La cirugía de la selfie

 

Selección

Javier Ricou Lleida

Doctor, quiero los labios de Angelina Jolie, yo una cara infantil como la de Justin Biber, a mí me gustaría lucir los pómulos y los pechos de Kim Kardasian… Son peticiones oídas en clínicas de cirugía estética predispuestas a obrar esos milagros. Basta teclear en una búsqueda virtual las palabras cirugía y famosos para constatar que hay personas dispuestas a todo, incluso a dejar que destrocen su físico, para parecerse a esa estrella a la que idolatran.

Una tendencia en el mundo de la estética que ahora empieza a escribir, sin embargo, un nuevo y desconocido capítulo. Esos ansiosos pacientes ya no se presentan ante el cirujano con la imagen de una persona famosa. Ahora acuden a la consulta con una foto suya, que suelen guardar en el teléfono móvil. Es auténtica, sí, pero no real ya que la mayoría de esas imágenes se parecen poco o nada a la foto original. Han sido retocadas y pasadas por muchos filtros hasta conseguir transformaciones en la anatomía imposibles de reproducir con el bisturí.

Obsesionarse con tener esa cara irreal o ese cuerpo perfecto y pedir a un cirujano que obre el milagro es lo que se conoce como dismorfia de la selfie o dismorfia de Snapchat. Una conducta que puede degenerar en trastorno, si la persona acaba renegando a verse tal y como es y se obceca en transformar su rostro o cuerpo en esa selfie pasada por tantos filtros y retoques sin reparar en que esa belleza es ficticia.

Se ha impuesto en las redes una belleza ficticia que los más jóvenes quieren convertir en real

David Vázquez Vecilla, cirujano plástico de la Clínica Martín del Yerro, confirma la nueva realidad. “Coincidiendo con el incremento del uso de filtros en esos canales, es ahora muy común que los pacientes lleguen a la consulta con la captura de una foto de su cara, pasada por muchos filtros, para pedir que su rostro se parezca a esa imagen retocada”.

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