¿Por qué hay tantas esperanzas puestas en esta tecnología? Será porque nos gusta ser optimistas. Pero la mayoría de los algoritmos se implementan con un objetivo muy simple: ahorrar o ganar más dinero.
Las promesas de la inteligencia artificial son muchas y muy variadas, y van desde lo razonable hasta lo descabellado: va a generar más eficiencia en el comercio, va a hacer los trabajos pesados por nosotros, y de paso va a salvar al mundo del cambio climático y de cualquier catástrofe que se nos ponga enfrente. A menudo se oye más sobre las propuestas disparatadas que sobre las modestas.
Como escribe el informático Michael Wooldridge, “lo que la inteligencia artificial necesita ahora, más que cualquier otra cosa, es una inyección de humildad”. Esta pandemia ha dejado más claro que nunca que la inteligencia artificial no es una varita mágica capaz de resolver nuestros problemas de un plumazo. De los cientos de algoritmos que se diseñaron para diagnosticar y tratar la covid, ninguno fue exitoso y es probable que algunos hayan causado incluso daños.
Dado que la inteligencia artificial no va a resolver nunca nuestros problemas sociales y políticos, y muchas veces ni siquiera asuntos más técnicos como los médicos, ¿por qué hay tantas esperanzas puestas en esta tecnología? Hay ciertas razones psicológicas: a los seres humanos nos gusta ser optimistas, en particular sobre los artefactos que creamos. No nos cabe en la cabeza que tanto esfuerzo pueda ser en vano (o, peor, perjudicial). Pero, sobre todo, no hay que perder de vista que detrás de tanta inteligencia (y estupidez) artificial, hay poderosos intereses económicos.
Por supuesto que las empresas que diseñan algoritmos van a decir que la inteligencia artificial va a mejorar nuestra vida, igual que las empresas que producen detergentes van a asegurarnos que sus productos quitarán cualquier mancha. Las empresas tecnológicas dependen de que creamos en las promesas de la inteligencia artificial para que su negocio vaya bien. Pero ¿la inteligencia artificial realmente mejorará nuestra vida notablemente? Está por verse, y si sí, no va a ser por coincidencia, sino por diseño.
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