Miguel Ormaetxea
Olga Lambea, periodista del Canal 24 horas de TVE, destaca: “ha habido mucha información pero casi siempre muy parecida. Y eso es lo que yo creo que nos ha faltado a los medios de comunicación, a las cadenas: buscar otras vías. Ha sido muy difícil porque había mucha información, pero casi toda venía del mismo sitio”.
Todos los profesionales de los medios que intervienen en este informe “coinciden –dice el libro- en que en una determinado momento de la crisis se produce un fenómeno de sobreinformación, de exceso en el consumo de noticias, que puede acabar dañando la capacidad de los ciudadanos para comprender lo que sucede. Hay información salvajemente contradictoria y además nuestras vidas dependen de ella”.
Para el divulgador científico alemán Ranga Yogeshwar, uno de los principales problemas que se plantean a los informadores es lidiar con la complejidad. Trasmitir la incertidumbre resulta muy difícil. “La transparencia ha de ser un objetivo irrenunciable. Es algo con lo que tenemos que aprender a vivir”.
José Antonio Guardiola, director de “En Portada” de TV Española, hace autocrítica: “los periodistas se han centrado demasiado en datos, que son importantes pero que en ocasiones ocultan a las personas que hay detrás. Las crónicas adoptan la forma de partes de guerra que relatan el movimiento de las tropas, pero no el sufrimiento de la gente”.
Como apunta la historiadora Anne Applebaum, “para lograr la atención, tienes que ser más gritón, más vulgar, más deshonesto”.
Para Marc Amorós, periodista y autor del libro “Fake News, la verdad de las noticias falsas”, existe una batalla diaria entre la buena información y la desinformación, “para intentar imponer ideologías, visiones del mundo, lecturas. La desinformación se está revelando como una gran arma de batalla, y las noticias falsas como una munición muy efectiva”.
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