Las soluciones a la crisis solo serán viables si engloban al conjunto de actores que intervienen en el ámbito de la comunicación.
Joan Barrera
Secretario técnico de la Mesa sectorial dels mitjans de comunicació de Catalunya
Reconozco que la expresión sector industrial puede parecer anacrónica cuando se aplica al ámbito de la comunicación. Incluso, hay quien puede pensar que los dos conceptos sector e industria combinan mal en un mundo dominado por la alta tecnología y atento a los últimos dispositivos digitales que permitan llegar con más eficacia a los destinatarios del mensaje. Pero justamente porque se trata de dos conceptos unívocos, claros y comprensibles, fácilmente inteligibles para todos aquellos que desconocen la realidad que nos envuelve, entiendo que son adecuados para demostrar que el sector de la comunicación no es un reino de taifas, ni un microcosmos, sino que tiene todas las características para presentarse ante la sociedad como un bloque con capacidad de futuro, con un volumen de negocio significativo, con un potencial humano considerable y, en definitiva, con la capacidad suficiente para generar un alto valor añadido que permita garantizar, no solo su supervivencia, sino el dinamismo que se reclama en el resto de sectores industriales en un escenario cada vez más dinámico e interdependiendo.
Con las cifras en la mano, como recoge con meticulosa precisión el último Informe de la comunicació a Catalunya 2013–2014, más de uno puede pensar que se trata de un sueño propio de iluminados, de una nueva teoría para tirar al cajón de las propuestas olvidadas. Discrepo, y lo hago desde la perspectiva que ofrece los dos años de trabajo continuado, entre 2012 y 2014, de una experiencia inédita en el Estado español bajo el impulso de la denominada Mesa sectorial dels mitjans de comunicació de Catalunya.
Para hacer un breve relato histórico decir que la Mesa se constituyó en julio de 2012, impulsada por la plataforma en defensa de los medios de comunicacin social, integrada por el Col·legi de Periodistes de Catalunya, el del Audiovisual y los sindicatos Unió General de Treballadors (UGT), Comissions Obreres (CCOO), Sindicat de Periodistes de Catalunya (SPC) y la Unió de Professionals de la Imatge i Fotografia de Catalunya (UPIFC). La intención era simple: superar el permanente lamento para la destrucción de empresas y puestos de trabajo y consensuar con el conjunto del sector una sèrie de medidas que fuesen de aplicación inmediata, permitieran apaciguar el impacto de la crisis y abrieran una perspectiva de futuro. A la iniciativa se sumaron una cuarentena de entidades, representantes de asociaciones profesionales y empresariales, universidades, otros colegios profesionales, productores audiovisuales y el Gobierno de la Generalitat de Catalunya a través de la Secretaria de Comunicació.
El punto de arranque estaba claro. El modelo de negocio que antes de la crisis sustentaba al sector había saltado por los aires, debido a la irrupción de las nuevas tecnologías y el consecuente cambio de hábitos de los receptores, una caída brutal del mercado publicitario y la incapacidad para encontrar una alternativa que permitiera fijar una hoja de ruta y revertir la situación. Nada nuevo que no se haya explicado y analizado hasta ahora.
La experiencia, a través de un mecanismo de trabajo conjunto, permitió, a finales de mayo de 2013, presentar públicamente un documento, aprobado por unanimidad, con el título Propostes d’actuació davant la crisi del sector de la comunicació.
No entraré en el detalle de las propuestas, pero sí en la filosofía que desprenden. Entre el común denominador de medidas para salir de la crisis sobresalía una idea básica, que se expuso en los meses siguientes en las reuniones de trabajo que representantes de la Mesa mantuvieron, básicamente con miembros de la administración catalana, para avanzar en algunas de las medidas que contiene el documento. Los interlocutores, representantes cada uno de ámbitos diferentes, se presentaban como parte de un sector industrial, que como muy bien recoge el documento de propuestas quiere que se le reconozca como un sector estratégico, con una consideración específica para los profesionales del sector, y que posibilite una acción coordinada por parte de empresas, administraciones y asociaciones profesionales para poner en valor al conjunto del sector, prestigiarlo frente a los ciudadanos y también en el ámbito publicitario.
No es un tema menor y, el reto de promoción es necesario. En general, tenemos una percepción errónea del conocimiento que tiene la ciudadanía y, sobre todo, personas con capacidad de decisión política y económica del sector de la comunicación. Por decirlo de una manera sencilla. La imagen que tienen de nosotros personas ajenas al sector a menudo no va más allá del nombre de algunos periodistas con una fuerte proyección mediática y de las grandes cabeceras o canales de televisión. No se hacen a la idea que en el tercer trimestre de 2012 había en Cataluña 90.200 personas que trabajaban directamente o indirectamente en el sector de la comunicación y de los centenares de millones de euros, a pesar de la bajada provocada por la crisis económica, mueve en publicidad.
