Cultura(s), ciudadanía(s) y procesos de comunicación. Una agenda teórico-metodológica para y desde México e Iberoamérica
Marta Rizo García (Universidad Autónoma de la Ciudad de México) reseña del libro: Portillo, Maricela y Palacios, Julia (Coordinadoras) (2020): Comunicación y cultura. Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital, México: Universidad Iberoamericana, 191 páginas.
La reflexión sobre comunicación y cultura sigue siendo necesaria, y quizás hoy más que nunca se vea alterada constantemente por la velocidad de los cambios en los ecosistemas comunicativos, que comportan cambios culturales a diferentes escalas. Pensar la mancuerna comunicación-cultura fue el objetivo central de los Estudios Culturales británicos en los sesentas del siglo XX, y poco después empezó el desarrollo propio de este enfoque culturalista de la comunicación en América Latina, con pioneros como Jesús Martin Barbero, Héctor Schmucler, Néstor García Canclini o Luis Ramiro Beltrán, por nombrar sólo algunos. El pensamiento comunicacional latinoamericano ha estado siempre marcado por la reflexión de la comunicación y la cultura como elementos inseparables. Y la obra que se reseña en estas páginas, aun y publicándose mucho tiempo después de aquellos inicios de los estudios culturales latinoamericanos, da cuenta de la vitalidad de estas reflexiones, de lo necesarias que siguen siendo en los contextos actuales, y de lo vivo que está y lo fértil que es nuestro campo de conocimiento.
Comunicación y cultura. Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital es un libro colectivo conformado por una introducción, firmada por las coordinadoras, y un conjunto de diez capítulos, escritos por académicos y académicas de México, Brasil, Uruguay y España. Es una obra a muchas manos, que refleja la amplitud y variedad de los estudios sobre comunicación y cultura en México y, en general, en el contexto iberoamericano. Cada capítulo puede revisarse como una unidad independiente, pero la obra tiene también algunos hilos conductores sobre los cuales vale la pena reflexionar. El propósito básico de esta obra es pensar la relación comunicación-cultura a partir del eje conceptual que vincula la identidad y el poder. Específicamente, este libro aborda aspectos como los siguientes: 1) La reconfiguración de la producción cultural; 2) Los nuevos formatos de las industrias culturales; 3) Las nuevas formas de consumo y 4) Las nuevas prácticas culturales en los entornos urbanos.
Como puede observarse, el libro invita a pensar nuestros contextos actuales, que no pueden comprenderse sin hacer referencia a los medios y las tecnologías, a cómo nos relacionamos con los dispositivos digitales, a qué consumimos y qué producimos, a de qué forma nos desenvolvemos cotidianamente como ciudadanas y ciudadanos en nuestras urbes.
El primer texto lleva por título “Crítica de la Comunicación y de la Economía Política de Internet en tiempos de globalización neoliberal” y su autor es César Bolaño, de la Universidad Federal de Sergipe, Brasil. En este texto el autor reflexiona, desde el paradigma de la economía política crítica, acerca del sistema global de comunicación y cultura, marcado por la hegemonía estadounidense, y plantea que la profundización de la lógica publicitaria, el avance de los procesos de mercantilización, el incremento de las formas de control del trabajo y la cultura por la economía, etcétera, dibujan un panorama muy contradictorio en el contexto del capitalismo actual. Específicamente, en lo que se refiere a los impactos de la reestructuración capitalista sobre las industrias culturales y de la comunicación, Bolaño hace énfasis en la ruptura de la racionalidad y en la reconfiguración de las identidades, que tienen impacto en el sistema global de cultura. Señalo como idea muy sugerente el que exista, según el autor, una tendencia a un individualismo radical, ligado a formas de control social cada vez más acentuadas. En el nuevo entorno digital, según Bolaño, se acentúan el control y la dominación, más que la democratización de la que se suele hablar desde posicionamientos más tecnófilos y optimistas.
