Marguerite Duras. Escribir la parte de sombra. María Celia Salas Guerra (2022)

 

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Existe un triple movimiento susceptible de ejecución en el acto de lectura: la escucha, el montaje, la cartografía de la reverberación. En su modalidad más profunda, leer es sentarse a escuchar. Como quien lleva una caracola al oído, o posa esa caracola en la palma de su mano y se inclina a escuchar el susurro del texto. Adentrarse en el texto como en un mar, para explorar sus luminiscencias, sus temblores nocturnos, sus buques encallados fuera de foco, los restos de un naufragio dispersos como relicarios oxidados. Intoxicarse en la inmersión, pulir el óxido, asir los nervios del texto como algas marinas. Componer y montar imágenes, hacer del texto un cine sensorial, proyectarlo. Volver a la superficie con una red hecha de citas, elegidas con la precisión de un arquero y la dedicación de un artesano. Conversar con las citas del texto; esos nudos, esos núcleos, esos puntos de fuga. Esas imágenes montadas por la pupila y el cerebro. Finalmente, desplegar la red de imágenes y seguir la pista de sus reverberaciones. Llegar hasta poemas, hasta cuadros; descifrar la música secreta de las afinidades. El triple movimiento pone en juego todo lo que somos. Nuestra experiencia personal del dolor y la capacidad de asediar, hasta el último límite, lo que no puede decirse. Esa lepra del corazón, impronunciable.

María Cecilia Salas Guerra ejecutó ese triple movimiento al leer la obra íntegra de Marguerite Duras: escuchó, montó su cine de visiones, trazó correspondencias entrañables. Este libro es el hijo de esos tres dones. Un lujo cincelado con constancia, con una disciplina del amor, con una bendita y rarísima delicadeza.

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