Tal vez desde el fondo de los tiempos mundializados, las pestes distribuyeron sus infecciones en red y, por siglos, su conocimiento también se distribuyó con ese formato.
Desde al menos fines del siglo XIX, las pestes fueron reconocidas como tales en la sociedad, mediante el broadcasting: relativamente pocos y localizados emisores construyen una actualidad de alcance masivo, mediante eventos diseñados y distribuidos para muchos receptores.
Lo de diseñar y distribuir nunca ha podido probarse que responda a algún plan-complot para instalar un tema, más allá de que existen intereses para hacerlo y de que hay una un sector de la población que gusta explicar la marcha del mundo mediante procesos conspiranoides.
Imposible abordar en su complejidad, brevemente, un fenómeno de magnitud de la pandemia del Coronavirus COVID-19, pero sí nos puede servir el introducir observaciones acerca de cómo conviven -en la actualidad y en lo comunicacional- los dos grandes ecosistemas de intercambio discursivo mediático: el masivo y el reticular con networking.
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