Hace falta, por lo tanto, ensanchar el horizonte, desarrollar una nueva metodología de análisis y plantear alternativas que recojan la riqueza y la variedad del sector. Fundamento esta línea de trabajo en el primer listado de categorías profesionales que los coordinadores de la Mesa elaboraron a partir de los datos suministrados por algunos de los expertos que participaron en la elaboración del documento final. Salían 114. Y la mayoría se concentraban en sectores emergentes como el del audiovisual, el del ámbito digital y el de la publicidad y las relaciones públicas, mucho más dinámicos que los vinculados a los sectores tradicionales como el de la prensa o la radio.
Lo pongo sobre la mesa, porque descubrir esta realidad ayuda a dimensionar la tarea que tenemos los profesionales del sector para asegurarnos la pervivencia y las vías a través de la cuales se puede incidir para dar pasos en la dirección correcta.
El documento de Propostes d’actuació davant de la crisi del sector de la comunicació apunta una serie de ideas que no convendría desmerecer. La principal, que haya un reconocimiento formal del sector de la comunicación como sujeto con identidad propia por parte del Ministerio de Hacienda a efectos fiscales y también desde una óptica laboral para ofrecer garantías a los profesionales que trabajan en el sector y permitir emprender políticas de ocupación y formación específicas a las necesidades actuales y futuras. Ahora que la crisis ha dejado al descubierto los déficits de un sector que parecía inmune a los ciclos económicos, que porcentualmente ha sido uno de los más damnificados por la crisis, que ha sufrido con más severidad la destrucción de empresas y puestos de trabajo y que se enfrenta a un futuro lleno de incertidumbres por la falta de un modelo de negocio alternativo al actual, conviene saber qué somos y cuántos somos. Nos tenemos que poder contar e identificar, en la perspectiva que el comunicador no es sólo aquel que busca, elabora y transmite contenidos sino que comunicador también es aquel que desde un ámbito mucho más técnico facilita y colabora en su transmisión.
Entiendo, y los trabajadores de la Mesa sectorial muestran esta línea, que sin incorporar de manera transversal al conjunto de los actores que intervienen en el proceso de producción —y de aquí surge la idea de sector industrial— será complicado plantear salidas al punto en el que nos encontramos o, para ser más modestos, soluciones que permitan vestir un escenario de futuro en el que se encuentren cómodos emprendedores, asalariados, empresarios de pequeñas y grandes empresas y trabajadores por cuenta ajena.
La tarea es subyugante. Pienso en la universidad, repensando la oferta, avanzando en la especialización y fortaleciendo la colaboración con el mundo empresarial. En definitiva, preparando profesionales altamente cualificados, con capacidad de adaptación a un entorno altamente tecnificado y perfectamente conscientes del rol que juegan en democracia.
O en el mundo empresarial, planteando, por ejemplo, medidas fiscales para incentivar nuevas empresas, consolidar las actuales y reclamando a los gobiernos respectivos planes de ajustes que huyan de la discrecionalidad o de escenarios de ficción y se centren en proyectos ‘industriales’ con capacidad de generar valor añadido, puestos de trabajo y consolidar el sector.
O en el papel esencial que tendría que jugar el sector en el diseño de la nueva formación profesional que impulsa el Gobierno de la Generalitat a partir de la ley aprobada en junio de 2015 por el Parlamento catalán y que puede ser la vía de acceso de muchos técnicos, diseñadores gráficos y creadores de webs, entre otros, en el mundo de la comunicación.
O en los sindicatos, delimitando categorías profesionales, dignificando y protegiendo las condiciones de trabajo o reconociendo la experiencia a través de certificaciones profesionales.
Por esto, y por otras iniciativas, sirve que se reconozca el sector de la comunicación como sector industrial. Hace unos años hizo fortuna la expresión The hamster wheel aplicada al mundo del periodismo, hasta el punto que la publicación Columbia Journalims Review de septiembre-octubre de 2010 incluyó un artículo de Dean Starkman que hablaba de este fenómeno advirtiendo de los peligros que para los valores del periodismo y con la ayuda de las nuevas y emergentes plataformas digitales tenía convertir el periodista en un ‘hombre orquesta’. La precipitación y la desazón para ser presente en todos los canales de comunicación, decía, podía ser nefasta y cargarse los valores intrínsecos del periodismo: rigor, contraste y objetividad.
Visto desde la perspectiva actual, y viendo cuál es el afecto que tiene la crisis económica en los trabajadores y en muchas de las iniciativas del sector parece que no hemos podido escapar de la trampa. La precarización ha devaluado el propio concepto de comunicar, de los comunicadores y de las propias empresas de comunicación. Estamos, pero se nos considera como unos actores de segunda división. Hay que revertir la imagen con una acción decidida y la apuesta para reivindicarnos como sector industrial se apunta como la mejor vía.
Barcelona, septiembre de 2015