Los críticos han coincidido últimamente en que la aceptación y la capacidad de autorrepresentación pública y digital de la identidad se han convertido en indicadores de “compromiso cívico y bienestar social en las sociedades democráticas occidentales” (Vivienne 2016, 1), especialmente para los grupos marginales de conciencia de derechos del Norte Global desarrollado. Sin embargo, sería un error creer que el espacio digital para la autoarticulación es una técnica de resistencia occidentalizada-moderna por excelencia. Esta visión que enfatiza el eurocentrismo de las protestas en línea debe mucho a los estudios sobre la brecha digital global (Martin y Robinson 2007; Schradie 2012) que sospechan del acceso y la actitud de los públicos del Sur Global (Hollington et al. 2015; Santos 2014) hacia las TIC. El intento de reformular las normas sociales, criticar la lógica institucionalizada e influir y movilizar a la opinión pública en favor de discursos alternativos e incluso no empoderados aprovechando el poder de las TIC no es menos evidente en el Sur Global, ya sea en las resistencias digitales individualizadas cotidianas de los públicos en red o en la participación orquestada y abiertamente politizada de la comunidad cibernética. Esto no significa que debamos pasar por alto el hecho de que la estratificación socioeconómica global ha hecho de la brecha digital global una realidad palpable, gracias al capitalismo y la neocolonización, que han eliminado muchas oportunidades de la potencia democrática de las TIC. Sin embargo, cualquier percepción de un acceso limitado y específico de grupo de la población del Sur Global al activismo digital puede muy bien reflejar la política de identidad positivista (por ejemplo, el activismo en línea dalit basado en la casta y la intocabilidad en la India: Thakur, 2020), pero incluso corre el riesgo de ser una cuestión de comprensión miope/limitante de las resistencias en línea (véase la posibilidad de activismo digital generalmente por parte de los millennials urbanos de clase media de la India consciente : Udupa, Venkatraman y Khan 2020). Por lo tanto, un equilibrio muy equilibrado entre una resistencia específica de la comunidad/agenda (una postura cercana a la política positivista del “esencialismo estratégico” de Spivak; Spivak 1996, 214) y una resistencia que es de naturaleza más ubicua, multicultural e inclusiva (incluso transfronteriza) del Sur Global (Olabode 2018; Sebeelo 2020) debe investigarse de manera crítica y cautelosa. Cabe recordar que los públicos digitales culturalmente conscientes, con raíces locales y mentalidad global del Sur Global en el paisaje digital adoptan una postura crítica que deconstruye el etnocentrismo a través de la participación en discursos globales por un lado y el replanteamiento de las realidades no occidentales por el otro (Shi-xu, 2015).
El activismo digital o ciberactivismo, que ya se ha convertido en una fuerza global a tener en cuenta (Karatzogianni 2015), incluye movimientos políticos y participación de resistencia contra estructuras hegemónicas a través de plataformas de redes sociales y otras redes digitales (activismo por correo electrónico [incluidos los correos electrónicos bomba], protestas en línea, activismo por video en línea, activismo por podcast, ciberpeticiones, hacktivismo [subir caballos de Troya, vandalizar sitios web, etc.], sentadas virtuales, etc.) con el propósito de movilizar instantáneamente a la opinión pública en un espacio ciberglobal transfronterizo. Sin embargo, muchos de los casos anteriores pueden dar cabida a ejemplos más encubiertos de resistencia cultural en plataformas digitales (Drabu 2020). Las resistencias culturales son experimentales, creativas, no banales, desprovistas de la hegemonía de la cultura dominante, que desarrollan la comunidad, una maniobra fácil para ser menos intimidante y, sin embargo, politizadas a través de sus símbolos y técnicas de desmantelamiento (Duncombe 2002, 6-7). Las resistencias culturales digitales son, de manera similar, performances destinadas a subvertir estratégicamente, aunque de manera inventiva, las metanarrativas absolutistas de las estructuras políticas, sociales o económicas (por ejemplo, Art in Protest 2021, que reúne a varios artistas [músicos, fotógrafos, pintores, satíricos políticos, etc.] de Zimbabwe, Guinea, Irak, Irán, Hong Kong, etc.).
Al mismo tiempo, todos estos “discursos políticos transgresores en una era digital” (Edwards 2009) plantean importantes cuestiones sobre la identidad, la agencia y la representación. La politicidad (Corner 2011) de tales ciberrepresentaciones evoca y/o consolida una identidad, generalmente negociada y de carácter descentrador (si no marginal). En el caso del Sur Global, cualquier negociación de identidad en el nivel de la Resistencia 2.0, desde una perspectiva individual, una perspectiva esencialista estratégica o una perspectiva comunitaria “digital” imaginada más amplia (Lutz y Toit, 2014), subsume el contexto poscolonial y descolonizador. Cualquier des/poscolonización digital a través de ciberrepresentaciones del Sur Global aborda el contexto espaciotemporal histórico y contemporáneo de la (neo)colonización y arroja incredulidad sobre los metadiscursos del poder institucional.
Las desigualdades históricas, instituidas a través del colonialismo y reificadas bajo la égida de las agendas neoliberales, causan amenazas nuevas y complejas al Sur Global por parte de las corporaciones, las agencias estatales y otros organismos hegemónicos institucionalizados. Estas injusticias socioculturales y epistémicas incrustadas en el presente/futuro (neo)colonial privilegiado se problematizan en el espacio digital anticolonial recién creado al afirmar y celebrar la pluralidad de voces, experiencias, conocimientos, epistemes e historias. Sin embargo, cualquier estimación crítica de las visiones locales/indígenas transformadoras digitales y las epistemes marginadas es más efectiva cuando no se evalúan en compartimentos estancos sino que se median a través de prácticas interseccionales críticas de raza, casta, clase, etnia, cultura, género, capacidad, edad, etc., criticando así la maquinaria (neo)colonial opresiva interseccional.
Este número especial tiene como objetivo rastrear la compleja red de injusticias interrelacionadas y el correspondiente activismo digital descolonizador y transformador que configura las identidades en el cibersur global. Invitamos a enviar propuestas teóricas y empíricas que aprovechen la oportunidad de reimaginar críticamente el espacio digital del sur global a través de la lente de la descolonización, la negociación de la agencia, las representaciones de la identidad y la política/contracultura de las representaciones. Los temas de interés incluyen, entre otros, los siguientes problemas del sur global únicamente:
- Transición de la resistencia histórica al modo online
- Activismo digital y vigilancia corporativa y estatal
- Resistencia digital transformadora a las opresiones e injusticias interseccionales
- Políticas de representación, cuestión de agencia y narrativas marginales en las redes sociales
- Activismo feminista y medios digitales
- Participación en las redes sociales y renegociaciones de la identidad LGBTQIA
- Repensando la raza, la clase, la casta, la etnicidad, la capacidad y la edad en el panorama digital
- Hibridez poscolonial y resistencias identitarias en el espacio digital
- El activismo climático y el espacio digital
- Contracultura/resistencia cultural y paisaje digital
- El papel de la IA, la cadena de bloques y los espacios virtuales en el activismo digital
- La gobernanza global de Internet y su impacto en el activismo digital en el Sur Global
- Investigación colaborativa sobre activismo digital: alianzas entre activistas y académicos
- Metodologías para estudiar el activismo digital en el Sur Global