Maria Camila Ardila Peña reseña el libro de Roseli Figaro (ed.) (2015) “Los cambios en el mundo del trabajo del periodista” (Barcelona: Editorial UOC, Colección Atlántica de Comunicación, 2015).
El Centro de Pesquisas en Comunicación y Trabajo (CPCT), de la Escuela de Comunicaciones y Artes en la Universidad de São Paulo (ECA-USP, Brasil), nació en 2003 y, entre sus líneas de investigación, destaca el análisis del estudio del periodismo como actividad laboral. Roseli Figaro, coordinadora de dicho centro, ha sido la editora de esta publicación, en la que también han participado en calidad de autores dos miembros más del mismo, Cláudia Nonato y Rafael Grohmann.
El prólogo del libro viene firmado por el pensador latinoamericano Jose Marques de Melo, director de la ECA-USP en el período de 1989 a 1993 y director de la Cátedra UNESCO de Comunicación, invitado por la Universidad Metodista de São Paulo, entre 1996 y 2013 (entre otras muchas actividades). El 16 de noviembre de 2015, el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) otorgó a José Marques de Melo la Medalla de Oro, en reconocimiento a su carrera académica.
Si bien es cierto que los resultados expuestos en este libro proceden de un trabajo de campo desarrollado en Brasil, en el contexto actual -un mundo globalizado, interconectado y en el que el modelo económico imperante es el capitalismo- no cabe duda de que, si no todas, la gran mayoría de las conclusiones del estudio son extrapolables a cualquier otro territorio geográfico, siempre que se dé una democracia limitada por los intereses del capital. De este modo, el público general obtendrá una visión muy esclarecedora de la profesión y lectores/as periodistas se identificarán fácilmente con las voces recogidas aquí, ya que podrán reconocer los obstáculos que se encuentran en su día a día aunque se hable de la práctica periodística en un contexto diferente al propio.
El libro dibuja un perfil del comunicador -aunque sería más correcto decir comunicadora, pues el colectivo periodístico analizado resulta ser mayoritariamente femenino- que invita a la reflexión sobre el papel del periodista, lo que es y lo que debería ser. De alguna manera, el texto provoca un regreso a las expectativas que una persona tiene en el momento de escoger el periodismo como profesión y, al mismo tiempo, permite percibir lo que es el oficio realmente.
El libro está dividido en tres partes y su lectura genera preguntas que hoy en día son imprescindibles. Se trata de cuestiones esenciales, pero que pueden ser observadas desde un prisma muy práctico. Por ejemplo: ¿Es la prensa ostentadora del cuarto poder que vigila a los demás?, ¿todavía pervive la idea de la objetividad?, ¿cuáles son las limitaciones del comunicador?, ¿la creatividad es la única vía de futuro?, ¿es su creatividad la que lo va a hacer sobresalir? o ¿qué significa hoy tener éxito en el oficio?
La primera parte expone el estudio de Roseli Figaro “El perfil del periodista y los discursos acerca del periodismo. Un estudio de los cambios en el mundo del trabajo del periodista profesional en São Paulo (2009-1012)”. El objetivo de este proyecto es trazar el perfil del periodista, indagar en sus condiciones de trabajo, discutir los valores que orientan su desempeño (selección, investigación y edición) y abrir un debate sobre la preparación del joven periodista. Subyace a todo esto y como hilo conductor, el sistema económico imperante: el capitalismo. Las tecnologías, la globalización, la formación y el dictado de la inmediatez son a su vez causas y consecuencias de los cambios. La decisión de tomar una muestra de los periodistas de Sao Paulo no es una elección hecha al azar, en esta ciudad se concentra más del 30% de los periodistas de Brasil.
Aunque lo cierto es que la descripción de la metodología es ya razón suficiente para la lectura del estudio. En ella, están presentes las justificaciones de cada elección, se señalan las ventajas e inconvenientes al utilizar una u otra categoría y la manera en que posibles efectos de sesgo se contrarrestan con el uso de otro proceso. En esta primera parte se ha utilizado una metodología basada en Jankowski y Wester, denominada triangulación de métodos y de datos, perfecta porque permite combinar investigaciones cuantitativas y cualitativas.
La investigación consta de una primera fase cuantitativa, que consistió en el análisis de encuestas cerradas de respuesta múltiple repartidas a cuatro grupos distintos (el primero, conformado por periodistas contactados a través de una red social de trabajo; el segundo, afiliados al Sindicato de Periodistas Profesionales; el tercer grupo es resultado de una investigación realizada en el 2007 entre los empleados comunicadores de una gran empresa editorial de Sao Paulo; la última muestra está conformada por trabajadores por cuenta propia –un avance sobre esta última muestra: el 70% son mujeres y el 57% tienen menos de 30 años-).
