Informar sobre el suicidio: rigor, respeto y responsabilidad

 

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Un asunto tan delicado y tan complejo exige un abordaje integral, desde distintas perspectivas, y que, además de una mirada a los problemas, contemple posibles soluciones y un punto de vista constructivo y que genere espacios de reflexión. Debemos romper nuestro silencio, como así lo reclaman todos los agentes de prevención, para reducir el tabú, el estigma y los estereotipos que envuelven a estas muertes invisibles.

GABRIEL GONZÁLEZ ORTIZ*

La tarde del 6 de septiembre de 2019, a las pocas horas del hallazgo del cuerpo de Blanca Fernández Ochoa, recibí un correo electrónico de una psiquiatra: “Te escribo para desahogarme, porque estoy indignada. Es una pena el poco respeto con el que tratan a esta pobre familia, y a otras tantas que estarán pasando por situaciones similares, o en riesgo de suicidio. Y la mala fama que os genera al gremio de periodistas y a nosotros, los profesionales de la salud”. El correo adjuntaba dos enlaces a sendas noticias en las que se pormenorizaba, con todo lujo de detalles, los efectos del medicamento encontrado junto al cuerpo y que, según la psiquiatra, podía dar “ideas” a personas en un estado de desesperanza. Yo sentía la misma indignación que esa psiquiatra, y aunque intenté convencerla de que muchos errores se debían a la falta de formación y el desconocimiento, también le reconocí que era evidente que la búsqueda de audiencia a cualquier precio estaba detrás de muchas informaciones. Y que, como decía un profesor, “muchos confunden información con grabarlo todo, cuando lo realmente inteligente en el periodismo es saber apagar las cámaras a tiempo”.

Dos meses después, todavía, que yo sepa, no hay una confirmación oficial de la naturaleza de la muerte de la campeona olímpica. De lo que sí hay constatación es de que en aquella cobertura (no todos los medios, desde luego) se cruzaron todas las líneas rojas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) marca a los medios de comunicación cuando tratemos el suicidio. Todas. No solo no se apagaron los focos a tiempo, sino que faltó respeto, faltó rigor y faltó responsabilidad, la regla de las 3R, básica para cubrir una información relacionada con un suicidio, y también cualquier suceso. Podría detallar uno a uno todos esos errores, pero no es objeto de este texto remover un caso concreto, sino mirar hacia adelante. Y eso precisamente es lo que hicieron algunos periodistas en aquellos días: por primera vez, el gremio fue autocrítico con una cobertura relacionada con un suicidio. Muchos periodistas de renombre reflexionaron ante su audiencia, asumieron errores, dieron espacio a los expertos y reconocieron, también por primera vez, que era hora de introducir el suicidio en nuestra agenda diaria.

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