Dialogando con el colectivo gitano

 

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Gabriela Marques Gonçalves es periodista e investigadora. Está graduada en Comunicación Social-Periodismo por la Universidad Federal de Goiás (Brasil) y tiene un postgrado en Producción y Gestión de Proyectos Culturales por la misma universidad. Además, es Master en Comunicación por la Universidad Federal de Juiz de Fora, también de Brasil, con una investigación sobre cultura popular. Actualmente está finalizando su doctorado en el departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). En su tesis doctoral, Gabriela Marques analiza el consumo mediático y cultural de la población gitana de Cataluña con el objetivo de comprobar si una oferta que presta poca atención a este colectivo es rechazada por el mismo.

¿Qué te llevó a estudiar el consumo mediático-cultural del colectivo gitano de Cataluña?

En mi formación como periodista e investigadora, la investigación participante con diferentes movimientos sociales y culturales de Brasil tuvo un peso muy importante. Desde 2007 tuve la oportunidad y la experiencia de trabajar con los movimientos de lucha por la vivienda, con los movimientos campesinos e indígenas, y con el movimiento negro. En un encuentro de culturas tradicionales, en cuyo equipo de comunicación participé, conocí a una gitana brasileña en un debate sobre mujeres. Me llegó muy hondo las cosas que dijo y eso hizo que pasara a interesarme por los temas relacionados con esta comunidad.

Al acabar mi Master decidí empezar a investigar el tema, buscando bibliografía y materiales sobre el activismo gitano, y descubrí que habían poquísimas investigaciones en el área de la comunicación acerca de esta población. Así llegué finalmente a un proyecto que pretendía investigar las prácticas comunicativas de las comunidades gitanas. Más tarde, incorporé también el consumo cultural, intentando llegar más allá de los medios de comunicación. Quería profundizar sobre el consumo del colectivo gitano en calidad de ciudadanía y también indagar sobre los debates acerca de su representación mediática.

¿Cuáles eran tus principales objetivos?

Considerando la historia de persecución y los procesos de marginación que la población gitana ha sufrido a lo largo de muchos siglos, el principal objetivo era comprender si todo ello se refleja de alguna manera en su consumo mediático y cultural hoy en día. Por ejemplo, resistiéndose ante los contenidos que los asocian automáticamente con comportamientos delictivos o, en un sentido más amplio, resisitiéndose a una oferta mediática que no refleja su realidad. De este modo busqué, a partir de la realización de entrevistas cualitativas a una muestra de personas, comprender qué tipos de contenidos les interesan y su opinión acerca de la oferta actual, así como detectar si tienen un especial interés por los productos directamente relacionados con su pueblo y su opinión sobre cómo les medios les representan.

¿Qué conclusiones destacarías? ¿El colectivo gitano rechaza la oferta cultural-mediátia por considerarla un contenido más pensado para los payos que para ellos? ¿Qué opinión tienen del modo en que los medios hablan de ellos?

Lo primero que destacaría es la diversidad que hay dentro de la población gitana, una cuestión que quedó claramente patente en mi muestra, formada por solo 20 personas al ser tun trabajo cualitativo. Aunque se hable de una identidad colectiva, lo cierto es que la identidad gitana dialoga con muchas otras, lo que nos impide encontrar aspectos homogéneos o generalizadores.

Sobre su consumo, lo que he encontrado es que no se produce ningún rechazo a los contenidos que podemos llamar mainstream, aunque sea una oferta producida básicamente por payos y para payos. La población gitana entrevistada sigue estos contenidos y, en nuestro marco teórico, encontramos muchas ideas que nos pueden servir para entenderlo. Estamos hablando de una población que lleva siglos en España. Por un lado, participó en la formación histórica, cultural y social del país. Y, por otro, el proceso de persecución que sufrió le hizo perder su lengua, el Romanó. Estos dos hechos han propiciado que históricamente hayan compartido la misma oferta que la población mayoritaria española.

Además, es muy importante destacar también el papel de las redes familiares y vecinales de la población gitana. Estas les permiten construir espacios propios de resistencia y de valorización de su cultura e identidad, que no necesariamente tienen que estar relacionados con los medios de comunicación.

No obstante, esta aceptación no puede entenderse como una falta de crítica a los contenidos. Cuestionan ampliamente cómo los medios les representan. Además, son muy conscientes de que los mensajes emitidos interfieren directamente en el modo de relacionarse con la sociedad mayoritaria. Y no solo eso sino que, además, son capaces de hacer propuestas para cambiar esa realidad. Por ejemplo, sugieren que su historia debería ser más tratada en los medios, que las entidades gitanas podrían participar en la formación de los profesionales de la comunicación o que los medios que no respetan los códigos éticos de la profesión deberían ser sancionados.

¿Qué obstáculos encontraste en tu trabajo de campo y cómo los solucionaste?

