En torno a Jesús Martín Barbero: Mapa para vuelos nocturnos, Margarita Ledo

 

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Texto presentado por la Doctora Margarita Ledo Andión (Universidade de Santiago de Compostela) en la Panel (1) ‘De los medios a las mediaciones: 30 años’, dentro del VI Congreso Internacional de la AE-IC, celebrado en Salamanca entre el 26 y el 29 de junio de 2018.

En el prefacio a Vol de nuit, 1931,de Saint-Exupéry, André Gide nos habla de “le surpassement de soi et le sens de devoir”. Y tal vez por ello es común encontrar en los escritos del propio Martín Barbero además de en sus analistas ese topos que nos adentra en la noche de manera “lenta y bella”, como cuando Fabien, el piloto del vuelo-correo entre Patagonia y Buenos Aires, contempla como cada hogar enciende su estrella, su santo y seña de casa habitada.

“Para mí es más importante desde dónde pienso, que qué es lo que pienso”, le decía, el lunes 22 de mayo de 2017, Jesús Martín Barbero a Omar Rincón. Y el profesor Rincón lo repitió en la conferencia inaugural del Congreso de IAMCR en Cartagena de Indias, un lugar en el que esperábamos encontrar al Martín Barbero “pasador”, al piloto que expande y a veces hilvana su mapa nocturno para explorar un nuevo campo, tal y como reza la nota 3 en uno de sus cuadernos, encontrar, en definitiva, al cartógrafo mestizo que, sin cesar, tantea.

Superación de su propio límite y búsqueda de ese lugar, en este caso América Latina, desde donde decide relatarse a los otros. Este es el giro que vamos a mimar en el pensamiento de la persona que nos convoca, del intelectual-intérprete o del que va para la plaza porque resiente, en la justa observación de Blanchot, “le souci de l’autre”. Y lo haremos apoyándonos en algunas de las autoras que él mismo cita y en aspectos como la dimensión constitutiva de las lenguas en la percepción del mundo o en su posición en torno a un comodín tan manoseado como diversidad, porque fue capaz de explicarlo como eso “que está aquí, que nos acosa de cerca”, insistió en la conferencia que el 29 de abril de 2010 pronunció en Santiago de Compostela.

Poco después, en su segundo Congreso y en la ciudad de Málaga, la AE-IC reconocía en Martín Barbero uno de sus referentes orgánicos. Y cuando en su intervención declaró que una de las marcas del siglo emerge en la consigna realizativa “lo personal es político”, supe por qué había recurrido tantas veces a la obra De los medios a las mediaciones, que en este momento personas tan dispares, leemos juntas.

Entrecruzar Política, Cultura y Comunicación supuso un cambio que nos trajo la aparición del otro, de la otra como “rostro” en el que reconocemos la huella de Levinas; como esa alteridad que le da sentido a la acción de mirar y que nos conduce hacia la espesura, hacia lo que ven los otros y nosotros no vemos (en el cine o la telenovela, su campo de pruebas), mientras las alas del artefacto técnico se convierten en una posibilidad que permite celebrar, una vez más, la pérdida del objeto a favor del proceso, tal y como retoman en su introducción (2) los profesores Moragas y Terrón, para sobrepasar el acontecimiento y tocar el tejido áspero de los procedimientos de verdad en alguna de las “iluminaciones profanas” que, con su querido Benjamin como autor-fuente, Barbero desenvuelve y comparte, bajo el signo de la interculturalidad y la sostenibilidad cultural, con autoras y autores de Latinoamérica y del mundo.

“Toda identidad se genera y se constituye en el acto de narrarse como historia, en el proceso y en la práctica de contarse para los otros”, escribe en un texto reciente, 2014, para la revista académica MATRIZes de la USP; una idea que, siguiendo la estela de su mecánica de trabajo, viene nutriendo y aquilatando, de manera visible y de modo latente, desde la salida al ágora de la obra que nos convoca.

Al fondo, el “entrecruzado de radiaciones” que Paul Ricoeur localiza en la traducción al entender que es ahí donde aprendemos –cito- las verdaderas posibilidades y también los límites de cualquier intercambio entre culturas. Y esta idea de límite, de que “las culturas se conozcan entre sí y se reconozcan como tales en las posibilidades y en los límites del intercambio entre las mismas”, resulta seminal en las políticas de la diversidad. Como ejemplo, vuelvo la mirada hacia la palma de mi mano y me veo dinamizando varios proyectos de investigación en este sentido, el último con el título “Para un programa europeo de subtitulado en lenguas no hegemónicas”, con el sello 2018, Año Europeo del Patrimonio cultural material, inmaterial y digital, que se articula a partir de una idea muy simple sobre la que Martín Barbero llama la atención: las declaraciones y homenajes permanentes a la diversidad cultural son inversamente proporcionales a lo que pasa en el plano de las políticas protectoras e incentivadoras de la misma, núcleo de su intervención en Santiago de Compostela, ciudad a la que viajó en compañía de Elvira Maldonado y que sirvió para congregar a la Asociación Galega de Investigadores e investigadoras en Comunicación, AGACOM, a su alrededor.

