Cada año parece ser el peor para el periodismo y 2023 no fue una excepción. Los despidos alcanzaron un nuevo récord, la inteligencia artificial empezó a desplazar a los periodistas y la guerra en Gaza se cobró la vida de un número récord de reporteros. A todo ello se suman las largas jornadas laborales, los crónicos salarios bajos y la disminución del número de puestos de trabajo.
A pesar de este panorama tan descorazonador, los jóvenes reporteros siguen soñando con trabajar en los medios, persuadidos por la inquebrantable vocación de buscar la verdad e informar sobre ella. Muchos luchan por superar las dificultades, pero muy pocos consiguen un trabajo estable y bien remunerado.
Yo también soy una joven periodista y estas angustias no me son ajenas. Como tantos otros colegas, temo por el futuro de mi carrera periodística y a menudo me pregunto cuánto durará.
Cuando me preguntan cómo me inicié en el periodismo, lo atribuyo a la suerte: respondí a las preguntas adecuadas en mi entrevista, me ofrecieron una pasantía (lo que los españoles conocen como unas prácticas) y les gusté lo suficiente como para quedarme. Pero comprendo que mis circunstancias son raras en un sector en el que las oportunidades para que los jóvenes consigan un trabajo de nivel inicial en el periodismo son cada vez más escasas.
La mayoría de mis compañeros aún no han tenido su golpe de suerte. Puede que muchos no lo tengan nunca.
Por eso hablé con diez periodistas emergentes de Europa, Norteamérica y Latinoamérica de los obstáculos a los que se enfrentan cuando intentan entrar a un mercado laboral cada vez más tenso. He agrupado sus problemas en cinco asuntos comunes y he dejado sin nombrar a los medios que mencionaron con el objetivo de que este artículo no tenga ninguna repercusión en sus carreras.
1. Un espacio de inversiones crecientes y rendimientos menguantes.
En algunos de los países de los que proceden mis entrevistados, hay que pagar un precio desorbitado para poder estudiar en una escuela de periodismo. Para muchos jóvenes sin conexiones, ir a una escuela de periodismo parece ser el único camino para poder colarse en la profesión.
Aunque estudiar periodismo en una universidad pública es relativamente accesible en algunos países, no ocurre lo mismo en muchos otros, donde los estudiantes tienen que acumular una deuda enorme o sacrificar sus ahorros sólo para empezar a trabajar en los medios.
Es el caso de España, donde hay universidades públicas que ofrecen licenciaturas de periodismo pero donde muchos másteres de periodismo están adscritos a medios de comunicación consolidados como El País, El Mundo, Cadena Cope, ABC, El Español o El Confidencial.
La matrícula de algunos de esos programas puede superar los 11.000 euros (unos 12.000 dólares). En Estados Unidos, la matrícula de las licenciaturas de periodismo oscila entre 40.000 y 60.000 dólares anuales, mientras que la de los posgrados en instituciones de élite puede incluso superar los 75.000 dólares.
“Tengo tantas deudas de préstamos estudiantiles… Tienen un programa de condonación de préstamos que es increíble, pero hay que cumplir unos requisitos muy específicos para acceder a él porque es un programa muy nuevo”, dice Ani Freedman, que terminó sus estudios en Estados Unidos y ahora trabaja como freelance para una redacción sin ánimo de lucro.
“El programa de condonación de préstamos se creó para reconocer que pagas tanto por una educación sabiendo que vas a trabajar en un campo que es rentable. Pero no creo que cumpla los requisitos porque tengo que ser empleada a tiempo completo en un medio sin ánimo de lucro”, explica Freedman, que aclara que la redacción no puede costearse a contratarla a tiempo completo aunque quisiera.
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