momento. “Justamente esto es lo que hacen los fotógrafos en los campos de exterminio”, recuerda.

Balsells también es de la opinión de fotografiarlo todo para documentar y después valorar qué se publica, pero a la vez le preocupa la incapacidad de la sociedad de absorber imágenes duras: “todo molesta. No se puede mostrar. Es como una lucha entre el derecho a la intimidad y el derecho a la información, que hace que se cuestione el trabajo de los fotoperiodistas”. Y todo le hace plantear qué pasa, entonces, con el trabajo de denuncia. Para la fotoperiodista, estamos perdiendo el norte con el crecimiento del conservadurismo visual.

Se puede ver el debate en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=OikcqZ7xGVU

Imagen de mostafa meraji en Pixabay

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