EMMA RODRÍGUEZ
“Si no esperas lo inesperado no lo encontrarás”, dejó dicho Heráclito. A las palabras del filósofo presocrático griego recurre Edgar Morin en el discurrir de su ensayo Cambiemos de vía, subtitulado Lecciones de la pandemia, que ha llevado a cabo con la colaboración de la socióloga y urbanista francesa Sabah Abouessalam. Yo hago mía la frase como indicador de que no deberíamos asumir que las circunstancias, las costumbres, los movimientos económicos y políticos que rigen hoy nuestras vidas son así porque no hay otros caminos, porque no queda más remedio que aceptarlos. Si algo es esta entrega, absolutamente esclarecedora y certera en sus diagnósticos y propuestas, es todo lo contrario. Si algo es este libro, que parte del presente inmediato para proyectarse hacia el futuro, es un impulso que nos lleva a creer, a propiciar también, esos momentos inesperados, de transformación, de cambio de paradigma, que hacen girar el rumbo de la Historia.
Morin (París, 1921) sabe mucho de vaivenes y derivas. En su larga existencia ha sido testigo de guerras, se ha visto envuelto en conflictos y revueltas que han ido modificando su modo de estar en el mundo. En este convulso 2020, contar con su experiencia nos permite darnos cuenta de que, pese a la dureza de lo vivido, no atravesamos la peor época de los últimos siglos. Ha habido otros momentos que han impulsado a la humanidad en determinadas direcciones y ahora estamos a la espera del surgimiento de algo nuevo tras reconocer que somos seres vulnerables, que la prepotencia y arrogancia no nos valen para afrontar los desafíos que se presentan.
El veterano filósofo y ensayista francés, autor de una vasta obra que incluye títulos tan significativos como Breve historia de la barbarie en Occidente, Para una política de la civilización, ¿Hacia dónde va el mundo? o La vía, empieza este ensayo, que reúne muchas de las ideas, búsquedas y conclusiones de su trayecto, con un hermoso preámbulo biográfico, Cien años de vicisitudes, cargado de intensidad y sinceridad, donde recorre sus etapas vitales en paralelo al desarrollo de los acontecimientos históricos. Un sendero atravesado por heridas y deslumbramientos. Una travesía personal, cargada de plenitud, que refleja a un hombre entre dos siglos, a un resistente que no se ha dejado amilanar por nada, tampoco por la velocidad, por el cambio de ritmo impuesto por las nuevas tecnologías, circunstancia que ha observado con la lucidez y clarividencia que le caracterizan. Pero vayamos a esas páginas iniciales en las que se mira a sí mismo, en las que intenta descifrar las claves de su personalidad, los impulsos y las decisiones que han marcado su vida.
ACERCAMIENTO A UN GRAN “RESISTENTE”
“Yo soy una víctima de la epidemia de gripe española, y puede decirse que, a causa de ella, nací muerto. Me reanimaron las cachetadas ininterrumpidas del ginecólogo, que me mantuvo treinta minutos suspendido por los pies”, cuenta en el primer párrafo de su libro, aclarando que al referirse a su condición de víctima se refiere a la lesión cardiaca que sufrió su madre a consecuencia de la terrible pandemia de 1918, motivo por el que le prohibieron tener hijos.
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