El principal obstáculo se dio en el acercamiento a la población gitana al inicio de mi trabajo de campo. En la bibliografía académica hay muchos textos que hablan de la desconfianza que se da ante investigadores, ante representantes de instituciones políticas, ante agentes externos. En muchos casos, eso se debe a que perciben que cuando se ha respondido a este tipo de solicitudes no se ha recibido nada positivo a cambio. Además, yo acababa de llegar a Barcelona y no conocía a nadie.

Creo que siempre se preguntan cosas como: ¿de qué sirve participar?, ¿qué intereses hay detrás de esto? o ¿qué se hará con la información obtenida? Y lo veo muy normal. De hecho, nosotros, las investigadoras y los investigadores, también nos hacemos estas mismas preguntas o, al menos, deberíamos hacérnoslas.

La solución que encontré para superar este obstáculo fue involucrarme y participar en actividades organizadas por entidades gitanas. Primero conocí a las personas más activas y su trabajo. Después de casi un año pude empezar a explicar a determinadas personas y entidades mi proyecto. Mi implicación también contribuyó a que ellos y ellas me conocieran mejor y, de alguna manera, eso sirvió como un dar algo a cambio de su colaboración en mi proyecto.

Toda esta experiencia acabó generándome un nuevo reto, intentar que en el texto de mi tesis doctoral quedara reflejada la diversidad que había detectado en mi trabajo de campo. Como en cualquier trabajo cualitativo, me preocupé por recoger sus argumentos, sus expresiones, sus vivencias teniendo muy en cuenta sus palabras. Pero, además, tuve que preocuparme por elaborar un discurso que mostrara la diversidad que yo encontré.

¿Qué dirías a una persona interesada en estudiar el colectivo gitano desde el área de la comunicación? ¿Le sugerirías algún tema? ¿Le aconsejarías alguna cosa? ¿Le animarías a realizar el proyecto?

Le animaría a hacerlo, pero le diría que, antes de empezar, hay que comprender su historia, leer, ver películas, conversar con gitanos y gitanas. Luego, le sugeriría que realizara un estudio en el que la población gitana fuera la protagonista. Esto le podría llevar a analizar proyectos comunicativos hoy en marcha desarrollados por activistas y entidades gitanas como los programas de radio Gitanos, de RNE, y Ververipen, de la Emisora Escuela M21 de Madrid; el diario y las revistas de la Unión Romaní o la revista Amarí; o las películas de la asociación Voces Gitanas y el trabajo de audiovisual de José Heredia, por citar algunos ejemplos.

En el entorno digital, hay una gran cantidad de blogs, como Insumisas Gitanas y Pretendemos Gitanizar el Mundo, además de perfiles de activistas en las redes sociales como el de Silvia Agüero. Hay también proyectos de formación en comunicación que son desarrollados con niños y niñas gitanas.

Además, se puede analizar, con una mirada crítica, lo que se está produciendo en los medios de comunicación sobre la población gitana, como ya aparece plasmado en el informe “¿Periodistas contra el racismo?”, de la Unión Romaní, o el proyecto Rromani Pativ, de La Red Antidicriminatoria Gitana (RAG). No puedo mencionar aquí todo lo que hay, pues hay una gran cantidad de materiales que pueden ser analizados.

Por otro lado, hay todavía mucho trabajo por hacer para dar visibilidad a la historia y a los proyectos realizados por el Pueblo Gitano desde diferentes ámbitos. Por ello, les animaría también a realizar proyectos de comunicación que les ayuden a construir estas narrativas en diálogo con la la comunidad y de forma participativa.

A partir de tu trabajo, ¿dirías que el antigitanismo continúa?

Sí. El antigitanismo es estructural y sigue en diferentes ámbitos. Lo pude ver con mis propios ojos por la reacción de algunas personas cuando les decía que yo estaba trabajando con los gitanos, en las historias y anécdotas que gitanos y gitanas me contaron durante el trabajo de campo de actitudes racistas hacia ellos, en todo el material de medios de comunicación que seguí durante estos años, etcétera.

El antigitanismo se manifiesta en grandes actos institucionales, pero también en el día a día, a través de los microracismos, como una mirada determinada, como cuando evitan sentarse a su lado en el transporte público, la desconfianza en una tienda, la desestimación de su capacidad para realizar algo,… Escuché muchos relatos en este sentido y, para mí, fue inevitable no compararlos con la realidad de la población negra, ya que yo soy afrodescendiente.

Pero la forma de antigitanismo que más me llamó la atención fue el desconocimiento de la población mayoritaria de la historia del Pueblo Gitano, de las persecuciones y discriminaciones que ha sufrido. El silenciamiento de las personas gitanas ha invisibilizado sus historias, sus culturas, sus conocimientos, sus modos de ver el mundo. Y todo ello deriva en el antigitanismo.

 

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