Espectadores del riesgo, testigos de la catástrofe. La televisión y el tratamiento de los riesgos y catástrofes naturales sucedidos en España

 

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Reseña del libro Lozano Ascencio, Carlos; Sánchez Calero, María Luisa; Morales Corral, Enrique (2017) "Periodismo de riesgo y catástrofes. En los telediarios de las principales cadenas de televisión en España". Editorial Fragua, Madrid. Por Marta Rizo García (Universidad Autónoma de la Ciudad de México)

Todas y todos hemos sido testigos de catástrofes naturales. Y lo hemos sido, aunque no las hayamos vivido en primera persona. Hemos oído hablar de tsunamis, tornados, huracanes. Y hemos visto muchas imágenes de ellos, aunque en España no se dan este tipo de fenómenos meteorológicos. Los medios se han encargado de hacernos llegar informaciones variadas de esos sucesos catastróficos que se viven a lo largo y ancho del planeta. Y como espectadores, parece que los hemos vivido y que incluso sentimos el riesgo de que algo similar nos pueda llegar a pasar.

El libro que hoy tenemos el gusto de reseñar, Periodismo de riesgo y catástrofes. En los telediarios de las principales cadenas de televisión en España, nos explica, con todo lujo de detalle, cómo es que se nos presentan este tipo de eventos naturales –en mayor o menor medida, catastróficos-, en los medios de comunicación, concretamente en la televisión. Existe un periodismo especializado en la cobertura del acontecer noticioso relacionado con temas medioambientales. Los autores del libro lo llaman periodismo de riesgo y catástrofes.

La obra presenta el planteamiento, proceso metodológico y resultados de una investigación con un objeto de estudio claro y preciso: el análisis del tratamiento de los telediarios de TVE, Cuatro y Antena 3 de los riesgos y catástrofes naturales sucedidas en España del verano de 2013 al verano de 2014. Para ello, se analizan un total de 220 piezas informativas, una muestra nada menor, que permite ofrecer argumentaciones sólidas y afirmaciones fundamentadas en datos para responder a la interrogante que guía la investigación: ¿Cómo se construyen narrativamente los mensajes sobre los riesgos y las catástrofes naturales?

La respuesta a esta pregunta se encuentra detallada, en sus múltiples aristas, a lo largo de los 7 capítulos que componen el libro de Lozano, Sánchez y Morales. A continuación, ofrecemos una síntesis del contenido de cada capítulo, para posteriormente establecer algunos de los que consideramos los elementos más importantes de esta obra que, sin duda, aporta no sólo datos empíricos sino también interesantes reflexiones teóricas sobre el periodismo de riesgo, una vertiente del periodismo cada vez más frecuente en las pantallas.

El capítulo 1 presenta los conceptos clave de la investigación, tales como riesgo, percepción del riesgo y catástrofe. A decir de los autores, el riesgo es siempre percepción del riesgo. Éste debe ser comprendido como una entidad transitoria, como algo que puede pasar. Mientras que la catástrofe es lo ya sucedido, y en este sentido es lo más llamativo del proceso previo. Los tratamientos mediáticos son determinantes a la hora de conocer, interpretar y valorar catástrofes y situaciones de riesgo. Por tanto, afirman los autores, si se abordaran los riesgos con mayor rigor en los medios de comunicación, las audiencias tendrían más conocimientos para prevenirlos.

El capítulo 2 expone con detalle la metodología de la investigación. Este capítulo me parece particularmente destacable, dado que en muchas ocasiones leemos textos producto de investigaciones pero no conocemos cómo es que ésta se realizó, con base en qué métodos y técnicas, etc. Por ello, me parece muy positiva la inclusión de este capítulo, en el que los autores no sólo comparten las hipótesis de trabajo que guiaron la investigación (el tratamiento es similar en las distintas cadenas de televisión, la información sobre las catástrofes no es clara, la estructura narrativa es simple, se tiende a la espectacularización de la información, entre otras) y los objetivos perseguidos (conocer los formatos y los encuadres de presentación, confrontar lo que los medios relatan con la opinión de los expertos y los periodistas) sino que presentan con todo detalle la estrategia metodológica seguida. Así, nos exponen las técnicas utilizadas: análisis de contenido cuantitativo (con un protocolo que incluye 24 preguntas abiertas y cerradas al corpus de las 220 piezas televisivas tomadas en cuenta) y grupos de discusión (se aplicaron dos, uno con expertos en temas medioambientales y otro con periodistas, a partir de la siguiente pregunta detonadora: ¿Cómo se dan las noticias sobre catástrofes relacionadas con el tiempo en las noticias de la televisión española?). La estrategia incluyó la triangulación de los datos obtenidos de las dos técnicas de investigación aplicadas, lo cual permitió relacionar las piezas informativas con el discurso de los expertos (nueve participantes) y el discurso de los mediadores o periodistas (siete participantes).

En los anexos de la obra se presenta todo el protocolo del análisis de contenido, lo cual es un material valiosísimo para los investigadores interesados en el uso de esta técnica, pues el protocolo puede ser aplicado a trabajos sobre otros temas similares.