La siguiente aportación se titula “Las tecnologías de la comunicación y el desafío del diario vivir” y es de Rosario Sánchez Vilela, de la Universidad Católica de Uruguay. En este capítulo se presentan los resultados de una investigación cualitativa de corte socioantropológico, realizada mediante entrevistas aplicadas a 125 familias uruguayas en contextos de pobreza distribuidas en todo el país. El propósito de la pesquisa fue reconstruir la experiencia del encuentro de las familias con la computadora (específicamente, con computadoras portátiles entregadas por el gobierno uruguayo) y comprender las significaciones que ésta adquirió en la vida cotidiana, las apropiaciones que se produjeron y los obstáculos que se encontraron en el camino. Entre muchos otros resultados, la autora expone que la computadora, para estas familias, supuso un desafío a la autoridad de los padres y una cierta inversión de los roles generacionales, pues son los niños quienes enseñan a los adultos a utilizar las tecnologías.
“La divulgación de la ciencia en la radio universitaria: el caso de Semillas de Ciencia” es el texto que presenta Daniel Martín-Pena, de la Universidad de Extremadura, España. En un primer momento, el autor expone un breve pero muy bien documentado repaso por la historia de la radio universitaria en el contexto español y latinoamericano. En la segunda parte del texto, se aborda el papel de las radios en la divulgación científica para, posteriormente, defender la idea de que las radios universitarias tienen mucho valor, sobre todo ahora con la convergencia tecnológica, y mucho potencial para crear productos informativos únicos y rigurosos. En palabras del autor, “la radio universitaria y las posibilidades que le brinda la red suponen un paso hacia adelante en el campo de la divulgación científica” (p.51). Como caso específico, Daniel Martin-Pena comparte la experiencia de Semillas de Ciencia, un proyecto entre emisoras universitarias españolas y latinoamericanas, cuyo objetivo es promover la divulgación y el conocimiento científico-tecnológico de los ciudadanos a través de proyectos de comunicación, en cooperación con países europeos de la fachada mediterránea y países latinoamericanos. Este proyecto ha dado como resultado más de 100 reportajes, 48 programas, más de 100 entrevistas, 3000 minutos de divulgación y la existencia de redes sociales comunes, entre otros resultados.
Maricela Portillo, de la Ibero Ciudad de México, es la autora de la siguiente aportación que incluye este libro, y que lleva por título “Imágenes culturales de los jóvenes en las pantallas”. En este capítulo la autora reflexiona sobre las formas en que se construyen y difunden las imágenes sobre los jóvenes en las pantallas de la televisión mexicana. El texto se enmarca en el enfoque teórico de los estudios culturales y asume que comprender las imágenes que construyen los medios de comunicación es un asunto clave para comprender las sociedades contemporáneas. Por otra parte, recupera las aportaciones de los estudios sobre juventud, sobre todo categorías como lo juvenil, las culturas juveniles y la generación. Desde esta mirada teórica, Maricela Portillo expone que los jóvenes tienden a afirmar que no se sienten del todo identificados con las imágenes estereotipadas que de ellos proyectan los medios. La autora hace referencia a dos estereotipos particularmente preocupantes: el de las tribus urbanas, que generan estigmatización; y el de los personajes juveniles que protagonizan telenovelas y series, que proyectan, según portillo, “imágenes pasteurizadas” (p. 79) de la Juventud, que tienden entonces a cosificarla.
