Reed Hastings, director ejecutivo de Netflix, declaró en 2015 ante inversores que su mayor rival no eran las otras plataformas streaming, sino el sueño de los espectadores. Ahora, la saturación del mercado televisivo invita a añadir la indecisión de los usuarios a la lista de enemigos. Las horas que puede absorber un repaso del menú de cada plataforma es proporcional a la oferta que presentan, la cual, según un informe de la consultora Nielsen publicado el mes pasado, alcanza ya la vertiginosa cifra de 646.152 programas diferentes en diciembre de 2019, si se tienen en cuenta todos los servicios de vídeo bajo demanda y los canales tradicionales en Estados Unidos. Era un 10% más que en 2018. El ejercicio de escoger qué ver es una parte cada vez mayor de la experiencia audiovisual.
Unas plataformas optan por sistemas de recomendación en los que prima la tecnología y otras, por sugerencias hechas por humanos. La semana pasada Netflix sumó en su menú de entrada una lista de los programas más populares en cada país (según ellos), para ayudar al espectador.
Un adulto medio estadounidense dedica unos 7,4 minutos al día a tomar la decisión de qué ver en los servicios de streaming, según otro informe de Nielsen de julio de 2019. Eso supone 45 horas al año decidiendo. La cifra varía en función de la edad: los adultos jóvenes (entre 18 y 34 años) invierten 9,4 minutos de media, mientras que los de 35 a 54 años aguantan 8,4 minutos navegando entre el contenido. Los mayores de 55 años, en cambio, son los que menos paciencia tienen y abandonan tras cinco minutos. Después de ese tiempo, el 21% de los usuarios se marcha sin haber elegido nada, y el 58% de los encuestados aseguró que lo más probable es que, si no encuentra nada que le atraiga, termine sintonizando uno de los canales tradicionales y, por tanto, viendo lo que otra persona —un programador— haya decidido.
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