Así mismo, los autores comparten con detalle el protocolo de aplicación de los grupos de discusión, exponiendo la pregunta detonadora inicial y los temas o tópicos secundarios.

Reitero la importancia de contar con este material de la estrategia metodológica seguida en la investigación. Material, en sí mismo, muy valioso para interesados en el tema y en el uso riguroso de estas técnicas.

El capítulo 3 presenta los resultados de la aplicación del análisis de contenido de las piezas televisivas. En términos muy generales, y siempre soportado con los datos empíricos obtenidos, los autores afirman que existe bastante simetría entre los modos de presentar la información por parte de las cadenas televisivas públicas y las privadas. Por otra parte, afirman que por las estructuras narrativas observadas, puede darse una confusión en los receptores para decodificar los trastornos meteorológicos que se difunden en las piezas noticiosas. Los fenómenos suelen tratarse como extraordinarios y no se presentan comparaciones con respecto a eventos similares en años anteriores.

“Por su forma de contar las cosas, [los medios] convierten en catástrofe cualquier fenómeno meteorológico y eso se debe fundamentalmente a los formatos narrativos utilizados” (Lozano, Sánchez y Morales, 2017: 60).

La cita anterior se completa con los siguientes hallazgos: los medios tratan fenómenos severos como si fueran únicos en la historia; la confusión en los espectadores se ve favorecida por la memoria selectiva de las personas; las noticias más novedosas e importantes se difunden en los telediarios del mediodía, que son los más vistos; se observa mucha espectacularidad y poca prevención en la información difundida; la cobertura con y sin directo se presentan bastante equilibradas, aunque las televisiones privada ofrecen menos directos; el 98% de las piezas son noticias y los reportajes –un género que, en principio, brindaría mayor análisis y profundidad- no alcanza el 2%; Por último, la mayoría de piezas informativas no tienen apoyo visual, el 20% hace uso de infografías y el 10% de mapas.

El capítulo 4 continúa con la presentación de resultados y se centra, en un primer momento, en la definición de trastorno de la que parten los autores de la investigación. Los autores afirman que la televisión suele abusar del lenguaje catastrofista y que los trastornos tendrán más relevancia, sobre todo en los medios de comunicación, cuanto más desastrosos sean sus efectos sobre la población y más daños materiales y humanos provoquen. El nivel de riesgo depende, además, del contexto en el que se produzca el evento. El nivel de riesgo depende del contexto en el que se produzca el evento.

“La claridad de los relatos televisivos para establecer causas y consecuencias de catástrofes debería quedar patente en la mejor comprensión de lo que ha sucedido, sin embargo, y como veremos más adelante, lo más frecuente es que las narraciones televisivas induzcan más al caos y a la incomprensión que a presentar una información ordenada, limpia, con exactitud y veracidad de lo ocurrido” (Lozano, Sánchez y Morales, 2017: 78).

Los resultados de la investigación confirman que en la televisión se habla sobre todo de perturbaciones climáticas encadenadas, es decir, ligadas unas con otras. La mayoría de espacios en los que se ubica la narración mediática de los trastornos son espacios públicos. Dos de cada tres trastornos ocurren en este tipo de espacios. Siguiendo con los resultados de los trastornos meteorológicos difundidos por la televisión, los casos analizados en las piezas televisivas hacen poca mención de muertes; de hecho, en 9 de cada 10 registros –que suponen sólo 21 de los 550 casos analizados- no se hace mención de muertes. De igual forma, se hace muy poca referencia a las pérdidas económicas.

En el capítulo 5 se habla de los esquemas narrativos utilizados por la televisión para difundir información de riesgo. En él se revisa, entonces, la forma en la que los periodistas tratan, desarrollan y estructuran la información. Los 550 trastornos analizados (presentes en las 220 piezas televisivas) constituyen la muestra en la que se identificarán a través de los titulares, resúmenes y entradillas emitidas en las distintas cadenas de televisión, las composiciones narrativas que los periodistas introducen en sus discursos del “trastorno de la catástrofe”.

Los autores plantean, con respecto a las estructuras narrativas de la información, la siguiente hipótesis: “el tratamiento periodístico del acontecer de catástrofes más que informar desinforma, es decir, más que aclarar o propiciar el entendimiento, aprendizaje y confianza entre las audiencias, se propicia y se consigue más bien lo contrario, incomprensión, desconfianza e incertidumbre de las audiencias frente al acontecer de catástrofes” (Lozano, Sánchez y Morales, 2017: 94).

A decir de los autores, los sujetos lo primeo que perciben son los trastornos que afectan directamente a sus espacios y actividades más vitales de supervivencia; posteriormente se ocupan de las consecuencias que ha provocado el trastorno y, por último, se plantean conocer e indagar en las causas que provocaron la eventualidad meteorológica sucedida. Esto último es, precisamente, lo que les permitiría anticiparse a futuros acontecimientos similares.