El siguiente capítulo lleva por título “Gustos, preferencias y soportes del consumo cultural de la población infanto-juvenil de la Ciudad de México”, y sus autoras son Maylen Álvarez Arce y Vivian Romeu Aldaya. En este capítulo, las autoras discuten las causas y factores principales que inciden en los gustos y las preferencias de consumo cultural de los niños, adolescentes y jóvenes de la Ciudad de México. El encuadre teórico de la investigación articula la teoría de los campos sociales de Pierre Bourdieu y la teoría de las representaciones sociales de Serge Moscovici. La investigación de la que dan cuenta Álvarez y Romeu se realizó a partir de una estrategia metodológica cuantitativa con 176 variables, aplicada a 1082 sujetos de una muestra estratificada por sexo, edad y nivel socioeconómico de niños, adolescentes y jóvenes de entre los 12 y los 24 años. Entre otros resultados, las autoras nos comparten los siguientes: el medio más consumido sigue siendo la televisión; el consumo cultural a través de la televisión incrementa conforme aumenta la edad de los informantes, mientras que el consumo de caricaturas y series disminuye conforme aumenta la edad. Con respecto al género, los varones dijeron preferir los deportes y las caricaturas; y las mujeres, las telenovelas y las noticias.
Julia Palacios, de la Ibero Ciudad de México y coordinadora del libro junto con Maricela Portillo, nos presenta el siguiente capítulo, titulado “‘Te pareces tanto a mí’, Juan Gabriel: construcción de una identidad multicompartida”. La autora nos comparte, casi a modo de relato etnográfico, su encuentro con Juan Gabriel y destaca que comenzó a preguntarse sobre la capacidad que tenía este cantautor de legitimar y transformar al público en sus conciertos y generar ese espacio permisivo en un México entonces (años noventas) marcado por una homofobia y una intolerancia mucho más fuertes que en los momentos actuales. Y afirma: “Pensé desde entonces que en un país machista, con la represión personal que esto conlleva, quizá había un Juan Gabriel escondido en cada uno de nosotros y, que en mucho, el éxito consistía en generar espacios en donde se pudiera expresar la libertad o el estilo de libertad “juangabrielesca”, aunque fuera momentáneamente” (p. 107). Desde una mirada que articula los estudios culturales y los estudios sobre música –especialmente rock and roll-, Julia Palacios nos acerca a la vida de Juan Gabriel, y va narrando aspectos de su biografía entremezclados con las razones de su éxito, anécdotas, expresiones de otros sobre Juan Gabriel, etcétera. Y expone cómo con la noticia de su fallecimiento, la imagen de Juan Gabriel tomó una fuerza sin precedentes en la cultura popular mexicana. ¿Cómo se explica el éxito de Juan Gabriel? La autora lo relata así: “La magia del ídolo, en este caso Juan Gabriel, más allá de su creatividad y carisma, radica en que apela por igual a todas las clases sociales, creencias, posturas políticas, incluso gustos musicales particulares. Tuvo la capacidad de atravesar fronteras ideológicas y de llegar al corazón humano, que al parecer nos demuestra con sus canciones que es uno solo, y que a la hora de tocar el sentimiento, sucumbimos ante las mismas provocaciones que tan magistralmente logró cantar” (p. 110). “Juan Gabriel retrató gran parte de los ‘muchos Méxicos’ que confluyen en el ámbito de lo popular. Él sintetizó, o más bien, hizo converger, en su vida y a través de diferentes estilos, los gustos diversos de muchos” (p. 113), afirma la autora. De ahí la relevancia de estudiar expresiones de la cultura popular como ésta, sin duda permeada por el importante papel de los medios de comunicación en la difusión de estas manifestaciones culturales.
“La jaula digital: derechos humanos y libertades públicas en la era del mercado aumentado” es el título del siguiente capítulo, escrito a cuatro manos por Bernardo Díaz Nosty y Ruth de Frutos, de la Universidad de Málaga, España. Haciendo uso de la metáfora de la jaula digital, los autores argumentan la hipótesis de la pérdida de libertad individual en el tránsito hacia una realidad compleja que hoy se encuentra aún en la fase etiquetada como sociedad del conocimiento. Díaz Nosty y De Frutos afirman que la actual aceleración tecnológica está suscitando inestabilidad, por lo que es apremiante preguntarse por los efectos o impactos de las tecnologías en la vida cotidiana, especialmente, dicen los autores, sobre sus alcances en las relaciones de poder, en la organización social y en la soberanía. A lo largo de este ensayo, los autores defienden que el individuo se encuentra desprotegido: primero, por la hipervigilancia a la que es sometido por parte de los gobiernos, que todo lo saben, que todo lo miden acerca de nosotros; y segundo, por la seducción de los mercados, que terminan por hacer del individuo un mero consumidor, fácilmente manipulable. El contexto actual no es muy optimista, al menos para Díaz Nosty y De Frutos, quienes no dudan en afirmar que “Esta anomia creciente se debe a la degradación de los valores identitarios y se manifiesta en la capacidad de construcción colectiva de la historia, en la disolución de la identidad, en la pérdida de la memoria y en el debilitamiento de los signos distintivos de una realidad diversa” (p. 127).
