El 28 de octubre de 2021 se puso en marcha un engranaje que no ha dejado de girar. Ese día, el fundador y máximo responsable de Facebook, Mark Zuckerberg, describió en una presentación de hora y media cómo había de ser su gran proyecto de futuro: un entorno virtual al que se refirió como metaverso y que concibe como “la evolución natural de internet”. Para subrayar la solemnidad de su iniciativa, cerró su intervención anunciando al mundo que su compañía sería conocida desde ese momento como Meta. “Con el tiempo confío en que se nos vea como una empresa del metaverso”, dijo.
El mensaje caló hondo. O eso parece a juzgar por las altas expectativas que se están generando en torno a algo que todavía no existe ni sabemos cómo será, pero que ya atrae inversiones millonarias. Microsoft no tardó ni una semana en proclamarse candidato a liderar la carrera por el metaverso del entorno laboral, empezando por ofrecer avatares personalizables para su herramienta de videollamadas Teams. Apuntaló su apuesta a finales de enero con la compra por 69.000 millones de euros de Activision Blizzard, la compañía de videojuegos responsable de títulos superventas como Call of Duty o World of Warcraft. Un movimiento que el consejero delegado de Microsoft, Satya Nadella, calificó como “un gran paso” hacia el metaverso, en tanto que su nueva adquisición se dedica de hecho a crear mundos interactivos cada vez más realistas.
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