Núria Reguero (InCom-UAB) reseña el libro de Natália Ledur Alles (2017): “Prostitución y discurso mediático. ¿Dónde están las protagonistas?", Barcelona: Editorial UOC/InCom-UAB.
En el libro Prostitución y discurso mediático. ¿Dónde están las protagonistas?, la periodista e investigadora de la Escuela Superior de Propaganda y Marketing de Brasil Natália Ledur da cuenta que el testimonio de las personas que se dedican a la prostitución es el gran ausente en el debate público sobre esta temática. La investigadora analiza la forma en que se construye el discurso de la prostitución en internet y qué marcos interpretativos predominan. Asimismo, contrasta los textos publicados con el relato de ocho prostitutas que entrevista en profundidad con el fin de observar hasta qué punto ambas narrativas se acercan o se distancian. De esta manera, la autora problematiza sobre la importancia que ellas dan a tener más visibilidad en la esfera pública y a evitar las representaciones negativas.
La obra, resultado de la tesis doctoral de Ledur, se estructura en tres grandes apartados. En la primera realiza un análisis histórico y documental sobre el imaginario de la prostitución, con el foco en Brasil. En la segunda expone la metodología y los resultados del análisis de 65 textos publicados en webs de medios de comunicación convencionales y en las redes sociales sobre la reglamentación de la prostitución, la observación participante y las entrevistas en profundidad realizadas a ocho mujeres cisgènero en Porto Alegre. En la tercera parte reflexiona sobre los diferentes marcos interpretativos para comprender el fenómeno de la prostitución a partir de los resultados obtenidos, y concluye con una serie de recomendaciones para los periodistas y políticos.
La investigación viene motivada por el creciente debate público en Brasil derivado de la presentación del proyecto de ley 4.211 / 2012 para regular la prostitución en este país. La principal conclusión que extrae del trabajo empírico es que los sujetos afectados por las políticas públicas se han encontrado en una clara posición de desventaja respecto a otros actores más institucionalizados a la hora de aprovechar el potencial de los medios de comunicación en la producción de sentido social. "Las ideas que circulan sobre la prostitución son construidas predominantemente por los sujetos que no comparten esta realidad, y que a menudo ni siquiera se aproximan a esta" (p.165), afirma la investigadora. Se encuentra la idea de que "las prostitutas no pueden considerarse racionales ni autónomas porque no son conscientes de la opresión que sufren y, por tanto, no están cualificadas para hablar de ellas mismas" (ibid.).
Por otra parte, el análisis ha permitido a la autora observar el rol de internet en una leve desarticulación del discurso hegemónico y en la introducción de cambios en la identidad y la percepción sobre la prostitución en Brasil: "La web participativa ha permitido a los usuarios modelar las narrativas publicadas por los profesionales "(p.63), concluye. Concretamente, Ledur da cuenta de que, a pesar de la gran influencia de los grupos contrarios a la reglamentación de la prostitución por asociarla a la violencia, los partidarios del proyecto de ley como forma de avanzar en los derechos sociales han ido ganando protagonismo.
La construcción social de la prostitución y las políticas públicas en Brasil
La originalidad de esta investigación radica en el contraste que hace la autora de los textos publicados en medios digitales y los relatos testimoniales de las ocho mujeres entrevistadas. Entre ellas hay casadas y solteras, jóvenes de veinte y treinta años, también de cincuenta. Las hay que comunican abiertamente su trabajo y otras que lo mantienen en secreto. La mayoría son madres, también hay una abuela, y escogieron la profesión de forma voluntaria aunque una fue inducida por su marido. "Todas ellas han expresado el malestar que les causa la forma que investigadores, estudiantes, periodistas y gobiernos hablan de la prostitución" (p.93).
A partir de la observación etnográfica, la investigadora pone en evidencia aspectos poco o nada considerados en los textos periodísticos como las diferencias entre generaciones, clases sociales, niveles de educación y de retribución por el trabajo de la prostitución; también saca a la luz las tensiones que se dan dentro del colectivo debido a las formas de ejercer esta actividad, así como de los ideales políticos.
