Reseña
por Núria Almiron, Universitat Pompeu Fabra
La economía política de la comunicación (EPC) es una perspectiva de estudio tan desconocida y poco atendida fuera del círculo de investigadores que la pone en práctica que buena parte de la comunidad académica del propio ámbito comunicativo tiene serios problemas para definirla y ubicarla correctamente. Y aquí, paradójicamente, hay que incluir también incluso a investigadores que se definen a sí mismos como economistas políticos de la comunicación. La razón de este desconocimiento es, en mi opinión, la enorme dificultad que tiene esta perspectiva para obtener financiación de las instituciones públicas y privadas, motivo que dificulta a su vez que pueda tener mucha visibilidad y llegar nunca a ponerse se de moda, como ha sucedido con otras perspectivas mucho más extendidas. Así, el reduccionismo plana habitualmente sobre la descripción que se hace de la EPC, a menudo caracterizada sólo por su carácter crítico, su raíz marxista o su énfasis en las variables estructural y económica. Sin embargo, la EPC no es sólo ninguna de estas cosas y es todas ellas a la vez, además de muchas otras, entre ellas destacadamente una propuesta desafiante cargada de contenido ético. Al menos así fue como quedó definida por todos los investigadores que repartidos por el mundo fundaron, sin saberlo, el espíritu de los que recoge perfectamente el libro que aquí reseñamos y cuya publicación celebramos.
El volumen, editado por el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) y presidente de la Unión Latina de la Economía Política de la Comunicación y la Cultura (ULEPICC), Luis A. Albornoz, incluye textos de algunos de los economistas políticos de la comunicación más reputados y citados hoy en día en el mundo por todos aquellos que buscan una mirada crítica a la comunicación y la cultura del siglo XXI. El libro incluye textos firmados por Ramón Zallo, Vincent Mosco, Philip Schlesinger, Gaëtan Tremblay, Enrique Bustamante, Armand Mattelart, Micael Herschmann, Francisco Sierra, Cesar Bolaño, Delia Crovi y el mismo Albornoz. Las cuestiones abordadas van desde el papel y definición de la propia perspectiva de la EPC hasta sus desafíos actuales, e incluye algunas críticas demoledoras contra los enfoques y discursos oficiales en materia de cultura y comunicación. Muy brevemente en reseño a continuación los rasgos más significativos de cada texto.
En primer lugar Ramón Zallo y Vincent Mosco presentan los retos actuales de esta perspectiva crítica, que, reivindican, está más viva que nunca y recuerdan la vocación única que promueve: holística e interdisciplinar. Al hacerlo, Zallo aprovecha para realizar un brillante y amplio recorrido por los estudios de EPC hoy mientras que Mosco destaca las cinco principales tendencias de la investigación de EPC actual: la globalización de la investigación, la investigación histórica; nuevos puntos de vista como el feminista y el laboral, la transición del énfasis de los medios tradicionales hacia los nuevos medios; expansión del activismo político.
En un segundo bloque de textos, se nos ofrece la crítica punzante que Schlesinger, Tremblay y Bustamante han venido realizando los últimos años sobre el concepto de industrias creativas y la ideología que esta noción y su triunfo esconden. Schlesinger fue quien primero difundió como esta etiqueta, creada en el Reino Unido, está estrechamente ligada con una concepción puramente economicista de la comunicación y la cultura. En su capítulo nos explica cómo esta etiqueta pudo ser impuesta en su país y difundida internacionalmente hasta alcanzar carácter dominante. La incapacidad de los intelectuales universitarios para llegar a influir en el poder político sería una de las principales causas por el autor, que denuncia como los think tanks y los consultores que trabajan para grandes empresas se han convertido en los únicos agentes capaces de determinar actualmente las políticas de comunicación en el Reino Unido. Por su parte, Tremblay desmonta el concepto de industrias creativas desde todos los puntos de vista-cultural, económico y científico-e ilustra con ejemplos impactantes el fraude de las estadísticas basadas en este concepto. Finalmente, Bustamante completa la crítica contra lo que subyace tras el concepto de industrias creativas incluyendo una genial reivindicación de lo que realmente es la creatividad.
El tercer bloque de textos aborda de forma actualizada la tradicional crítica de los economistas políticos en comunicación a los estudios culturales. Para Mattelart, los estudios culturales dominantes hoy han dado un giro etnográfico que autonomiza la cultura alejándola de toda la perspectiva crítica que en sus inicios hermanó estos estudios con la EPC. El estatuto presuntamente activo de las actuales audiencias gracias a la tecnología (la llamada "recepción activa") justifica visiones casi religiosas mientras se arrincona hasta la desaparición de todo interés por el funcionamiento de las industrias culturales y de sus productores, así como el tema de la ideología, se queja Mattelart. Herschmann, por su parte, reivindica la adopción de un enfoque teórico-metodológico que incluya una perspectiva global y compleja del proceso comunicativo que esté fundamentada en la idea de la integración entre el espacio de la producción y el de la recepción, retomando la tesis del "circuito de cultura" de Stuart Hall. También Sierra propone un proyecto agregador que, retomando y redefiniendo la teoría crítica frankfurtianos, permita afrontar los estudios de recepción sin la descontextualización total que las corrientes dominantes hoy aplican hacia los elementos estructurales y la ideología.
En el último bloque Albornoz presenta la extrema complejidad de la renovada agenda político-tecnológica del siglo XXI ante la colisión de intereses que se produce entre el interés general, la intimidad personal, la libre circulación de información o el respeto los derechos ciudadanos. Bolaño por su parte hace un interesante aporte al respecto de cómo debería ser la reconstrucción del campo crítico reivindicando, como no puede ser de otra manera, la contribución latinoamericana al trabajo de estadounidenses y europeos. Crovi, finalmente, cierra el volumen con un texto de reflexión casi sintética de las aportaciones anteriores.
En definitiva, un texto imprescindible para todos aquellos que quieran descubrir algunas de las mejores aportaciones que hace la economía política de la comunicación hoy en el mundo.