Estamos cansados. Es la nostalgia de la cámara de eco

 

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No estamos llegando a una mayor polarización social porque internet y los medios sociales nos han encerrado en cámaras de eco. Estamos más divididos y enfrentados precisamente por lo contrario

Antonio Ortiz

Las primeras semanas de Elon Musk como dueño de Twitter nos han dejado muchos titulares, pero de entre todas las reacciones hay dos que considero especialmente destacables. Una es la de Donald Trump, cuya cuenta fue rehabilitada pero que a pesar de disponer de más de 87 millones de seguidores no ha vuelto a tuitear. El expresidente de EEUU se mantiene en su propia plataforma – Truth Social – y de momento no parece interesado en regresar a la actividad en Twitter por mucho que sin la aplicación del pajarito azul nunca hubiera llegado al poder.

La otra reacción es la de un amplio grupo de usuarios que, ante las decisiones y el estilo que está imponiendo Musk, se han desencantado de Twitter. Hay quienes simplemente han dejado de participar, pero también muchos que lo han sustituido por Mastodon, una alternativa libre y descentralizada. El perfil de esta oleada de emigrantes es marcadamente progresista, perfiles de izquierda que por un lado temen la permisividad de Elon para con cierto tipo de mensajes que hasta ahora Twitter había vetado, y que rechazan su estilo explícitamente jerárquico.

No es la primera vez que tenemos un fenómeno similar. En los últimos años Twitter ha vivido intentos de escisiones, pero casi siempre por el flanco conservador. Fue el caso de la derecha populista estadounidense y la aparición de Parler, cuya promesa radicó en la no moderación del contenido, algo que sus promotores consideraban censura. Pronto aprenderían que por encima de ellos están las tiendas de aplicación móviles dispuestas a controlar este tipo de foros sin límites.

Por aquí tuvimos experiencias similares con el amago de Barbijaputa yéndose a Quitter o el ilustrativo desembarco de miles de tuiteros españoles – en su mayoría conservadores – en Mastodon en 2018. Según a quien preguntaras se trató de una “invasión troll” que tuvo que ser atajada con el cierre de nuevos registros (muchos mensajes se debían a que el creador de Mastodon, Eugen Rochko, habría llamado “genocidas” a los españoles) o más bien fue una reacción intolerante desde una plataforma que presumía de ser muy abierta pero que no admitía la llegada de muchos inmigrantes con otra lengua, otras ideas y un alto interés por reírse de tu filosofía.

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Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

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