Los memes como manualidad digital

 

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El confinamiento nos ha permitido hacer muchas cosas con las manos: hemos buscado de forma desesperada pasatiempos que nos permitieran encontrar algo de paz ante tanta incertidumbre. Y ahí estaban los memes, la comida y las manualidades. La cocina goza de respeto intelectual, pero memes y manualidades son considerados pasatiempos fútiles incapaces de albergar una práctica transformadora. Pero ¿y si los memes son manualidades digitales que están configurando la cultura popular y el folclore del mañana?

Cada vez que alguien me ha preguntado qué tal nos había ido en el confinamiento, me veía obligado a usar una metáfora futbolística: estamos en mitad de la tabla. Por suerte, y aunque llevemos una vida precaria y nuestro casero haya decidido subirnos el alquiler durante la pandemia (hell yeah), los ingresos de nuestra unidad familiar no se han visto comprometidos a corto plazo y tenemos una cierta tranquilidad hasta final de año. Además, el teletrabajo fue una opción factible desde el primer momento. Salvo por dos pequeños detalles: sendos seres vivos de 3 y 6 años que viven en casa. Nuestras hijas.

Cualquiera que se haya enfrentado al confinamiento teniendo que compaginar crianza, teletrabajo y el mantenimiento de la intendencia doméstica habrá comprobado el reto que supone mantener la salud física y mental de todos los miembros de un hogar. Comer en casa mejora notablemente la salud pero aumenta el número de productos que hay que limpiar minuciosamente con un trapo con agua y lejía, la cantidad de loza que hay que fregar y los quebraderos de cabeza para configurar un menú saludable y nutricionalmente libre de culpas. Además, a esas edades las niñas no mantienen su atención en nada (ni siquiera en las pantallas) durante el tiempo suficiente como para que dé tiempo a hacer todo-lo-que-había-que-hacer.

Pasé las primeras semanas obsesionado con que no iba a ser capaz de mantener el ritmo de trabajo. Y tenía motivos. No conseguíamos dedicar más de quince horas por semana a estar delante del ordenador. Sumado a la ansiedad que me generaba la situación sanitaria, el tiempo que me tocaba estar con mis hijas no estaba siendo el padre más imaginativo del mundo. Por suerte, en las unidades familiares, como en los equipos, siempre hay alguien que te hace la cobertura, por añadir otra metáfora futbolística. Sofía, mi compañera de vida y madre de nuestras dos hijas, comenzó a hacer de las tardes un carrusel de actividades centradas en las niñas.

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