La Comisión Europea ha publicado esta semana el Libro Blanco sobre Inteligencia Artificial, donde recoge los retos y los beneficios que ofrece esta tecnología. Entre otras cuestiones, plantea una serie de restricciones al uso de reconocimiento facial en espacios públicos, pues puede vulnerar los derechos de los ciudadanos.
La inteligencia artificial representa una oportunidad de progreso social similar a la revolución industrial o la implementación de los primeros computadores. Sin embargo, también puede representar el fin de muchas de las libertades que la sociedad ha disfrutado hasta ahora.
Esta tecnología nos ha brindado maravillosas aplicaciones, como la detección temprana de cáncer, la educación personalizada o la optimización del consumo energético. Pero también otras aterradoras, como la generación de vídeos ficticios de personas reales, la identificación de una persona a través de una simple foto o la creación de soldados cibernéticos. ¿Cómo controlar el avance de una tecnología que tiene potencial para tanto bien y mal?
Seguir leyendo: José A. Ruipérez Valiente