Guadalupe Ferraro reseña el libro “El cerebro lector. Últimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia” de Stanislas Dehaene (Siglo XXI editores. Buenos Aires, 2014).
La obra de Stanislas Dehaene aborda el enigma de la “paradoja de la lectura”. El autor recurre al estudio de la lectura para demostrar la vinculación inextricable entre la cultura y la organización cerebral. Se pregunta cómo nuestra arquitectura cerebral heredada, que no presenta mecanismos destinados específicamente para la lectura, hace posible esta práctica relativamente reciente en la historia de la humanidad.
A partir de los descubrimientos más actuales de las neurociencias y los avances de la psicología de los últimos veinte años, Stanislas presenta las modificaciones que ha sufrido nuestro cerebro en base a procesos culturales como la lectura, el aprendizaje y la enseñanza. No lo hace desde una perspectiva simplista de la adaptabilidad del cerebro humano a la cultura, sino que, propone una teoría novedosa de las interacciones neuroculturales capaz de resolver la “paradoja de la lectura”.
Con claridad apreciable presenta la hipótesis del “reciclaje neuronal” que le permite explicar el ejercicio de la lectura. Sostiene que algunos circuitos cerebrales han evolucionado para tolerar el aprendizaje y la variabilidad cultural, pero que existen restricciones en nuestra arquitectura cerebral. Es por eso que se reciclan algunos de nuestros antiguos circuitos cerebrales y adaptan sus predisposiciones para un uso nuevo.
Pero el libro, no sólo demuestra que la adquisición de diferentes actividades culturales es posible gracias a nuestro margen de plasticidad cerebral, sino que permite repensar las limitaciones de una evolución neuronal, y en cambio concebir que los sistemas de escritura deben haber evolucionado en el marco de nuestras restricciones.
Por ese motivo, presenta un repaso de la historia de la escritura, su rol y las características comunes presentes en distintos sistemas de escritura. A partir de experimentos, neuroimágenes y estudio de casos, brinda una explicación plausible de los orígenes de la lectura, su adquisición y consecuencias, como por ejemplo, el impacto de la escolaridad y la alfabetización, e incluso, el fomento a la memoria verbal.
Finalmente, nos ofrece una renovada comprensión de los mecanismos de la lectura y sus implicancias para la mejora de la enseñanza, sumado esto a estrategias de intervención para mejorar los resultados de lectura y actividad en los niños disléxicos.
El texto, entonces, advierte que leer es un signo de los tiempos modernos y por lo tanto, nos interpela como “lectores expertos”.