Nuevo libro de InCom-UAB Publicaciones: #NetNarcocultura. Estudios de Género y Juventud en la sociedad red

 

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Nuevo libro de InCom-UAB Publicaciones: #NetNarcocultura. Estudios de Género y Juventud en la sociedad red, editado por Virginia Villaplana Ruiz y Alejandra León Olvera

Prólogo

Ingrid Urgelles Latorre. Profesora en la Universidad de Chile y editora

del libro Narcotransmisiones: Neoliberalismo e hiperconsumo en la era del #narcopop

Para empezar por donde termina: en las pocas semanas que llevamos de este año 2022, en México seis periodistas han sido asesinados por reportear la violencia del narco[1]. Es decir, exactamente uno por semana. En paralelo, y al igual que en diversos países de América Latina, los feminicidios no han disminuido ni un poco en relación con años anteriores, la mortífera tasa mexicana rebasa los diez homicidios por razones de género al día[2]. Pese a las marchas, protestas, pintas, huelgas y otras tantas manifestaciones de colectivas y agrupaciones de mujeres, al gobierno parece no importarle el incremento en la violencia. Y es que claro, si no son los feminicidios, es la desaparición de los más de 6.600 niños y adolescentes en los últimos años[3], las más de cuatro mil fosas con restos humanos halladas desde el 2006[4] o los miles de migrantes que desaparecen día a día en la frontera norte a manos de los cárteles. Esto, sin contar los muertos que diariamente engrosan los vergonzosos números de homicidios dolosos producto de los enfrentamientos entre distintas agrupaciones del crimen organizado. Todo este fenómeno de la violencia está estrechamente vinculado al narcotráfico y sus redes. Las masacres, tomas de pueblos y ciudades, desplazamiento forzado, despliegue de narcomantas, entre tantas otras manifestaciones del fenómeno, se pueden consumir en la nota roja de cualquier noticiario. Pero esto no es lo único que se consume. En una especie de mundo paralelo, tenemos la pegajosa y viral música del narcorap o narcotrap, las series sobre el narcotráfico que se pueden stremear en cualquiera de las apps existentes, los cientos de videos en TikTok en los que miembros de cárteles exhiben sus carros, mujeres o dólares en lo que se ha llamado “narcomarketing”[5], los tours que se pueden tomar al viajar a Medellín y que te guían por los mejores spots de Pablo Escobar o restaurantes como el EscoBar en Barcelona que “incluye hamburguesas al estilo ‘El patrón’, ‘Navegante los Pepes’ o ‘Popeye”[6]. Este contraste entre los hechos fácticos de la violencia del narco y las representaciones culturales de esta realidad parecieran a primera vista dos perspectivas casi irreconciliables.

Así, muchos estudiosos del tema se han preguntado: ¿Cómo es posible consumir éticamente estos productos sabiendo el sufrimiento que el narco causa en las personas? ¿Qué hacer con estas representaciones y de qué modo interpretarlas? ¿Qué es mejor: estudiar el fenómeno o derechamente aislarlo para que pierda visibilidad?

No ha sido asunto sencillo encontrar respuestas y defender los estudios de la narcocultura en el contexto académico. Desde la conservadora apreciación estética de Héctor Abad Faciolince en 1995 que veía con estupor cómo el “mal gusto” de la ostentación excesiva se tomaba Colombia[7], hasta la famosa polémica entre Lemus y Parra el 2005 en Letras Libres[8] donde se cuestionaba el valor estético y ético de la narcoliteratura producida en el norte de México, no son pocos los ataques y los detractores de estos productos culturales. Y estas críticas se mantienen hasta el día de hoy. Un ejemplo concreto es la opinión de Marcelo Ebrard, Canciller mexicano, que en julio de 2019 en la que llama a guionistas y directores a no crear nuevas ficciones sobre el narco pues promueven una imagen negativa del país frente a la comunidad internacional[9]. Incluso el mismo presidente Manuel López Obrador en su discurso de primer año de gobierno en diciembre de 2019[10] se refirió a las series que motivarían el consumo de drogas y la participación en el narco. Pese a la censura y cuestionamientos que han tenido tanto los productos culturales como sus estudios, hay quienes han sido visionarios al momento de plantear líneas de orientación en el campo. Académicas y académicos como Sayak Valencia, Héctor Domínguez Ruvalcaba, Juan Carlos Ramírez Pimienta, Elmer Mendoza, Hermann Herlinghaus, Gabriela Polit, Diana Palaversich, Rossana Reguillo, Margarita Jácome, Omar Rincón, Felipe Oliver Fuentes, Ramón Gerónimo Olvera y mis colegas Ainhoa Vásquez y Danilo Santos, entre otros, han sido las y los pioneros en estos estudios sobre el narcotráfico y sus representaciones culturales. Desde distintas ópticas, han abordado el fenómeno intentando responder a estas interrogantes acerca de la ética, interpretación, fenómeno histórico, social y económico, entre otras perspectivas. Y es que el asunto del narcotráfico como industria no puede ser aprehendido y explicado desde un solo aspecto. Se trata de un fenómeno complejo que debe ser analizado desde distintas disciplinas tales como la historia, la medicina, la sociología, el derecho, el periodismo, la economía y las representaciones culturales.