Otra aportación de Ledur es una clara sistematización de los postulados ideológicos en el debate y las políticas públicas sobre la prostitución en diferentes países occidentales. También reflexiona sobre la Convención de Naciones Unidas contra el tráfico de personas y la explotación de la prostitución ajena, la cual se basa en el paradigma abolicionista para establecer cero tolerancia legal y la rehabilitación de las prostitutas, consideradas víctimas de una relación abusiva. La legislación brasileña se sitúa formalmente en este paradigma aunque en la práctica hubo una fuerte represión policial en los años 80 y 90. La situación cambiaría en 2002, cuando la prostitución fue considerada un empleo con derecho a la seguridad social. El proyecto de ley 4.212 / 2012, iniciativa de un grupo de prostitutas encabezadas por la activista Gabriela Leite, supondría una nueva mutación en la identidad del fenómeno: establece que puede ejercer la prostitución "toda persona mayor de 18 años y absolutamente capaz", con derecho a la jubilación y otras prestaciones.
Los marcos interpretativos en el debate mediático brasileño sobre la prostitución
En el análisis de las narrativas escritas y relatos personales, Natália Ledur parte de la teoría del framing de Erving Goffman, según la cual los medios ejercen de instancias mediadoras entre los diferentes sujetos y sociedades construyendo marcos interpretativos determinados. La autora observa que la prostitución se encuadra en relación con la marginalización y aspectos sobre el trabajo y la autonomía de las prostitutas. Otros marcos interpretativos ponen el foco en el género y la sexualidad, así como la explotación y las víctimas, el control de la salud, la estigmatización y la criminalización.
a) La marginalización, el trabajo y la autonomía
El enfoque mayoritario es el que relaciona el fenómeno con la marginalización de las prostitutas, y presenta argumentos favorables y contrarios a la regulación. Los últimos asocian el fenómeno a la pobreza, las desigualdades raciales y de género, el abuso y la violencia familiar. Entre los favorables se defiende la regulación como una forma de poner fin a la hipocresía. "Independientemente de considerar la prostitución una explotación o una actividad profesional, los textos reconocen las dificultades afrontadas por estos sujetos, acostumbrados a la falta de derechos, la discriminación, y en ocasiones, la violencia" (p.122), señala Ledur.
Las mujeres entrevistadas consideran que se les atribuye el estigma de optar por la vida fácil. Algunas no quieren que se sepa a qué se dedican y sólo una afirma no haberse sentido juzgada. Sus relatos están teñidos de valoraciones negativas: emplean expresiones como "caer en la prostitución", tratan de diferenciarse de otras prostitutas o explican que no se atreven a entrar en las iglesias (p.125). Algunas lamentan que los medios de comunicación no las muestren como mujeres "de carácter y que se cuidan" (p.138). Por el contrario, afirman que "la imagen de la prostituta a los medios de comunicación equivale a la de un trozo de carne, y que los clientes las tratan como un deshecho" (p.103). "Los relatos de la mayoría de las entrevistadas confirman lo expuesto Goffman (1988) sobre el sentimiento de culpa generado por la ocultación del estigma" (p.130), concluye Ledur.
El trabajo y la autonomía son los otros dos aspectos que más aparecen en las informaciones sobre la prostitución. "Las entrevistadas consideran que los medios de comunicación deberían visibilizar la prostitución como un trabajo, pues no muestran que permite a muchas mujeres sustentar a sus hijos y a sus madres, comprar una casa, un coche, tener una cuenta bancaria, etc." (p.119), afirma Ledur. Las entrevistadas dan cuenta de la relación de explotación en que ejercen su actividad, y todas ellas expresan que querrían liberarse de los perjuicios causados por los intermediarios. Asumen que la prostitución es un trabajo mal visto, pero lo eligen porque les permite cierta independencia financiera y obtener más ingresos y un mejor ritmo de trabajo que dedicarse al hogar o hacer de empleadas domésticas, cajeras de supermercado u operadoras de telemarketing. Defienden que la regulación diferencie la prostitución de la explotación sexual como forma de combatir la segunda y a la vez respetar la libertad de elección.
