¿Cómo quieres que sea tu hijo: un cretino digital o un lector?

 

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Mariángeles García          

Lo de que el uso abusivo de las pantallas no es beneficioso para los niños no es algo nuevo, la ciencia ya viene advirtiendo desde hace tiempo sobre ello. Pero, vistos los resultados de esas advertencias, está claro que se necesita un mensaje mucho más rotundo, como el que lanzó el doctor en neurociencia y director de investigación del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia Michel Desmurget con el título de su libro La fábrica de cretinos digitales.

Desmurget aconseja alejar las pantallas de los niños, al menos en sus primeros años de vida, como del demonio. No son buenas, al contrario: causan efectos perniciosos «sobre casi todos los pilares de la humanidad de los niños»: afectan al lenguaje, a la concentración, a los resultados académicos y al rendimiento escolar, a la salud mental (pueden causar depresión, ansiedad…). También favorecen la obesidad, el sedentarismo, afectan al desarrollo…

A todo esto, se suma un problema más: los niños de hoy no leen, y eso no es bueno a la larga porque lo que se pierde en el camino es mucho y muy serio. De ahí su arenga, Más libros y menos pantallas. Cómo acabar con los cretinos digitales (Península, 2024), un nuevo ensayo en el que aboga por fomentar en los más pequeños el hábito lector y habla de la importancia de la lectura compartida como primer paso para crear ese hábito. Pero, sobre todo, que esa lectura sea sobre libros impresos, en papel. Y que lean, que lean mucho, pero por placer.

mas libros y menos pantallas
@Benedicte Roscot

Las ventajas de los libros y de la lectura lo son tanto a nivel cognitivo (enseñan a pensar y a reflexionar) como socioemocional (aprendemos sobre nosotros mismos y sobre los demás). ¿Esto no lo enseña también el formato audiovisual, por ejemplo?

No hasta ese punto. Hay otras cosas que son positivas para el desarrollo cerebral. Podemos sentir empatía por los personajes que vemos en una película, en el cine, pero no existe ninguna otra actividad que tenga un impacto tan profundo como la lectura.

A nivel intelectual es obvio, porque si comparas, por ejemplo, la lectura y las películas, o una conversación oral, el lenguaje de los libros es mucho más complejo y más rico. Si solo tengo palabras para describir una escena, por ejemplo, necesito palabras para describir absolutamente todo, así que necesito más gramática, necesito estructuras más complejas, y hay mucha más complejidad lingüística, mucho más conocimiento general, por tanto, en los libros. Lo cual significa que el impacto de estos sobre el conocimiento, el lenguaje y la creatividad no tiene comparación.

Lo mismo pasa con la emoción. Me gusta mucho poner el ejemplo de Madame Bovary. Si veo la película, veo cómo actúa, pero no estoy dentro de su cabeza. Veo que hace cosas que no entiendo. Pero si me leo el libro, me meto en su cabeza y sé lo que está pensando, cuáles son sus dudas, sus esperanzas, su contradicción. Y entenderé por qué actúa como actúa. No hay ningún otro tipo de medio que te permita entrar en la cabeza de los personajes. No solamente entrar en la cabeza, sino sentir lo que ella siente.

Por ejemplo, si leo que alguien en un libro golpea algo con la mano o con el pie, la misma área que se enciende en la cabeza se encendería si lo hiciera en la realidad. Los estudios hablan de simulación social o emocional. Solamente un libro me permite entrar tan profundamente en las mentes de las personas. A eso se le llama teoría de las mentes y tiene un efecto, la habilidad de sentir lo que sienten otros: la empatía.

Este punto de vista no significa que no existan películas maravillosas y mágicas, nadie argumenta en contra de eso. Pero el impacto de los libros no puede ser reemplazado por ellas o cualquier otro formato.

¿Por qué insistes tanto en que hay que leer, pero leer por placer?

Porque si no hay placer, no habrá lector a largo plazo. La única manera que la evolución ha encontrado de asegurarse de que lo que se considera positivo para la supervivencia se mantenga vivo en el cerebro es lo que se llama el sistema de recompensa.

La estimulación de la lectura a través del sistema de recompensa es la mejor manera de asegurarse de que el niño va a querer seguir leyendo más adelante. Está demostrado que las pantallas tienen un sistema muy eficaz de activar este sistema de recompensa. Si no trabajamos la lectura a través del placer, no tendremos un lector a largo plazo. Podemos insistir mucho en que tenemos que hacerlo y tal, pero entonces no será eficaz. El placer es la única manera de asegurarnos de que el niño querrá seguir leyendo.

El formato es importante. Usted defiende que es mejor el papel, el libro impreso, que el formato digital. ¿Qué ventajas tiene uno sobre otro?

Depende de la complejidad del texto, del contenido. Si es muy simple, si es muy sencillo, da igual. Pero cuanto más complejo, cuanto más rico, más ventaja tiene el papel.

Hay que distinguir entre dos maneras de presentar esto en las pantallas. Por ejemplo, las tablets. Pueden tener enlaces, pueden tener notificaciones… y quieres mirarlo constantemente. Incluso aunque no lo mires, te ocupa el cerebro, ya sean las notificaciones, los hipervínculos, etc. Este FOMO, este miedo a perderte algo, te hace querer chequear tus emails o tus notificaciones, y pierdes el hilo de la lectura. Por eso el papel siempre va a ser mejor, porque esas distracciones desaparecen.

Los libros electrónicos son diferentes porque no tenemos enlaces ni nada, solamente tenemos el texto. Pero incluso ahí el papel es mejor por dos motivos. Tu habilidad de concentrarte sobre el papel parece ser mayor que tu habilidad de concentrarte delante de una pantalla, incluso en las generaciones más jóvenes. Ha habido encuestas en decenas de países que demuestran que el 80 o 90% de los adolescentes, cuando tienen la opción de leer algo difícil o complejo en papel o en formato electrónico, siempre eligen el papel porque dicen que es más fácil para ellos concentrarse y meterse dentro del texto.

Por ejemplo, en unas pruebas que se hicieron para un estudio con lectores en ambos formatos, se les pedía chascar los dedos o apretar un botón cuando escucharan un bip mientras leían. Y se respondía mucho más rápido en un formato electrónico porque la atención es más superficial.

Pero eso no es todo. El libro es una unidad concreta y especial. Si te digo: «Ya sé que el tipo muere al principio del libro», y es un libro impreso, tú puedes ir físicamente a ese principio para localizarlo. También ocurre con las cronologías. Es más fácil para el cerebro encontrar el camino, la información, en el espacio finito del libro que en el espacio abierto y virtual de la tablet. En la tablet nunca sabes dónde estás, si estás al principio o al final del libro.

Guerra y paz, por ejemplo. Si yo te pongo un libro así, en la mano, y te pesa, automáticamente, inconscientemente, tu sistema atencional se eleva y dice, «¡Uh, esto debe de ser difícil!». Si te paso el mismo libro gordo en una tablet, no tiene el mismo efecto.

Es verdad que la diferencia no es enorme. Si un niño te dice quiero leer, pero quiero leer en un formato electrónico, en un libro electrónico, genial, nos hacemos con uno. Pero la comprensión siempre es mejor sobre papel.

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Imagen de saralcassidy en Pixabay

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