Carlos A. Scolari
Quizá el libro más interesante que me traje de la conferencia anual de la International Communication Association, que se realizó en Washington DC la última semana de mayo, fue Communication: A Post-Discipline de Silvio Waisbord. Editado por Wiley, el volumen es un excelente mapa del estado del campo de la comunicación con todas sus tensiones, fragmentaciones y, por qué no, frustraciones. A veces estas cuestiones parecen lejanas, sobre todo en un momento en que casi todos los investigadores se interesan por temas muy puntuales y prestan poca atención a lo que pasa más allá de su ámbito específico de trabajo; sin embargo, a los que estamos interesados en las teorías de la comunicación o en las limitaciones de los enfoques tradicionales frente a las mutaciones digitales, siempre nos entusiasman estos recorridos transversales.
Más allá de las fragmentaciones teóricas
En este blog ya he escrito varias veces sobre la fragmentación de las teorías de la comunicación, especialmente a partir de los diagnósticos de Robert Craig (ver el post Communication Theory: 25 años no es nada). En esa entrada escribí lo que sigue:
¿Cuál es la situación actual de las teorías de la comunicación? Tanto Craig como la autora que comenta su texto (Barbie Zelizer) coinciden en indicar que el caos en el campo de las teorías de la comunicación se ha incrementado en los últimos años: estamos de frente a un proceso de dispersión por la creación de nuevas miradas y conversaciones teóricas. En su nuevo artículo Craig reivindica la utilidad demostrada por su modelo en los últimos años ya sea para representar el campo, justificar su existencia o explicarlo a los alumnos pero termina concluyendo que, como en 1999, las teorías de la comunicación se caracterizan por su “productive fragmentation”.
(…) Zelizer propone algunos puntos sobre los cuales focalizar nuestra atención, entre ellos la debilidad congénita del campo y el hecho de que las disciplinas de la comunicación son más importadoras que exportadoras de conocimiento. Esto es consecuencia, en parte, de una mirada (externa pero también interna) según la cual el campo de la comunicación es “joven”, “poco consolidado” e incapaz de sostener su propia existencia epistemológica sin recurrir a muletas sociológicas, psicológicas o económicas.
El libro de Silvio Waisbord, un investigador argentino residente en Estados Unidos, va más allá de los nichos teóricos y propone una mirada mucho más amplia de la fragmentación del campo de estudios de la comunicación que abarca sus aspectos metodológicos, teóricos, temáticos e institucionales. El libro, además, analiza con atención los efectos colaterales de las mutaciones digitales y los procesos de globalización sobre nuestro campo de investigación.
Fragmentación e hiperespecialización
El Kintsugi (金継ぎ) es el arte japonés de arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina mezclado con oro, plata o platino. Se diría que, en el mundo científico de la comunicación, durante el último siglo los investigadores se han dedicado a martillar la vajilla hasta dejarla reducida a infinidad de pequeñas piezas epistemológicas… Pero esta visión del problema no es exacta: la comunicación nunca fue un campo de estudio unificado. Nunca tuvimos un jarrón comunicacional. Sus orígenes en la primera mitad del siglo XX fueron variados (había gente de la sociología, la ciencia política, la psicología, etc. investigando la comunicación) y su desarrollo posterior no hizo más que profundizar aún más esa dispersión inicial. Dice al respecto Waisbord:
Fragmentation is the result of the confluence of several factors. The muldisciplinary genealogy of the field has been a major cause. Communication was multidisciplinary before multi- and inter-disciplinarity became important trends in academia (p. 17).
Away from fractured disciplinary and intellectual genealogy, the constant drive toward specialization in academic work has also exacerbated the fragmentation (p. 21).
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