b) Los cuerpos, el género y la sexualidad en la prostitución
Esta cuestión se aborda en la mitad de los más de 60 textos explorados. Ledur da cuenta de la confluencia de las tesis feministas abolicionistas y las religiosas al oponerse a la regulación de la prostitución, las primeras por considerar que es consecuencia de las carencias económicas y desigualdades de género fomentadas por el capitalismo, las segundas por cuestiones morales. En cambio, las mujeres entrevistadas no se sienten despojadas de su cuerpo y algunas afirman que les gusta el trabajo porque disfrutan del sexo y han podido experimentar nuevas formas de vivir la sexualidad y las relaciones íntimas. Lo que todas reprueban son los clientes abusivos.
c) La explotación, la víctima y la salud
En la mitad de los textos se relaciona el fenómeno con la explotación y el tráfico de personas. La autora da cuenta de que algunas de las entrevistadas no siempre se perciben explotadas y que, en todo caso, "el principal problema es no disponer de espacios de expresión" (p.110). Ledur saca a la luz el abuso por parte de los cuerpos policiales – obligándolas a tener relaciones sexuales sin cobrar o "plantando" drogas o armas para incriminarlas- y problemas estructurales como la construcción de un rol de género en el que los hombres quedan eximidos de las responsabilidades de la crianza y la provisión para sus hijos. Las mujeres entrevistadas resaltan la situación de pobreza en que se encontraban antes de dedicarse a la prostitución y la urgencia de satisfacer las necesidades de la familia.
En cuanto a la salud: "Domina un encuadre comunicacional que asocia la salud de la mujer prostituta con el contagio de enfermedades de transmisión sexual y el VIH / Sida" (p.145). En diferentes artículos se considera que la reglamentación podría poner solución a estos problemas.
d) La estigmatización, la discriminación y la criminalización
Otros enfoques menos presentes son el de la estigmatización, la discriminación y la criminalización. Las entrevistadas critican un tratamiento informativo que las vincula a los sucesos, por ejemplo, robos, y explican que la muerte de las prostitutas no se aborda con tanta conmoción como la de otras mujeres. La autora observa que las páginas web religiosas construyen el estigma para criticar la regulación de la prostitución.
Una de las principales aportaciones del libro Prostitución y discurso mediático. ¿Dónde están las protagonistas? es que da cuenta de los diferentes posicionamientos y confrontaciones entre las mismas prostitutas: algunas entrevistadas se desmarcan de aquellas que se sienten orgullosas de prostituirse y no querrían que sus hijas se dedicaran a ello; otras critican el "juego sucio" de compañeras, por ejemplo acostumbrando a los clientes a no utilizar preservativo. También distinguen entre "las buenas y las malas" prostitutas, "las profesionales y las vulgares" (p.38). Esta complejidad queda fuera del debate público debido al exceso de protagonismo de actores oficiales y la ausencia de las prostitutas, que generalmente no son reconocidas como sujetos de derecho.
La autora recuerda: "Escuchar lo que las personas estigmatizadas y marginadas dicen sobre sus prácticas cotidianas permite ampliar las perspectivas de entendimiento sobre la cuestión" (p.164). Por eso hace un llamamiento a los periodistas para que consideren estas narrativas a la hora de elaborar sus textos, respetando el derecho al anonimato. La premisa básica, insiste, es escuchar al otro para evitar la hegemonía de discursos que refuerzan la desigualdad. El propósito final de la autora es contribuir a la formulación de políticas públicas sobre la prostitución que tengan en consideración las necesidades expresadas directamente por las personas afectadas.