Sociofobia. El cambio político en la era de la utopía digital

 

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Lorena Cano Orón reseña el libro "Sociofobia. El cambio político en la era de la utopía digital" de César Rendueles (Capitán Swing, Madrid, 2013).

El capitalismo ha provocado catastróficos cambios sociales. Entre ellos, ha convertido la sociedad en sujetos aislados, ha conseguido que prime el pensamiento individualista y que cualquier tipo de compromiso social más allá de nuestras pantallas nos cause pánico. Sociofobia se centra en esta idea; es un libro que hace un repaso a las consecuencias que nos ha traído este sistema económico, así como las alternativas que se han planteado y las falsas soluciones que se han adoptado con la revolución digital. El texto realiza una crítica al ciberfetichismo y denuncia la inexistencia actual de deliberación política, sin olvidarse de juzgar tanto las posturas de la izquierda como aquellas sostenidas por las ciencias sociales.

El libro presenta una estructura dividida en cuatro partes. La primera es una introducción histórica a los factores que nos han llevado a la época actual y a una determinada forma de pensar, en la que se explican los orígenes de la sociofobia. En esta parte, el autor afirma y actualiza el pensamiento del historiador húngaro Karl Polanyi, escritor de La gran transformación (1944), cuya crítica, basada en el análisis de los 100 primeros años del liberalismo y del sistema capitalista, sigue teniendo perfecta vigencia tal y como demuestra Rendueles. En esta línea, se aborda cómo con la modernidad el mercado se convirtió en el eje central de toda realidad social, la utopía mercantil se hizo eco en la sociedad y transformó la manera de entender las relaciones sociales y políticas. El autor da un paso más y se centra en Internet, descrito como “un zoológico en ruinas donde se conservan deslustrados los viejos problemas que aún nos acosan, aunque prefiramos no verlos” (Rendueles, 2013: 37). Afirma que el fetichismo de las redes de comunicación ha reducido las expectativas políticas y que el ciberutopismo es una forma de autoengaño.

En la segunda parte se centra en la utopía digital, repasa tanto los problemas que conlleva la aceptación del ciberfetichismo como el problema de fondo que enmascara el copyleft y las copywars. El autor afirma que el determinismo tecnológico sitúa a las nuevas tecnologías de la comunicación y la información como la solución a todos los problemas, como “fuente automática de transformaciones sociales liberadoras” (Rendueles, 2013: 45); esta posición es muy criticada por el autor, ya que afirma que este tipo de prótesis tecnológicas lo que hacen es reducir la crítica política y la intervención ciudadana.

Rendueles hace especial hincapié en las relaciones sociales, en la fragilidad que caracteriza al nuevo sujeto moderno, relacionando la modernización con la destrucción de los lazos comunitarios tradicionales. Afirma que la tecnología se presenta como una herramienta capaz de fortalecer los vínculos entre las personas, pero que en realidad, su primera consecuencia inmediata es aislar al individuo y fomentar su falsa autonomía. El autor expone que Internet no resuelve el problema de la fragilización del vínculo social ni la fragmentación de la personalidad, manteniendo también una postura escéptica respecto a la inteligencia colectiva.

En esta parte también se analiza la cooperación en la esfera digital, la cooperación 2.0, aunque, previamente, el autor subraya que el hecho de que “el anonimato y la inmediatez permiten colaborar, compartir y formar parte de una comunidad cuando uno quiere, si es que quiere, y con la personalidad preferida” (Rendueles, 2013: 91) supone que el tipo de compromiso aceptado es puntual y con un nivel bajo de implicación personal, es decir, que no se adquiere el mismo compromiso social y personal de antaño. No obstante, también rompe una lanza a favor de este espacio telemático precisamente por la presencia del altruismo, prácticamente imposible en el sistema capitalista, aunque también puntualiza que “practicamos el altruismo anónimo mientras implique compromisos marginales.” (Rendueles, 2013: 107).

Por lo que respecta a la tercera parte, el autor se centra con más énfasis en el matiz político, y aborda la emancipación y la dependencia mutua como punto de partida, subrayando que Internet puede parecer la clave de la emancipación pero que en realidad se trata de un placebo. Expone que con el sistema capitalista es imposible pensar en el cuidado mutuo, que es “base material de un vínculo político racional alejado del capricho individual o del formalismo contractual.” (Rendueles, 2013: 146). Rendueles aprovecha para criticar las acciones y posturas de la izquierda, así como a los científicos sociales, supuestos agentes encargados de mejorar el sistema social –según el autor-. De hecho, el autor sostiene que las ciencias sociales han fracasado, llegando a afirmar que “la complejidad de la realidad política exige una ruptura con la herencia de falsas promesas de las ciencias sociales” (Rendueles, 2013: 186).

En la última parte, el autor reafirma la tesis principal del texto mediante hechos históricos concretos mezclados con anécdotas personales, insistiendo en que Internet no es la clave para cambiar las cosas ni para la revolución. Anima a salir a la calle, redescubrir las relaciones cara a cara y los compromisos reales. Sostiene que tenemos que dejar de pensar que intervenir en el espacio público es publicar un comentario en Internet.

Durante toda la obra, el autor hace constar de distintas maneras que se están sobreestimando las posibilidades de la tecnología. Desde una posición pesimista, el autor sostiene que “el ciberfetichismo y la sociofobia son la fase final de aceptación de la heteronomía terminal moderna, cuando ya sin ira ni negación nos sometemos al mercado y tratamos de emular socialmente sus dispositivos básicos.” (Rendueles, 2013: 158) Según César Rendueles, la concreción política sería la clave para superar todos estos estigmas.

En general, la obra carece de posiciones antagónicas a la postura del autor que sirvan para ilustrar el discurso que tan enérgicamente cuestiona Rendueles. Aparte de esto, quizás se echa en falta también más referencias bibliográficas que refuercen la tesis del autor, ya que los argumentos de los que parte e incluso la mayoría de su disertación son aspectos básicos del discurso anticapitalista. No obstante, podemos tomar esta obra como referencia imprescindible para romper el espejismo ilusorio que se vende ligado a la tecnología e Internet.

 

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