Si bien, el fenómeno histórico data aproximadamente los años 60’, es desde los 80’ que se convierte en un problema de salud pública y su maquinaria comienza a extenderse al emerger los grandes capos del continente. Gracias a personalidades como Pablo Escobar o Amado Carrillo, tanto México como Colombia quedan instalados en el mapa como los grandes países productores de droga y contenedores de todos los males del crimen organizado. Es por ello, que los primeros estudios sobre el narcotráfico como fenómeno fáctico y sus representaciones se concentrarán en ambos puntos geográficos. Sin embargo, en las últimas décadas asistimos a una suerte de globalización de la narcocultura. Tanto los productos culturales como los estudios han ido ampliando sus horizontes. Las representaciones ya no sólo provienen de México y Colombia, sino que abunda en Chile, Argentina, Perú o Bolivia. Tampoco se trata ya de un fenómeno continental pues nos podemos encontrar un auge del género en países como España e Italia. De la narcoliteratura o narcoseries, se ha dado paso a otras manifestaciones sobretodo transmisibles a través de plataformas o de redes sociales. El narco se ha convertido en un objeto de consumo. Así, “ha pasado de ser en México una subcultura periférica enarbolada por comunidades rurales del triángulo dorado […] a convertirse en un dispositivo cultural que amasa grandes capitales”[11].

De este modo, y muy en sintonía con la entrada de la narcocultura a la esfera de lo global, nos encontramos con el presente libro coordinado por Virginia Villaplana y Alejandra León Olvera, titulado #NetNarcocultura. Estudios de Género y Juventud en la sociedad red. Historia, discursos culturales y tendencias de consumo. Se trata de un volumen interdisciplinario que estudia los cruces entre la narcocultura, los estudios de género y sus vínculos con la cultura juvenil. Propone una lectura en relación con el presente de lo digital, a partir de un concepto con el que se dará inicio al texto: la Net-narcocultura. Se trata de las nuevas transmisiones de la narcocultura a través de la web, o más aún, de plataformas en las que se tiene mayor difusión como: Tiktok, Instagram, Facebook o Youtube. Si antes los estudios sobre la narcocultura se centraban en expresiones como la literatura, el narcocorrido, el cine o la pintura, en este nuevo siglo los avances tecnológicos han modificado la forma en que nos vinculamos con dispositivos digitales y ya la narcocultura se expande a través de los territorios de lo digital con nuevas manifestaciones, imaginarios y representaciones estetizadas que son consumidas de forma masiva. En esta colección de ensayos se reflexiona, desde diferentes perspectivas y disciplinas, sobre la globalización de la narcocultura y el modo en que estos discursos, construidos a partir del hiperconsumo, la violencia y el machismo, son asimilados por la cultura juvenil.

El volumen se ha organizado en tres partes. La primera comprende una serie de ensayos que reflexionan en torno a conceptualizaciones de la narcocultura, su transmisión en las redes digitales, la violencia de género, y la criminalización de los desaparecidos en la frontera norte de México. La segunda parte aborda las representaciones ficcionales en torno al narcotráfico y la tercera se centra en la construcción de nuevas identidades juveniles a partir de los estudios de género.

De este modo, el libro se abre con “Net-narcocultura: tendencias discursivas sobre la violencia feminicida y cultura joven en el consumo de la estética narcorap frente a las resistencias feministas del rap”, un ensayo de Virginia Villaplana y Alejandra León Olvera, en el que se analiza la estética del narcorap, difundido a través de la plataforma Youtube con sus discursos feminicidas y, por otro lado, nuevas formas de resistencia de los movimientos feministas a esta retórica en las mismas redes sociales. Para el análisis, se hace referencia al concepto de “narcomarketing” como gestión publicitaria de los cárteles para captar clientelas y empleados y vende la experiencia de “ser narco”. El ensayo analiza los discursos en la net-narcocultura a través de la novedosa técnica de la “netnografía”, un método cualitativo para detectar el tipo de usuario, comportamientos y, por otra parte, hace uso de un enfoque cuantitativo a través de la herramienta Google Trends para identificar las interacciones de los usuarios con el contenido.

