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«Estoy a favor de la tecnología, pero tiene que estar vinculada a un sistema político y económico distinto para lograr justicia»
Evgeny Morozov investigador y escritor, este bielorruso cree que el debate tecnológico actual transcurre por derroteros equivocados. Que entender el algoritmo de google o intentar romperla en diez empresas más pequeñas no debería ser la preocupación más acuciante. El problema, dice Morozov, de hecho ni siquiera es de corte tecnológico sino más de fondo: de capitalismo.

Hace años, cuando todavía parecía que internet iba a resolver todos nuestros problemas, el ensayista bielorruso Evgeny Morozov (Soligorsk, 1984) ya era una especie de enfant terrible digital y un azote de Silicon Valley. Comparó a Mark Zuckerberg con Putin y llamó “estafador” a Tim O’Reilly, el teórico digital que popularizó el término Web 2.0. En respuesta, lo llamaron alarmista, exagerado y “tecnófobo”, etiqueta que aún hoy rechaza. Hoy, cuenta que le aburre sobremanera el debate tecnológico actual, centrado en la regulación y en la crítica a las grandes empresas tecnológicas. Mientras, cree que todavía no estamos yendo al fondo del asunto: el capitalismo.

Durante años estuvo advirtiéndonos de los efectos perniciosos de internet, y algunas de sus predicciones parecen haberse materializado. ¿Se siente validado ahora que tu punto de vista, que era tan controvertido, se ha generalizado?

Nunca tuve ningún problema con la tecnología como tal. Y en todos mis artículos, especialmente en los últimos cinco o seis años, me he esforzado en enfatizar que la tecnología no puede analizarse en abstracto. Se puede analizar la forma en que nuestro sistema económico se expresa a través de ella. Un sistema económico distinto, basado en un conjunto diferente de valores, demandas, formas de organizar la producción o la vida social, expresaría sus valores a través de la tecnología de manera diferente. Yo no veo a Facebook o Twitter o Google como tecnología. Veo que los agentes económicos y los agentes históricos han usado hábilmente su poder político para hacer lo que se supone que deben hacer, que es maximizar las ganancias. Estoy a favor de la tecnología, pero tiene que estar vinculada a un sistema político y económico muy distinto para lograr justicia, solidaridad, igualdad y otros valores. Si se vincula con el capitalismo y su forma más neoliberal y financiarizada, generará miseria, precariedad y desesperación.

¿Cómo sería eso en la práctica ese sistema más justo en el que desvinculamos el progreso tecnológico del capitalismo y lo asociamos a otros valores?

Tenemos ejemplos históricos de sistemas para compartir el conocimiento cuyo acceso hemos financiado: la biblioteca pública moderna. Para poder imaginar qué tipo de alternativas son posibles y poder implementarlas, se debe politizar la cuestión de la propiedad. También la cuestión de quién puede experimentar con las nuevas tecnologías e imaginar el futuro. Si solo se les permite a quienes trabajan en las startups y los fondos de capital de riesgo, tendrás un futuro en el que se trate de obtener ganancias con tus datos, con publicidad o esencialmente cobrándote por el acceso a ciertas cosas. No será necesariamente un futuro en el que las cosas se ofrezcan como infraestructura pública, informadas por la idea de que los individuos tienen derechos sociales, económicos y humanos, sino por la idea de que las personas (o los consumidores más bien) necesitan comprar acceso a servicios. Son paradigmas diferentes y opuestos. El paradigma de los derechos, donde tenemos derecho a atención médica, educación, y otras cosas que tenemos en un sistema democrático en oposición a un sistema de Silicon Valley, que es un sistema donde no tenemos derechos y somos tratados como consumidores que compran servicios. Y, ocasionalmente, esos servicios se pueden terminar si se vuelven menos rentables para la empresa. No hay garantías. Estás ahí solo en una transacción comercial, con una contraparte que es mucho más poderosa y que puede cortar la relación en cualquier momento que lo deseen. Este modelo no es consecuencia de la tecnología, es una consecuencia de las relaciones de poder.

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