Los incendios en Twitter están sobrevalorados

 

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El comunicador Ibai Llanos se ha hecho realmente famoso cuando ha emergido de las redes sociales y se ha asomado a los medios de comunicación de masas. El mundo antiguo en el que me eduqué funde en negro con muchísima lentitud

Sergio del Molino

Nací en 1979, lo que me coloca entre los últimos de la generación X y los primeros mileniales. Creo que pertenezco a la X, porque extinguí los planes de la EGB, BUP y COU: mientras pasaba cursos en el instituto, estos desaparecían. Los que venían detrás cursaban ESO, que al principio era más un demostrativo que unas siglas. Desde entonces, todo fue así: llegaba tarde a las fiestas analógicas y demasiado pronto a las digitales. Me preparé para vivir en un mundo que tenía fecha de extinción.

Crecí acumulando discos, casetes y cintas de vídeo que hoy no puedo reproducir. Ahora que estoy suscrito a todo streaming posible no echo de menos mis colecciones, aunque tampoco me deslumbra el infinito de internet. Los cuarentones como yo vemos las novedades con cierta distancia cínica, pero tampoco somos dinosaurios encerrados en una nostalgia de mantita y brasero. Nadar entre dos aguas nos permite decirles a unos que la revolución tecnológica no es para tanto, y a otros, que en el mundo de ayer no perdieron ningún edén.

En el episodio 22 de la séptima temporada de Cómo conocí a vuestra madre, el depredador sexual Barney anima a su amigo Ted a apuntarse a una web de citas tipo Meetic. Ante la resistencia de este, argumenta: “Venga, estamos en 2012. ¿Qué esperas? ¿Conocer a una agente de viajes mona en una librería mientras lees un periódico? Ninguna de esas cosas existe ya”. La escena se ha viralizado y reaparece como cita de autoridad para tecnófilos.

+ info: El País

Imagen: Ronald Plett[:ca]

El comunicador Ibai Llanos se ha hecho realmente famoso cuando ha emergido de las redes sociales y se ha asomado a los medios de comunicación de masas. El mundo antiguo en el que me eduqué funde en negro con muchísima lentitud

Sergio del Molino

Nací en 1979, lo que me coloca entre los últimos de la generación X y los primeros mileniales. Creo que pertenezco a la X, porque extinguí los planes de la EGB, BUP y COU: mientras pasaba cursos en el instituto, estos desaparecían. Los que venían detrás cursaban ESO, que al principio era más un demostrativo que unas siglas. Desde entonces, todo fue así: llegaba tarde a las fiestas analógicas y demasiado pronto a las digitales. Me preparé para vivir en un mundo que tenía fecha de extinción.

Crecí acumulando discos, casetes y cintas de vídeo que hoy no puedo reproducir. Ahora que estoy suscrito a todo streaming posible no echo de menos mis colecciones, aunque tampoco me deslumbra el infinito de internet. Los cuarentones como yo vemos las novedades con cierta distancia cínica, pero tampoco somos dinosaurios encerrados en una nostalgia de mantita y brasero. Nadar entre dos aguas nos permite decirles a unos que la revolución tecnológica no es para tanto, y a otros, que en el mundo de ayer no perdieron ningún edén.

En el episodio 22 de la séptima temporada de Cómo conocí a vuestra madre, el depredador sexual Barney anima a su amigo Ted a apuntarse a una web de citas tipo Meetic. Ante la resistencia de este, argumenta: “Venga, estamos en 2012. ¿Qué esperas? ¿Conocer a una agente de viajes mona en una librería mientras lees un periódico? Ninguna de esas cosas existe ya”. La escena se ha viralizado y reaparece como cita de autoridad para tecnófilos.

+ info: El País

Imatge: Ronald Plett

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