[:es]
Ilana Feldman
¿Por qué el dolor de cada día se traduce en nuestros sueños tan constantemente en la escena repetida de la narración que se hace y nadie escucha?
Primo Levi
Pero durante mucho tiempo no supimos nada. Las abejas se habían dado cuenta, pero nosotros no. Ahora, si noto algo raro, me fijaré en ellas. En ellas está la vida.
Apicultor anónimo, citado por Svetlana Aleksiévitch
La serie de ficción televisiva ha ido delineando, según distintos autores, una época de complejidad narrativa bastante innovadora desde el punto de vista de sus procedimientos narrativos y estilísticos, así como provocadora desde el punto de vista de sus efectos políticos. (2) Expresiones de este movimiento son un número significativo de series dramáticas distópicas, como por ejemplo aquellas que especulan sobre un futuro sombrío, o aquellas que recrean un evento traumático de nuestro pasado, lo actualizan y señalan un futuro amenazado. (3) En este segundo grupo se destaca la miniserie Chernobyl, creada por el guionista Craig Mazin y emitida por el canal HBO en mayo de 2019. Con tan sólo cinco capítulos y una puesta en escena notablemente realista del desastre nuclear soviético de 1986, la miniserie tuvo una inmensa repercusión en el público internacional y críticas que generaron un conjunto de debates, tanto sobre la inminencia de nuevos desastres nucleares como sobre las actuales mentiras y manipulaciones del Estado.
Sin embargo, décadas antes de Chernobyl la miniserie Holocausto, de Marvin Chomsky, realizada en 1978 para la cadena norteamericana NBC, ya había sacudido la forma en que el mundo percibía el exterminio étnico promovido por la Alemania nazi. Esta miniserie redefinió las políticas gubernamentales en Estados Unidos y Alemania e instauró, según historiadores y estudiosos, una centralidad inédita del testimonio en el campo de la cultura. De acuerdo con la historiadora francesa Annette Wieviorka, en su libro seminal L’ère du témoin (2009), la serie Holocausto inaugura una “era del testigo”(4) e instituye, de este modo, un nuevo paisaje de memoria en el ámbito de los medios de comunicación, la cultura y la política.
¿Tendrán Chernobyl u otras series por venir, la oportunidad de hacerse eco del acontecimiento inaugurado por la miniserie Holocausto? ¿Podrán las series dramáticas contemporáneas profundizar y difundir los debates en curso sobre las catástrofes políticas y ambientales actuales y futuras? ¿Qué puede hacer el audiovisual ante la violencia de Estado, el ascenso de los autoritarismos, un pasado traumático y un futuro amenazado? ¿Qué pueden hacer las narrativas seriadas y mediáticas ante el vértigo distópico de nuestro tiempo, los cataclismos ambientales, las pandemias globales, las imágenes del fin del mundo?
Estas son las preguntas que nos gustaría desarrollar, explorando las relaciones entre las políticas de la memoria, la pedagogía y la imaginación, ya que el trabajo de la imaginación, especialmente en nuestra sociedad marcada por la catástrofe y mediada por la imagen, constituye, más que nunca, una tarea política. Como ha postulado el filósofo e historiador de las imágenes Georges Didi-Huberman, cuyas reflexiones sobre la relación entre visibilidad y legibilidad guiarán el recorrido aquí propuesto, el carácter “inimaginable” de las violencias de Estado y las catástrofes humanas, políticas y ambientales debe ser visto y leído como una invocación, un llamado a la acción —tan difícil como necesario— para disponernos, a pesar de todo, a imaginar. Porque es allí, frente a la dimensión “impensable” e “irrepresentable” de la violencia traumática, donde deben trabajar el pensamiento y las imágenes de nuestro tiempo.
Seguir leyendo: Campo de Relámpagos
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Ilana Feldman
¿Por qué el dolor de cada día se traduce en nuestros sueños tan constantemente en la escena repetida de la narración que se hace y nadie escucha?
Primo Levi
Pero durante mucho tiempo no supimos nada. Las abejas se habían dado cuenta, pero nosotros no. Ahora, si noto algo raro, me fijaré en ellas. En ellas está la vida.
Apicultor anónimo, citado por Svetlana Aleksiévitch
La serie de ficción televisiva ha ido delineando, según distintos autores, una época de complejidad narrativa bastante innovadora desde el punto de vista de sus procedimientos narrativos y estilísticos, así como provocadora desde el punto de vista de sus efectos políticos. (2) Expresiones de este movimiento son un número significativo de series dramáticas distópicas, como por ejemplo aquellas que especulan sobre un futuro sombrío, o aquellas que recrean un evento traumático de nuestro pasado, lo actualizan y señalan un futuro amenazado. (3) En este segundo grupo se destaca la miniserie Chernobyl, creada por el guionista Craig Mazin y emitida por el canal HBO en mayo de 2019. Con tan sólo cinco capítulos y una puesta en escena notablemente realista del desastre nuclear soviético de 1986, la miniserie tuvo una inmensa repercusión en el público internacional y críticas que generaron un conjunto de debates, tanto sobre la inminencia de nuevos desastres nucleares como sobre las actuales mentiras y manipulaciones del Estado.
Sin embargo, décadas antes de Chernobyl la miniserie Holocausto, de Marvin Chomsky, realizada en 1978 para la cadena norteamericana NBC, ya había sacudido la forma en que el mundo percibía el exterminio étnico promovido por la Alemania nazi. Esta miniserie redefinió las políticas gubernamentales en Estados Unidos y Alemania e instauró, según historiadores y estudiosos, una centralidad inédita del testimonio en el campo de la cultura. De acuerdo con la historiadora francesa Annette Wieviorka, en su libro seminal L’ère du témoin (2009), la serie Holocausto inaugura una “era del testigo”(4) e instituye, de este modo, un nuevo paisaje de memoria en el ámbito de los medios de comunicación, la cultura y la política.
¿Tendrán Chernobyl u otras series por venir, la oportunidad de hacerse eco del acontecimiento inaugurado por la miniserie Holocausto? ¿Podrán las series dramáticas contemporáneas profundizar y difundir los debates en curso sobre las catástrofes políticas y ambientales actuales y futuras? ¿Qué puede hacer el audiovisual ante la violencia de Estado, el ascenso de los autoritarismos, un pasado traumático y un futuro amenazado? ¿Qué pueden hacer las narrativas seriadas y mediáticas ante el vértigo distópico de nuestro tiempo, los cataclismos ambientales, las pandemias globales, las imágenes del fin del mundo?
Estas son las preguntas que nos gustaría desarrollar, explorando las relaciones entre las políticas de la memoria, la pedagogía y la imaginación, ya que el trabajo de la imaginación, especialmente en nuestra sociedad marcada por la catástrofe y mediada por la imagen, constituye, más que nunca, una tarea política. Como ha postulado el filósofo e historiador de las imágenes Georges Didi-Huberman, cuyas reflexiones sobre la relación entre visibilidad y legibilidad guiarán el recorrido aquí propuesto, el carácter “inimaginable” de las violencias de Estado y las catástrofes humanas, políticas y ambientales debe ser visto y leído como una invocación, un llamado a la acción —tan difícil como necesario— para disponernos, a pesar de todo, a imaginar. Porque es allí, frente a la dimensión “impensable” e “irrepresentable” de la violencia traumática, donde deben trabajar el pensamiento y las imágenes de nuestro tiempo.
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