Por su parte, Sayak Valencia, una de las teóricas más relevantes en los estudios del narcotráfico y la narcocultura, en su capítulo “Necroscopía, masculinidad endríaga y narcografías en las redes digitales” hace un recuento de una serie de conceptos que ha acuñado en sus trabajos anteriores y propone nuevos complementos teóricos para estas reflexiones. Centrándose en la influencia de la estética de la narcocultura entre las poblaciones jóvenes transnacionales analiza el modo en que estos productos culturales se vuelven objetos de consumo entre individuos que no están involucrados en el narcotráfico y que viven en países donde este tipo de violencia no se produce en la realidad fáctica. Así, realiza un recorrido teórico sobre los conceptos de necroscopía, masculinidades endríagas y narcografías para terminar en el régimen livestream, entendido éste como un dispositivo de gobierno que produce imaginarios estetizados sobre la violencia con el objetivo de banalizarla, despolitizarla y, en definitiva, normalizarla.

Desde la vereda de la realidad fáctica, nos encontramos con la terrible tragedia de la desaparición de personas en México desde el 2006 producto de la llamada “guerra contra las drogas”. El tercer capítulo está dedicado a una reflexión sobre la criminalización de los desaparecidos en la frontera norte. “Estigmatización y criminalización de las personas desaparecidas por parte del Estado Mexicano en Tijuana desde la Guerra contra las drogas” de Susana Garrido Cedeño, se aboca a recopilar testimonios de mujeres en Tijuana para refrendar la idea de que el Estado Mexicano ha utilizado como estrategia la criminalización y estigmatización de las víctimas de desaparición.

En el cuarto capítulo, “Lo narco inunda Galicia. Las narcoficciones de Manuel Rivas” de Aihnoa Vásquez y Hugo Enrique del Castillo, se estudia la novela Todo es silencio (2010) y la narcoserie Vivir sin permiso (2018), para analizar si estos productos culturales gallegos incorporan elementos locales o si la narcocultura presente en estas producciones sólo se incluye de manera acrítica y, por lo tanto, se trata simplemente de una moda o boom. En el ensayo, se estudian productos culturales que no estaban inicialmente comprendidos en los estudios sobre narcocultura, pues la producción española es relativamente reciente y responde a este fenómeno de la globalización y el consumo de realidades que no necesariamente contienen la violencia del narco mexicano o colombiano. Es interesante el abordaje de la apropiación cultural que se realiza de la realidad latinoamericana y de qué modo el discurso colonial y racista se desprende del tratamiento de ciertos personajes y situaciones. Es un campo en pleno auge que merece la pena ser estudiado.

En “Pablo. El Pop Star”, Omar Rincón y Xavier Andrade reflexionan acerca de la figura de Pablo Escobar como un ícono pop a partir de su proyecto de investigación narcolombia.club. Es relevante destacar que se trata de un proyecto precursor que lleva ya varios años en el campo de los estudios de la narcocultura y que ha ido compilando las representaciones del narcotráfico en Colombia con el fin de mapear un “legado incómodo” para la sociedad. Con esta premisa bastante provocativa y en una visión no estigmatizadora del fenómeno, el proyecto busca recopilar material que, de acuerdo con sus planteamientos, responde a la cultura popular de Colombia. En el ensayo se hace un recuento de la narcocultura colombiana con la figura de Pablo Escobar, quien ya se ha transformado en una marca global. Para ello, se revisa y mapea su circulación mediática y digital, así como sus consumos más cotidianos, a través de su construcción estatal en el Museo de la Policía Nacional, la venta de artesanía, la música, series de televisión y cine, los toures, la moda, el lenguaje, las representaciones artísticas, entre otras.

En la tercera parte y final del volumen, se plantean cuestiones de género en relación con las violencias del narco y sus geografías. Para ello, Miguel Lucero Rojas en su ensayo “Las redes trans ante geografías del terror: movilidades y resistencias de sur a norte”, explora las violencias que viven las personas que buscan asilo y que deben esperar la resolución en los centros de detención de migrantes en Estados Unidos. Para ello, se centra en los testimonios de mujeres trans asiladas para dar cuenta cómo operan las políticas migratorias y se construyen discursos que legitiman la violencia.

En conexión con el ensayo que estudia las ficciones gallegas de la narcocultura, en “Dealers y consumidores en la música española actual: intersecciones entre géneros, identidades y drogas”, Marina Arias Salvado y Ugo Fellone analizan el modo en que se representa musicalmente la venta y consumo de drogas en España en este siglo XXI. De este modo, la autora adopta una óptica interseccional para explicar los vínculos entre las drogas y la música pues esta relación está “profundamente mediada por ciertas formas de entender las masculinidades en contextos socioeconómicos concretos”. Se estudian géneros como el gansta rap, el trap o el reggaetón para proponer que se trata de imaginarios construidos que apelan a una estética que proyecta los anhelos de una juventud desclasada con carencias materiales donde también incide la articulación de las masculinidades. Al igual que en el capítulo sobre las ficciones gallegas en las series y literatura, también se refrenda la idea de que se trata de apropiaciones culturales en geografías que no incurren en necropolíticas como algunos países de Latinoamérica.