El siguiente trabajo es de Sergio Rodríguez Blanco, de la Ibero Ciudad de México, y lleva por título “Fotografía documental en México en la era digital: una propuesta para trabajar con cerebro de artista y ojos de cronista”. El autor parte de considerar que la fotografía tiene una naturaleza ambigua que, en el contexto actual de la era de las redes sociales digitales, se multiplica. En palabras del autor, “las redes sociales son territorios para la expresión, el disenso, la denuncia y la participación social, pero también para el mercado, la propaganda, la difamación y el control. La fotografía puede convertirse fácilmente en una aliada para cualquiera de estas vías en una sociedad que está saturada de imágenes, pero poco alfabetizada para defenderse de ellas” (p. 133). En este capítulo, el autor nos comparte reflexiones teóricas y casos empíricos bastante recientes sobre el uso de fotografías falsas o el uso de imágenes descontextualizadas en las redes sociales digitales, de modo que en el trasfondo plantea un modo de abordar la imagen fotográfica en relación con la verdad. Para Rodríguez Blanco, “las redes sociales tienen también el potencial de ampliar y rectificar la información que dan los medios de comunicación” (p. 136), y para ilustrar este potencial retoma ejemplos como, entre otros, el movimiento YOSOY132, originado en la Universidad editora de esta obra colectiva. Entre otras interrogantes, el autor se plantea lo siguiente: “En las redes sociales, ¿quién es el emisor de una fotografía?, ¿quién es responsable de sus consecuencias?, ¿es el que dispara el shoot, el que pone send o el que da retuit? Una fotografía descontextualizada o malintencionada en internet puede provocar una atmósfera de desconfianza y caos que en general sirve para impedir el entendimiento de las problemáticas globales o, lo que es peor, para alimentar las narrativas hegemónicas de quienes no desean abandonar su posición de poder” (p. 138). Como alternativa para superar lo anterior, Rodríguez Blanco propone nuevas formas de detenerse a mirar la realidad, “con cerebro de artista y con ojos de cronista” (p. 145).
“Arte documental, narrativa transmedia e intervención social: inventario de proyectos 2010-2016”, es el título del capítulo que nos presenta Pablo Martínez-Zárate, de la Ibero Ciudad de México. Este capítulo se inserta en la tradición de la intervención social desde el arte y la cultura en América Latina y toma en cuenta los aportes de la denominada comunicación para el desarrollo y la comunicación alternativa. Desde este lugar, y poniendo énfasis en los componentes metodológicos, el autor analiza varios proyectos de su autoría para los cuales se implementaron intervenciones en comunidades, sobre todo mediante talleres de acompañamiento para la realización de obras o investigaciones artísticas. En concreto, Martínez-Zárate recupera experiencias que involucraron prácticas documentales, es decir “la incursión en la realidad desde la apropiación de tecnologías para el registro, la organización y la presentación de los resultados” (p. 147-148). Para el autor, “toda práctica documental con fines artísticos exige un pensamiento transmediático: el diseño de estrategias en múltiples soportes. Este diseño no es exclusivo de la presentación (la obra terminada), sino que incluye también diseñar estrategias desde la concepción, el registro y la organización del material” (p. 148). A lo largo del capítulo se exponen seis experiencias llevadas a cabo en el periodo comprendido de 2010 a 2016 en varios espacios de la Ciudad de México, tales como Tlatelolco, la Merced, o sobre oficios como los carretilleros o diableros, o los tejedores otomíes, por citar algunos de los temas trabajados en estas experiencias de arte documental y vinculación comunitaria.