En cuanto a los encuadres de las noticias, los medios hablan más de las causas que de las consecuencias, y en medio, plantean información sobre el trastorno mismo. A decir de los autores, lo anterior responde a la “intención de los mediadores por colocarse en una posición anticipatoria, que ayude a entender mejor lo que ha pasado o lo que puede pasar” (Lozano, Sánchez y Morales, 2017: 98). Esto, sin embargo, no implica para los autores que se trate de un periodismo serio: “El periodismo de catástrofes analizado en las televisiones españolas adolece de argumentaciones más sólidas y contrastables en el momento de informar sobre los trastornos, prueba de ello es la ausencia de complejidad o completitud de sus narraciones” (Lozano, Sánchez y Morales, 2017: 98).

La simpleza a la hora de narrar las noticias se observa, también, en los conectores utilizados. En términos generales, en las noticias analizadas predomina la conectividad sencilla, que se refiere a una presentación narrativa en la que únicamente intervienen dos etapas o momentos de la secuencia de las quiebras del acontecer, es decir, el esquema es causa-trastorno, trastorno-consecuencia o causa-consecuencia.

En el análisis de la información se relacionan los esquemas narrativos con muchas otras variables, tales como el canal televisivo, las estaciones, números de trastornos, coberturas, tipologías de trastornos, previsión noticiosa, regiones peninsulares y afectaciones. Ello da lugar a un análisis sumamente detallado, amplio, riguroso y sólido.

El papel de las fuentes en la información de catástrofes y riesgos naturales es el tema central del capítulo 6 del presente libro. Un resultado claro salta a la vista: casi la mitad de los trastornos analizados no incluyen ningún tipo de testimonio. En la otras noticias en las que sí se hace uso de las declaraciones de las fuentes, es notorio observar que poco más del 40% son de tipo vivencial, experimental o presencial, es decir, se da la voz a los afectados directos e indirectos, así como a los testigos presenciales. Llama la atención que los testimonios cualificados (expertos, científicos, profesionales de salvamento, administradores y políticos) sólo aparezcan en un 8,7% del total de las informaciones.

En el capítulo 7 se presenta el análisis de los grupos de discusión con expertos y con periodistas. La pregunta que guió ambos grupos, tal y como se detalló en el capítulo dedicado a la metodología, fue la siguiente: ¿Cómo se dan las noticias sobre catástrofes relacionadas con el tiempo en las noticias de la televisión española? Para los expertos, los medios de comunicación pueden verse como herramientas difusoras de una información fiable y certera para saber conducirse en una presente o futura situación de inestabilidad. Por su parte, los periodistas hablaron sobre todo de las buenas prácticas en el periodismo de catástrofes. Ambos grupos de discusión, por tanto, hablan de los medios más desde el punto de vista de las fortalezas que de las debilidades.

Para los expertos consultados, la falta de preparación de los periodistas es la principal causa de la espectacularización.

“(…) esa afirmación sería tanto como cargar la única responsabilidad a las universidades y a las escuelas de periodismo. Muy lejos de eso, nosotros creemos que las rutinas periodísticas profesionales, en su afán de conseguir más audiencias procuran que los periodistas contemplen la espectacularidad a la hora de abordar su trabajo más como un ‘imperativo profesional’ que como una ‘anomalía en su formación académica’” (Lozano, Sánchez y Morales, 2017: 128-129). Los expertos también atribuyen la espectacularización a la necesidad de transmitir con inmediatez y simultaneidad las afectaciones ciudadanas.

El análisis de los grupos de discusión, la presentación de las redes de argumentos y las esquematizaciones de las redes semánticas presentes en cada grupo, ayudan a ilustrar de forma sintética lo que se dijo en torno a cada uno de los temas que se abordó en cada discusión grupal.

Las Conclusiones de Periodismo de riesgo y catástrofes. En los telediarios de las principales cadenas de televisión en España son muchas, y no es éste el espacio para comentarlas todas de forma amplia. Nos referiremos únicamente a tres. Una, el periodismo de riesgos y de catástrofes amerita una formación académica y profesional más especializada. Dos, la cobertura informativa utiliza esquemas narrativos que simplifican el acontecer, en lugar de profundizar en los temas, lo cual se relaciona con que no se recurre –o se recurre poco- a fuentes especializadas-. Y tres, no es claro el posicionamiento de los periodistas con respecto a las situaciones de riesgo y catástrofe que narran.

Esta obra puede ser de indispensable lectura no sólo para los investigadores interesados en el periodismo de riesgo, sino también para los periodistas que ejercen su práctica profesional en esta rama del ejercicio periodístico; y más aún, también puede interesar a los estudiantes de periodismo y comunicación audiovisual que tengan interés en especializarse en esta rama del periodismo o en una rama similar.

Así mismo, es pertinente que la obra sea vista, sobre todo, como una investigación académica muy completa, cuya exposición de la metodología es por sí misma, como ya decíamos, un material sumamente válido para investigaciones similares o que, aunque aborden otras temáticas, se basen en técnicas como las que utilizaron los autores del libro reseñado: análisis de contenido y grupos de discusión.

 

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