Para la segunda fase, cualitativa, se empleó la entrevista cara a cara y dos grupos de discusión, en ambos casos el método fue el análisis del discurso. En las entrevistas se preguntó sobre la identificación, el trabajo y la formación, los procesos de trabajo, la familia, el ocio, el tiempo libre, el consumo cultural y se recopilaron también las instrucciones que darían a una persona si fuera a ocupar su puesto de trabajo. Por último, los dos grupos de discusión compuestos por periodistas de las cuatro muestras de la fase inicial. Para su análisis los discursos se dividieron por temáticas: (a) Explicaciones falseadas: la desaparición de los coenunciadores del proceso productivo como valores noticia; (b) Formación del profesional frente a la polémica sobre el diploma y el ciudadano testigo; y, finalmente, (c) Periodismo y los nuevos medios.
A través de citas de los entrevistados, el lector tiene la oportunidad de participar en un diálogo muy enriquecedor con periodistas de diferentes perfiles. Con cada uno se plantean nuevos temas, desafíos, maneras de ver el oficio, y contradicciones del medio en sí mismo. A través del análisis de las entrevistas los investigadores guían al lector hacia una reflexión más profunda.
A modo de contextualización esta primera parte incluye una panorámica sobre los oligopolios y conglomerados de la comunicación brasileños. El diagnóstico es claro: la comunicación está en pocas manos, empresas que buscan rentabilizar la comunicación lo máximo posible. Esta concepción de la información como mero negocio tiene graves consecuencias. Estas se verán reflejadas en el quehacer, las rutinas y el proceso periodístico, en la información resultante, en la vida del comunicador y en la salud de la democracia.
Se dice de las particularidades del mundo de la comunicación que el empresario no puede pretender que sus periodistas actúen como el trabajador de cualquier otra industria, puesto que para ejercer se necesita creatividad y una cierta búsqueda de fuentes, es decir, flexibilidad. En esta parte del libro se detalla cómo se ha llegado a una flexibilidad extrema, y no precisamente a favor del ejercicio periodístico. La terciarización, y las ventajas económicas que le supone al empresario contratar autónomos, convierte al periodista, como afirma uno de los entrevistados, en un “obrero de la información” y en un esclavo de la flexibilidad. La pérdida del lugar de trabajo hace que se desdibuje aún más la línea entre vida laboral y vida personal. Sobre este tema se profundizará en la tercera parte del libro, El periodista como receptor.
Cómo hablar de periodismo en el S.XXI sin detenerse en las nuevas tecnologías. El estudio explica, a partir de los discursos de periodistas veteranos, cómo es la convivencia entre nuevas y antiguas generaciones. Los veteranos hacen hincapié en el tipo de educación que están recibiendo los más jóvenes, ésta difiere sobremanera a la suya. El cambio no ha sido efecto de ninguna casualidad: “Hay un conjunto de factores históricos, políticos y económicos que tienen relación con los dilemas vividos en las décadas de 1980/90, sobre la crisis del socialismo real, el neoliberalismo y la globalización (Ianni, 1995), que interfirieron en la formación de las generaciones de jóvenes periodistas”, explica Rosseli en las páginas 70-71. Varias voces veteranas claman que aquellos que han acudido a la universidad a partir de estos años son menos críticos, más prácticos, más ingenuos y, aunque son conscientes de que el marketing está inmerso en su quehacer, no le dan importancia y lo toman por bueno. Todo esto en detrimento de la información de calidad.
El enfoque de la formación y la falta de contacto entre las diferentes generaciones por la deslocalización y los precarios contratos por proyectos impiden un intercambio de saberes entre el profesional con experiencia y el más joven. Al mismo tiempo, y en clave positiva, el estudio señala que la necesidad del periodista se reafirma gracias a las nuevas tecnologías en tanto que su papel como filtro de informaciones es imprescindible.
Los grandes conglomerados dependientes de la publicidad y la necesidad de actualización constante en este mundo ávido de informaciones nuevas, pero poco profundas, se han convertido en las censuras del S. XXI. La información desde la redacción y la falta de contacto con la calle convierten al periodista en un simple intermediario incapaz de contextualizar, analizar e interpretar la realidad para su público. La gran conclusión que se puede extraer es que contribuir con una perspectiva crítica es esencial y encontrar la manera para vivir de ello, del ejercicio del periodismo, es todo un desafío.
