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La libertad de expresión siempre ha estado perseguida. Al poder siempre le ha asustado que circulen libremente mensajes que se escapan de su control. Así que las amenazas actuales no son ninguna novedad. Sin embargo, en nuestros días, por primera vez en siglos, aceptamos casi unánimemente que todo el mundo debe poder expresar sus ideas aunque sean molestas para el poder. O incluso, sobre todo, si son molestas para el poder. Al menos, en teoría. En la práctica, es un derecho que a menudo se queda en nada. Al contrario que los demás derechos fundamentales, parece que la libertad de expresión no tuviera un contenido esencial intangible para los poderes públicos. Este libro intenta acabar con esa idea. Se centra en aclarar qué es exactamente la libertad de expresión y ofrece una idea concisa pero profunda de su régimen jurídico. Parte de los antecedentes históricos que muestran cuándo y por qué el poder político tomó conciencia del poder de las palabras. Narra cómo intentó controlarlas y cómo, frente a ello, se ha ido abriendo paso de manera lenta pero imparable la idea de que no hay democracia sin libre intercambio de ideas. Explica luego, de manera accesible para el lego en derecho, cómo aparece regulada en nuestra Constitución y en qué casos la ciudadanía puede invocarla para expresarse con la seguridad de no poder ser molestado por ello. Traza, al final, el panorama actual y las amenazas actuales de la libre expresión, que a menudo no se esconden tanto bajo la forma de la dictadura sino de lo políticamente correcto o el discurso del odio. En definitiva, pretende servir como auténtica guía de uso de la libertad de expresión.