“Resistencia en la Línea Negra” (2011) es un documental del Colectivo Zhigoneshi, formado por personas de cuatro grupos indígenas de la Sierra Nevada colombiana. Este material nace de la voluntad de los grupos indígenas wiwa, kogui y arhuaco de decirse y describirse a sí mismos. De este modo, estas comunidades indígenas se expresan sin necesidad de intermediarios y evitan así ser banalizados. Cuentan la historia como ellos la viven, en primera persona.
El documental indígena se presentó en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) el pasado 9 de diciembre, en el marco del proyecto "Acercándonos a las realidades socioculturales, luchas y resistencias de las Comunidades Indígenas de América Latina” del Institut de la Comunicació de dicha universidad (InCom-UAB), financiado por la Fundació Autònoma Solidaria (FAS) y con la colaboración de Cultura en Viu (UAB). “Resistencia en la Línea Negra”, dirigido por Amado Villafaña, Saúl Gil Silvestre y Gil Zarabata, sirvió de centro de reflexión para el cine-forum sobre el audiovisual como herramienta de resistencia. Una resistencia a las acciones del hermanito menor, como ellos llaman a los no-indígenas, a los occidentalizados.

Tras la exhibición en la Sala de Cine de la UAB, se realizó un debate. La mesa de reflexión estuvo formada por Maria Luna, de El Perro que ladra Barcelona, asociación para la distribución y la promoción del cine latinoamericano; Lina Maria González, del Observatorio ADPI (Por la Autonomía y los Derechos de los Pueblos Indígenas en Colombia), y Rafael Franco Coelho, profesor en la Universidade Federal de Goiás-Brasil y doctorando en el Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad (UAB). El encuentro fue moderado por Amparo Huertas, coordinadora del proyecto en el InCom-UAB.
La tarea de crear un documental es compleja, para los grupos indígenas todo está relacionado, no hay posibilidad de dividir por temáticas. Los pueblos indígenas no conciben realidades ni temáticas concretas. En su cosmogonía, todo tiene que ver con todo. Como explicó Lina María González, “el mundo indígena tiene un pensamiento circular, espiralado, donde todo tiene que ver con todo, no es lineal”. La resistencia a través del audiovisual tiene que ver con el uso de sus lenguas, la apropiación de los mismos materiales de grabación, la lucha por el acceso a sus lugares sagrados y el hacer reflexionar a responsables (y espectadores) sobre el encierro de sus piezas artísticas en los museos, privándoles de su disfrute.
Amado Villafaña, en una entrevista realizada en París con motivo de la presentación del documental (disponible en YouTube, colgado por Valentina López Mape), lo resumió así: “Manejamos los temas de manera integral, todo es contenido de la madre naturaleza. Si nos metemos en el concepto de la música, siempre termina en la defensa del territorio. En el fondo, es por la protección de la madre tierra. Porque la tierra no es un objeto, sino un sujeto con derechos”. Es así como “Resistencia en la Línea Negra”, una de las ya varias producciones del colectivo, es una invitación a conocer su manera de pensar, para extraer reflexiones.
Al ser imposible separar realidades puesto que “todo tiene que ver con todo”, el resultado del material audiovisual tampoco puede ser lineal. Es así como el documental está concebido bajo la metáfora del tejido. Para las fases de creación y edición del documental los directores asistieron a varios talleres en la Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia). Maria Luna, antigua profesora en esa universidad y tutora de los talleres, explicó que en las aulas tuvieron lugar procesos de negociación y de aprendizaje continuo, no solamente para los integrantes del colectivo Zhigoneshi, sino para ella como especialista en el lenguaje audiovisual.
Rafael Franco Coelho, refiriéndose a cómo lo expresan los propios indígenas autores del documental, señaló que “comenzaron con el audiovisual para que el hermanito menor les oyera, porque el oído del hermanito menor está en el ojo”. Fue esta la herramienta que encontraron para darse a conocer, explicarse desde sus propios medios. La inexistencia de intermediarios es importante, por dos razones, señaló Amado Villafaña en la presentación en Paris, las imágenes de turistas y antropólogos que los visitaban quedaban registradas con derechos de autor, los libros, las investigaciones… “los conocimientos indígenas pasan a ser propiedad de una persona que no es indígena”, lamenta. El documental, propiedad colectiva, sirve para proteger lo que también lo es: el territorio, el lenguaje, el pensamiento y compara la imagen con el machete y la pala que como herramienta “sirve para cultivar, para sostener a la familia”.
Vista desde los ojos de los indígenas, los diferentes pensamientos absurdos del hermanito menor se materializan. Por ejemplo, esa voluntad, o excusa moral, de hacer todo por “el bien” de los indígenas como es limitarles el acceso a sus lugares sagrados en aras de su seguridad física (difícil acceso, maquinaría trabajando en la zona,…). Durante el fórum, también salió a colación la poca presencia de mujeres en el documental. En los talleres de realización que tuvieron lugar en la Universidad Javeriana (Colombia), participó una chica -nos explicó Maria Luna-. Como aclaró González “también los pueblos indígenas son patriarcales, pero han de negociarlo dentro de su autonomía y su justicia propia”.
Los indígenas representan un 3.5% de la población colombiana. Sin embargo, entre los diferentes movimientos sociales son los más activos. Una actividad totalmente justificada puesto que han sufrido opresión desde todos los frentes: las guerrillas, paramilitares, empresas y el gobierno. Como concluyó Amparo Huertas, el objetivo final del documental es “hacernos sentir incómodos porque escuchamos una versión distinta de la que estamos habituados”.
María Camila Ardila Peña