En la segunda parte, Cláudia Nonato, periodista e integrante del CPCT, hace un breve resumen de la evolución del periodismo en el mundo y, más concretamente, en Brasil. Este capítulo intermedio es una mirada al pasado, necesaria para entender el presente. A lo largo del texto se subrayan los cambios económicos, de las décadas de 1980 y 1990, especialmente el nacimiento del neoliberalismo, para entender el periodismo como lo conocemos hoy -las rutinas, las dinámicas de redacción, las divisiones de roles,….-, y, sobre todo, esa falta de transmisión de conocimientos entre periodistas experimentados y los neófitos en la profesión. Cabe destacar la obligatoriedad del diploma para ejercer el periodismo en Brasil promulgada en el año 1969 y derogada en el 2009.
El giro neoliberalista, como ya se mencionó en el resumen de la primera parte, empujó a los ejecutivos graduados en otras facultades a los puestos directivos y estos se niegan a hacer inversiones que no garanticen una rentabilidad a corto plazo. Se hace una crítica a la falta de tiempo del periodista para producir piezas propias y su gran dependencia de las notas de prensa de los gabinetes de comunicación, lo que tiene como resultado una información sesgada y poco profunda.
Los protagonistas del capítulo escrito por Nonato son los miembros del Sindicato. Destacan sus opiniones acerca de la educación. Por una parte, aunque casi todos acudieron a universidades privadas y abonaron altas mensualidades, pocos se declaran satisfechos con su formación. Por otro lado, hay diferentes opiniones respecto al contenido del currículum de la carrera. Unos se decantan más por contenidos humanísticos y otros opinan que asignaturas como filosofía, política y geopolítica no son necesarias en la facultad de periodismo; por contra, apuntan que las “gafas sociales” se las aportará el mercado laboral. A través del contacto con varias visiones sobre el periodismo, el lector logrará recoger suficientes argumentos de uno y otro lado para construir una opinión propia.
Y, por último, un capítulo dedicado a analizar el periodista como receptor de medios, elaborado por Rafael Grohmann, sociólogo y miembro del CPCT. Es aquí en donde se desglosan, estudian y se conocen las consecuencias que puede tener el contexto y las vivencias del profesional en su quehacer periodístico, y viceversa, las consecuencias que tiene su quehacer en su vida diaria. La metodología, una vez más, está perfectamente detallada aquí. A partir de una multitud de fuentes bibliográficas, se exploran las complicaciones al estudiar al periodista como receptor-consumidor cultural, puesto que esas múltiples personalidades hacen parte de la misma persona, lo que Stuart Hall denomina “identidad posmoderna” y queda recogido en la página 245.
Para el lector, si es periodista, esta última parte se convierte en una descripción de su actividad diaria, fuera y dentro del lugar del trabajo. La línea entre trabajo y ocio, como le sucede a la que divide la vida personal de la privada, se desdibuja y aquellas “gafas periodísticas” no desaparecen al terminar la jornada laboral. Es por ello que el comunicador tiene la capacidad de hacer un análisis, y lo hace casi por instinto, de lo que llega a sus oídos, ojos o manos, apreciando y juzgando las prácticas que han guiado el quehacer del, en este caso, emisor. En el análisis del periodista como receptor subyace un pequeño análisis del periodista como productor, pues al reconocerse en el otro hace un discurso sobre sí mismo.
Los diversos periodistas entrevistados juzgan la manera en la que los no-periodistas consumen y reciben los medios. Múltiples discursos presentes en la investigación señalan que no son críticos -«Mientras que el público se contenta a veces con un medio, ¿vale? Agarra aquel medio y se basa solo en él. El periodista no, él tiene que variar mucho» (cita recogida en la página 271)- y se les juzga de “estar mal informados” (en la página 252).
El libro ofrece un documento histórico a modo de cierre. Se trata de la primera investigación publicada en Brasil sobre el periodista profesional en el Estado de São Paulo. Este estudio data del año 1972, y tuvo una difusión muy limitada por el contexto político del país. Por otro lado, la versión en castellano era inédita hasta ahora. El trabajo fue tutorizado por Jair Borin, profesor titular y jefe del departamento de Periodismo y Editorial de la Escuela de Comunicaciones y Artes (ECA/USP) y, en el momento de aquella investigación, coordinador del Laboratorio de Periodismo Impreso (LAJI).
Este cierre resulta ser una especie de homenaje a Borin, quien con aquel proyecto puso las semillas para indagar en el terreno periodístico desde una perspectiva científica. A través de este trabajo, se tiene acceso a la figura del periodista del Brasil de la década de los años 70 del siglo pasado. Un material riquísimo para la comparación del perfil del periodista de hoy con el de hace 40 años.