Jesús Alberto Cabañas Osorio, también de la Ibero Ciudad de México, es el autor de la última aportación de este libro colectivo. Su trabajo lleva por título “El largometraje documental Presunto culpable (2011): de las especificidades cinematográficas y las barreras de sentido”. En este trabajo, Jesús Alberto Cabañas aborda el documental Presunto culpable, estrenado en 2008, y cuyo tema básico fue el problema de la corrupción y la impunidad del sistema jurídico mexicano. Este film, a decir de Cabañas, generó múltiples reacciones en ámbitos diversos de la sociedad mexicana, entre los cuales señala los siguientes: debates teóricos sobre la naturaleza del documental, discusiones públicas, significados sociales, políticos e históricos, así como discusiones en las instituciones encargadas de impartir justicia en México, etcétera. El autor analiza algunos de estos aspectos y trata de responder al siguiente interrogante: ¿por qué Presunto culpable detonó una polémica social referente a la naturaleza del documental y su trascendencia hacia ámbitos simbólicos, políticos e históricos de la sociedad mexicana? Y lo hace a partir de un marco explicativo-analítico interdisciplinario que incluye aportaciones de la semiótica, la estética, la filosofía y la hermenéutica. Cabañas analiza con minuciosidad y rigor metodológico la forma y el contenido del documental Presunto Culpable, así como el contexto social en el que se inserta este largometraje. El autor concluye lo siguiente: “Lo que la cinta nos presenta como hechos reales se torna en discusión social, en programa político y en filosofía de lo mexicano, como un proceso que permite que el espectador se mimetice, a través de la mirada y el acto, la referencia y la denuncia ciudadana (p. 189).
Hasta aquí la presentación general de los contenidos de los diez capítulos que integran esta obra colectiva. Como puede observarse, son muchos los temas abordados, muchas y muy variadas las líneas de reflexión que se proponen en este libro: los usos sociales de la tecnología, las representaciones de los jóvenes en los medios, las radios universitarias, el consumo cultural, las culturas populares, las redes sociales, la memoria y la identidad, expresiones artísticas varias, el cine documental, las narrativas transmedia, etcétera. En todos los casos, la articulación comunicación-cultura se hace presente: no interesan tanto los medios en sí mismos sino las mediaciones, no se abordan los textos mediáticos sin ofrecer claves para comprender el contexto en que estos fueron creados y circulados, los ciudadanos no son vistos solo como usuarios de los medios y la cultura, sino también como productores activos, como agentes.
Muchos de los temas que se plantean en los capítulos de este libro tienen una amplia trayectoria en el campo académico de la comunicación en México y América Latina, y su reflexión se inició hace ya varias décadas, con instituciones como la Universidad Iberoamericana como pioneras en la investigación. Además, se trata de temas que, más allá de ser objetos de estudio y reflexión teórico-metodológica, tienen gran incidencia social, son temas que nos afectan, que reflejan las preocupaciones colectivas que vivimos no sólo como investigadoras e investigadores de la comunicación sino también como ciudadanas y ciudadanos.
Al fin y al cabo, el libro pone sobre la mesa si no todas, pues eso sería una empresa imposible, sí algunas de las líneas de reflexión de nuestro campo, interesado, como sabemos, no sólo en los medios de comunicación, sino en una concepción de la comunicación más amplia, que la comprende como un proceso de producción de sentidos. Comunicación y cultura. Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital nos propone una agenda de temas que no se agota, nos interpela como investigadoras e investigadores, pero también como consumidoras, como productoras de contenidos y también, o a la par, como ciudadanas. El diálogo está abierto.