Réplica de Enrique Bustamante al texto de José Manuel de Pablos Coello publicado en el Portal

 

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Réplica de Enrique Bustamante a las «lecciones» disparatadas de José Manuel de Pablos

Sr. Director del InCom-UAB
Universidad Autónoma de Barcelona

Estimado director:

Le agradezco que publique en su portal mi contestación obligada al artículo “Fundamentos de una revista científica, ¿qué es? y ¿para qué?”, firmado por José Manuel de Pablos Coello, y publicado recientemente en sus páginas en la sección “lecciones”, que en mi opinión choca frontalmente contra el espíritu y las prácticas habituales del InCom-UAB.

Tenía ya noticias, en los últimos dos años al menos, de que Jose Manuel de Pablos repartía por doquier, sobre todo en su congreso latino, diferentes etiquetas de autenticidad sobre las revistas de comunicación, con adjetivos cuantiosos y nada elogiosos dedicados a la revista Telos, pero hasta este texto no había comprobado el grado de elaboración teórica que había alcanzado; ni la posición obsesiva que Telos cumple en ese modelo.

Resulta al menos llamativa la coincidencia de este ataque final con la publicación reciente del Indice H de las revistas en ciencias sociales, realizado justamente por el grupo EC3 de Granada, que el autor elogia en su texto pero cuyo ranking oculta en el artículo y en su revista: durante diez años (2001-2010) Telos encabeza el ranking de citas internacionales para las revistas españolas de comunicación con 13 puntos, mientras la Revista Latina de Comunicación Social está en cuarto puesto con 9 puntos.

En su papel de juez supremo de todas las publicaciones científicas, de Pablos decreta en el artículo citado las condiciones de una revista científica, que tiene que ser “académica y universitaria” y de “investigación” , “sin finalidad “comercial”, “exclusiva del mundo académico en sentido estricto”, “sin presencia de personas ajenas a la academia”, “sin subordinación a empresas o entidades que puedan manosear los contenidos” y, finalmente, “sin imputados de corrupción en ninguno de sus comités”. Dejando aparte esta última exigencia, que nos demanda estar vigilantes ante los numerosos corruptos que ansían blanquearse en las revistas científicas, eso descarta toda colaboración de profesionales ajenos al mundo académico; o de dobles perfiles de académicos con experiencia profesional, y elimina también a todas las editoriales comerciales, de revistas y libros “aparentemente” científicos, pero de finalidades comerciales (casi todas las anglosajonas, por ejemplo Sage de Londres, y prácticamente todas las editoriales españolas de libros en ciencias sociales).

En aplicación de sus códigos normativos, de Pablos reparte sellos de acientificismo a diestro y siniestro, a numerosas publicaciones pero sobre todo a instituciones e indicadores nacionales e internacionales que, al parecer, no han clasificado bien a su revista RLCS: dispara así contra la FECYT, contra Thomson Reuters, contra el CSIC, todos los cuales resultan ser corruptos y venales. Pero el auténtico enemigo en el campo de la comunicación parece ser Telos, objeto de numerosos párrafos intercalados como contramodelo perfecto.

Entre las acusaciones contra la revista pionera que fundé en 1985 y he venido dirigiendo o coordinando desde entonces, hay algunas tan estrafalarias que no merecen respuesta, como la “contaminación” que sufrimos por la presencia de Iñaki Urdangarín que desde Telefónica invade a la Fundación y de ahí a la revista. Entre dos párrafos sobre Telos se rememora también el doctorado “honoris causa” a Mario Conde de hace 20 años, cuya relación con Telos resulta imposible adivinar, a no ser que ese hecho nos contamine también indeleble y eternamente a todos los investigadores de la Universidad Complutense (y a los licenciados en la UCM, como de Pablos, se supone).

Otras acusaciones resultan inocuas para cualquier lector de Telos (felizmente sus ejemplares están la hemeroteca y en Internet), como la de que “la finalidad de la revista es llamar la atención sobre las maravillas de las nuevas tecnologías” al servicio siempre de Telefónica, o la de dedicar mucho espacio a los dispositivos móviles con falsos datos (un dossier en 64 números, con expertos investigadores acreditados y valorados anónimamente), o la de no poder “imaginar” la publicación de un texto en Telos sobre el peligro de las radiaciones en telefonía móvil (en una revista sobre comunicación, no sobre medicina).