Este volumen cierra como termina, con un ensayo de las coordinadoras Alejandra León Olvera y Virginia Villaplana Ruiz titulado “Transfeminidad viral en la cultura red: memes, videoclips en la construcción social de la narcoestética buchona y choni”. A partir de los estudios de género y sus relaciones con las plataformas digitales, se analizan dos construcciones de feminidades de grupos estigmatizados en España y México: las choni y las buchonas. Se busca revisar distintos dispositivos de representación (memes, videoclips) para determinar de qué modo se reproducen los estereotipos y se estigmatizan ambas culturas juveniles.

Además de la organización planteada por las coordinadoras del volumen, al leer los distintos ensayos es posible encontrar una serie de vínculos entre ellos que incluyen los estudios sobre la música (rap de resistencia femenina y narcorap español), las conexiones de la narcocultura latinoamericana con productos españoles (literatura, series y música), las transmisiones de lo narco en las plataformas digitales, los testimonios de víctimas de la violencia (madres de desaparecidos y mujeres trans asiladas en EEUU), así como una serie de representaciones de la narcocultura como marca global. En definitiva, se trata de una mirada interdisciplinaria que permite entender en qué momento del fenómeno nos encontramos y de qué manera tenemos que expandir nuestros horizontes de estudio para comprender los vínculos entre el narcotráfico y los nuevos escenarios digitales del siglo XXI.

[1] Carmen Morán Breña, “Los asesinatos de periodistas en México se enredan en la tensión con el gobierno de EE. UU.”, en El País, (25 febrero 2022), https://elpais.com/mexico/2022-02-25/los-asesinatos-de-periodistas-en-mexico-se-enredan-en-la-tension-con-el-gobierno-de-ee-uu.html

[2] Ver “La brutal realidad de los feminicidios en México: más de 10 mujeres fueron asesinadas al día en 2021” En Infobae (1 enero 2022), https://www.infobae.com/america/mexico/2022/01/01/la-brutal-realidad-de-los-feminicidios-en-mexico-mas-de-10-mujeres-fueron-asesinadas-al-dia-en-2021/

[3] Esta información es extraída del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) y fue difundida por el Colectivo Red Nacional por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) durante un encuentro en octubre de 2018, Véase El mundo (3 octubre 2019), https://www.diarioelmundo.com.mx/index.php/2019/10/03/reporta-cndh-6-mil-901-menores-desaparecidos-en-21-anos/

[4] Efraín Tzuc, “México rebasa las cuatro mil fosas clandestinas, 40% se encontraron en este sexenio”, en ZonaDocs (9 octubre 2021), https://www.zonadocs.mx/2021/10/09/mexico-rebasa-las-4-mil-fosas-clandestinas-40-se-encontraron-en-este-sexenio/

[5] Término acuñado por Alejandra León Olvera en un artículo del año 2019 y retomado para estos efectos en “Cárteles hacen ‘narcomarketing’ en TikTok, para reclutar jóvenes” en Vanguardia MX, (30 noviembre 2020), https://vanguardia.com.mx/noticias/nacional/carteles-hacen-narcomarketing-en-tiktok-para-reclutar-jovenes-CTVG3561276

[6] Bialowas, Aldona. (2021) “Mejor que la coca: Pablo Escobar en el mercado global” en Narcotransmisiones: neoliberalismo e hiperconsumo en la era del #narcopop, El Colegio de Chihuahua, p.77-97.

[7]Abad, Héctor, “Lo último de la sicaresca antioqueña” en El tiempo, (10 julio 1994), https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-167131

[8] Lemus, Rafael. (2005) “Balas de salva. Notas sobre el narco y la narrativa mexicana”. Letras libres, n.81 https://letraslibres.com/revista-mexico/balas-de-salva/

[9] “Narcoseries promueven imagen injusta de México: Ebrard” en El Diario MX, (12 julio 2019), https://eldiariomx.com/2019/07/12/narcoseries-promueven-imagen-injusta-de-mexico-ebrard/

[10] “Revive debate sobre las narcoseries en la pantalla chica” en Los Angeles Times, (17 diciembre 2019), https://www.latimes.com/espanol/entretenimiento/articulo/2019-12-17/revive-debate-sobre-las-narcoseries-en-la-pantalla-chica

[11] Valencia, Sayak. (2021) “Narcomodernidades: de endriagos a CEO’s” en Narcotransmisiones: neoliberalismo e hiperconsumo en la era del #narcopop, El Colegio de Chihuahua, p.39-53.

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