El lenguaje no es exterior a la acción. Esta capacidad performativa es siempre, para él,
anuncio de un programa de transformación –alfabetizar, liberar la palabra- que ya está en su tesis doctoral y que Thomas Tufte recogerá en un texto el mismo año 2010, a partir de la lectura que nuestro intelectual-intérprete realiza del lingüista danés Hjelmslev. Son cuestiones que acostumbramos a encontrar en sus textos, que se van enriqueciendo de uno a otro con observaciones singulares, con préstamos desde múltiples orígenes y que nos quitan el miedo a pensar y a establecer nuevas relaciones y otras hipótesis.

Y tal vez por los ecos de un sistema lingüístico compartido entre Gallego y Portugués, el geógrafo brasileño Milton Santos, su mirada sobre la globalización como perversidade e possibilidade, como generadora de desigualdad y precariedad abismal pero, al tiempo, como un inmenso horizonte utópico que denomina “universalidade empírica” [que, si pasamos a la acción, nos permite unir tiempos y espacios, como hizo el feminismo el 8 de marzo, después de décadas de experiencias en red] Milton Santos, decíamos, esa “presencia de una ausencia” que acostumbramos a llamar saudade, fue un invitado muy especial en aquella sesión memorable en Compostela, mientras aprendíamos a mirar desde otro lugar los síntomas peores del neoliberalismo y a pensar en la “centralidad de la periferia no sólo en el plano de los países sino de los social marginados” para lo que el retorno de la política es un elemento nodal, que no puede extrañarse de los estudios de periodismo y de comunicación. El profesor-organizador nos lo contó de esta manera: en un tiempo en el que la Teoría de la Dependencia estaba posibilitando la apropiación latinoamericana de la sociología, de la historia y de la economía, quisimos hacer un plan de estudios que asumiera, sin ningún chovinismo ni provincialismo, la tarea de trabajar creativamente en la producción de una teoría que tuviera como ejes las experiencias y las memorias culturales y comunicativas de los pueblos latinoamericanos.

Centralidad de la periferia que la Dra. Maria Inmacolata Vasalo Lopes también convierte en uno de los anclajes de su propuesta bien reciente sobre lo que denomina “teoría barberiana da comunicaçao”, publicada en el monográfico de MATRIZes , propuesta en la que entrelaza epistemología, conceptos y método, al tiempo que nos recuerda aquel “escalofrío epistemológico” que Martín Barbero siempre pone de ejemplo para visibilizar el momento en que la toma conciencia de “el desplazamiento metodológico indispensable, hecho a la vez de acercamiento etnográfico y distanciamiento cultural, que le permite al investigador ver con la gente, y a la gente contar lo visto por ellos”, hasta dialogar en esta última etapa, según la investigadora brasileña, tal y como hace Jacques Rancière, con los múltiples regímenes de sensibilidad.

En cuanto a mí, cada vez que leo los ensayos de Beatriz Sarlo sobre ese Benjamin cuya sinécdoque es lo que denomina “método poético en acción”, con “la cita [que] viaja de una escritura a otra, [que] es arrancada de su escritura original, de su aura, para hundirse en otra escritura y rodearse de otras marcas y otros sentidos”, pienso en Barbero. Y como Benjamin lo veo acompañando a la Hélène Cixous que comenta: siempre tuve una especie de visión panorámica de nuestra época: al estar en el balcón de nuestro piso en Orán, estaba en el balcón del siglo, y lo veía desarrollarse implacablemente detrás de mí, delante de mí, alrededor de mí, en el futuro, y yo estaba dentro.

El texto, que en este punto se recubre con la niebla de la ausencia, me lleva a finalizar con una cita que también viaja desde un filósofo y teólogo de Galicia, Andrés Torres Queiruga, en el que localizo tantas coincidencias con el profesor de la Javeriana de Bogotá -la fenomenología, Ricoeur, toma de posición contra la dependencia y a favor de la liberación-, que hace apenas un mes, en el curso de un congreso galego-portugués en torno a la saudade, usaba como material, entre otros materiales, el poema Campanas de Bastabales de Rosalía de Castro, la autora que desde mediados del XIX –cito- “recuperou o carácter cognoscitivo do sentimento. E recupero uno xustamente desvelando a complicidade e coaptación entre o suxeito e o mundo. De sorte que a videncia do sentimento ten carácter polar: revela a realidade obxectiva en canto afectando o suxeito, e revela sobre todo o suxeito en canto reflectindo o seu acordo ou desacordo coa realidade”.

Acuerdo o desacuerdo con la realidad que, regresando a Gide, nos conduce a ese “surpassement de soi”, a esa superación de su propio límite que define al maestro Jesús Martín Barbero.

Una honra participar en esta sesión de AE-IC/INCOM.

(1) Panel realizado a partir del ebook editado por InCom-UAB Publicaciones, De los medios a las mediaciones de Jesús Martín Barbero, 30 años después, que se puede descargar gratuitamente en la siguiente dirección: http://incom.uab.cat/publicacions/edicion.asp?id=22

(2) http://incom.uab.cat/download/eBook_incomuab_14_bloc1.pdf

(3) https://www.revistas.usp.br/matrizes/

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