Pero el mayor insulto de este artículo de de Pablos, consiste en reprochar a Telos que pague a los autores (se supone que el autor nunca ha cobrado tampoco nunca por ninguno ni por libros) porque de ahí saca la conclusión de que “han de ser buenos chicos” (es decir, mercenarios de la pluma). Un burdo intento de desvalorizar el trabajo intelectual de varios miles de investigadores que han publicado en Telos en estos veintisiete años de su historia, de profesores y analistas de prestigio nacional e internacional y de jóvenes investigadores que honestamente se esfuerzan en hacer su carrera universitaria. Y un efecto boomerang que el autor no advierte, porque entre la excesiva y casi pantagruélica composición de los comités de RLCS (110 profesores en su Scientific Board) hay muchos profesores que están o han estado en los consejos de Telos; y, de entre los autores de Telos, muchos han publicado también en la RLCS, como resulta inevitable en un campo científico todavía pequeño y con escasas publicaciones.

Se supone, por tanto, que por empeñarme en retribuir simbólicamente el trabajo intelectual en una revista, he generado una fábrica industrial de mercenarios amables. Entre los que estarían, entre muchos expertos incuestionables, desde autores como Armand Mattelart, Jesús Martín Barbero o Néstor García Canclini en el ámbito internacional, a cientos de investigadores nacionales, seniors y jóvenes, que han perdido así toda perspectiva crítica sobre las tecnologías de la comunicación. Y ello aunque, como responsable máximo siempre de contenidos de Telos, pueda proclamar, inútilmente ante tal condena, que en esta larga trayectoria nunca he sufrido un solo intento de censura o de imposición ni de Fundesco (1985-1997) ni de la Fundación Telefónica hasta ahora. Como lo acreditan por otra parte los 64 números publicados.

En suma, las “lecciones” de de Pablos dan miedo. Pavor primero, frente a todos los fallos que puedan tener los índices actuales, porque el nuevo de Pablo´s Index sería mucho más arbitrario, caprichoso y dictatorial que ninguno de ellos. Pero temor también porque un autor tan arbitrista ejerza su poder local, aunque sea ultraperiférico, como director de una revista de comunicación. En positivo, y atendiendo a la metáfora pugilística del citado autor contra los “entrenadores de boxeo que nunca han subido a un ring”, propongo en aras de la transparencia, que los directores, editores y coordinadores de revistas científicas hagan público, como han comenzado a hacer los políticos con sus ingresos, sus currículos detallados y sus sexenios de investigación, a no ser que también estos últimos sean considerados corruptos y venales.

No caeré tampoco en la tentación absurda de despreciar a los contenidos y autores de RLCS, que merecen todo mi respeto y mi admiración. Porque ser capaz de plegarse a sus protocolos formalistas absurdos como el pomposamente llamado “formato académico” IMRyD , o a las 52 condiciones burocráticas exigidas (muchas con varias letras) que delatan la falta de una labor de edición propia, y conseguir a su pesar un texto de calidad que aporte innovaciones al conocimiento de la comunicación social, constituye realmente una hazaña intelectual digna de encomio.

Por encima de estas batallitas lamentables, y de la concepción mercantil que denotan (destruir al competidor), sigo creyendo, estimado Director, que nuestra labor principal es seguir apoyando el crecimiento y la repercusión de las todavía escasas publicaciones científicas españolas de nuestro campo de investigación, revistas y libros, en papel y digitales; por encima de toda tentación de poder caciquil, condenada a fracasar a medio plazo. Porque la promoción y el reconocimiento de nuestros jóvenes investigadores en comunicación, la mayoría con gran esfuerzo y calidad, lo demandan de quienes llevamos décadas trabajando en ese terreno.

Espero que el InCom-UAB y, a ser posible Telos, continúen muchos años progresando en esta tarea.

Con mis saludos,

Enrique Bustamante
Coordinador de contenidos de Telos. Catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid

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