La pandemia del coronavirus y las deficiencias de la comunicación científica global

 

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[:es]Larivière, Shu y Sugimoto (2020), en un reciente y lucido artículo sobre cómo la pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia las deficiencias de la comunicación científica global. En primer lugar, se evidencia que a pesar de que investigadores ante las primeras señales del brote, acordaron el 31 de enero de 2020 en la Welcome trust, poner en acceso abierto todo el conocimiento sobre el coronavirus por considerarlo una amenaza para la salud global.  Esta solicitud se les hizo a los investigadores de todo el mundo, pero también a las casas editoriales más grandes, que monopolizan casi el 80 % de todo lo que se publica en el tema (Elsevier, Springer Nature y Taylor & Francis); al igual que a las entidades nacionales que financian la ciencia y a las sociedades científicas. No obstante, esta solicitud no generó respuestas rápidas aún cuando los firmantes se comprometieron a poner preprints sin revisión en plataformas de acceso abierto. Esto claramente no sólo ha sido insuficiente, sino que mucha de esta información al no estar sujeta a evaluación por pares ha generado caos y desinformación, a la vez que evidencia los problemas de un ecosistema de conocimiento como lo he señalado antes (Lopez-Lopez 2019a).

De otra parte, los costos del sistema de publicación han fracturado el sistema, pues obligan a medidas desesperadas como las de liberar información sin evaluación, por las presiones que sufren los investigadores al publicar en revistas de pago, o porque muchos no cuentan con los recursos para publicar artículos en revistas con APS.  Además, una buena parte de las revistas sin cobros no están en los cuartiles altos (mal diseñados) que los sistemas de incentivos consideran y que son impuestos por las gobernanzas que controlan la ciencia y la formación académica (universidades y ministerios de ciencia y educación).

Para completar el complejo panorama el periódico The Guardian (2020) recientemente mostró como la crisis ha desatado una increíble producción de publicaciones disponibles ya a la venta por Amazon, aunque una buena parte de ellos no ofrece información valida desde el punto de vista científico. Los recursos de información también se viralizaron, desafortunadamente, sin control ni autoregulación, lo cual contribuye aún más a producir caos y confusión en momentos donde lo que más se necesita es calma y sensatez.

El Ecosistema se ha roto por las brechas impuestas por la dinámica económica impuesta a la comunicación científica entre los actores implicados: investigadores, editores, empresas editoriales, financiadores y la gobernanza académica. La evidente desconexión entre los sistemas de apropiación académica, social y tecnológica del conocimiento y la crisis global que nos afecta localmente nos está mostrando las consecuencias de no aproximarnos con una visión ecosistémica del conocimiento.  Exploremos algunas de estas fallas (Lopez-Lopez 2019b).

Seguir leyendo: jasolutions.com45[:ca]Larivière, Shu y Sugimoto (2020), en un reciente y lucido artículo sobre cómo la pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia las deficiencias de la comunicación científica global. En primer lugar, se evidencia que a pesar de que investigadores ante las primeras señales del brote, acordaron el 31 de enero de 2020 en la Welcome trust, poner en acceso abierto todo el conocimiento sobre el coronavirus por considerarlo una amenaza para la salud global.  Esta solicitud se les hizo a los investigadores de todo el mundo, pero también a las casas editoriales más grandes, que monopolizan casi el 80 % de todo lo que se publica en el tema (Elsevier, Springer Nature y Taylor & Francis); al igual que a las entidades nacionales que financian la ciencia y a las sociedades científicas. No obstante, esta solicitud no generó respuestas rápidas aún cuando los firmantes se comprometieron a poner preprints sin revisión en plataformas de acceso abierto. Esto claramente no sólo ha sido insuficiente, sino que mucha de esta información al no estar sujeta a evaluación por pares ha generado caos y desinformación, a la vez que evidencia los problemas de un ecosistema de conocimiento como lo he señalado antes (Lopez-Lopez 2019a).

De otra parte, los costos del sistema de publicación han fracturado el sistema, pues obligan a medidas desesperadas como las de liberar información sin evaluación, por las presiones que sufren los investigadores al publicar en revistas de pago, o porque muchos no cuentan con los recursos para publicar artículos en revistas con APS.  Además, una buena parte de las revistas sin cobros no están en los cuartiles altos (mal diseñados) que los sistemas de incentivos consideran y que son impuestos por las gobernanzas que controlan la ciencia y la formación académica (universidades y ministerios de ciencia y educación).

Para completar el complejo panorama el periódico The Guardian (2020) recientemente mostró como la crisis ha desatado una increíble producción de publicaciones disponibles ya a la venta por Amazon, aunque una buena parte de ellos no ofrece información valida desde el punto de vista científico. Los recursos de información también se viralizaron, desafortunadamente, sin control ni autoregulación, lo cual contribuye aún más a producir caos y confusión en momentos donde lo que más se necesita es calma y sensatez.

El Ecosistema se ha roto por las brechas impuestas por la dinámica económica impuesta a la comunicación científica entre los actores implicados: investigadores, editores, empresas editoriales, financiadores y la gobernanza académica. La evidente desconexión entre los sistemas de apropiación académica, social y tecnológica del conocimiento y la crisis global que nos afecta localmente nos está mostrando las consecuencias de no aproximarnos con una visión ecosistémica del conocimiento.  Exploremos algunas de estas fallas (Lopez-Lopez 2019b).

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